La mente, al igual que el cuerpo, puede recibir nutrientes apropiados o bien recibir lo que podríamos denominar «venenos», en este caso «venenos mentales». Un veneno mental es un contenido «psicotóxico» que afecta a nuestro modelo mental, en muchos casos de forma permanente y, sobro todo, lo que es más grave, sin que nos demos cuenta de ello.
Recordemos que un modelo mental es esa especie de mapa interno que permite comprender lo que sucede en el mundo y nos ayuda a responder frente a los retos que se nos presentan. Se encuentran conformados por diferentes creencias psicológicas, las cuales serán las responsables del funcionamiento de dicho modelo. Una creencia es una estructura psicológica que se toma como cierta, aunque realmente no lo sea. Cada persona tiene sus propias creencias, la mayoría de las veces funcionan de forma no consciente, y son las que en muchas ocasiones condicionan nuestras conductas.
Otros contenidos que puede resultar psicotóxicos son nuestros propios pensamientos y nuestras emociones. Los venenos mentales pueden llegar a nosotros por muchas vías diferentes, como por ejemplo la educación recibida (tanto en la escuela como en la casa), los medios de comunicación, los modelos sociales imperantes, etc.
En estos momentos sufrimos un exceso de información que en muchos casos es difícil de procesar y de discriminar. Así que el trigo y la paja suelen ir tan íntimamente unidos que apenas somos capaces de diferenciarlos. Este exceso de información, en lugar de hacernos más sabios, nos hace más vulnerables. Recuerda que, como bien sabía la propaganda nazi, «una mentira repetida cien veces se transforma en verdad». Hoy día, de forma más sibilina y «políticamente correcta» asistimos a muchos ejemplos de cómo una falacia repetida el número de veces apropiado puede transformarse en una creencia asumida por la mayoría. Los medios de comunicación repiten una idea hasta la saciedad y mucha gente la asume, sin más.
Otra vía por la que llegamos a acumular venenos mentales es nuestra propia gestión emocional. Existen muchas emociones que actúan en nosotros de forma limitante, y ello hace que las conductas que llevamos a cabo generen más problemas que beneficios. Hay ciertas emociones que funcionan como verdaderos venenos mentales (envidia, odio, aversión, etc.), por eso también las podemos denominar “emociones psicotóxicas”.
Si queremos mejorar nuestra vida la estrategia general es bien sencilla: eliminar aquello que nos daña y procurar desarrollar todas las creencias, emociones y estrategias que nos desarrollan.
Tradicionalmente se ha utilizado el término antídoto para señalar aquella emoción, virtud o creencia que nos libra de los efectos negativos de los venenos mentales. Para aplicar un antídoto lo primero que debemos es reconocer el veneno. Como he comentado antes, muchos de estos venenos suelen pasar desapercibidos, por tanto, lo primero que deberíamos hacer es tratar de identificarlos a través del cultivo de la correcta atención y la consciencia discriminativa. Una vez las hayamos identificado es cuando podremos cambiarlas, si así lo decidimos, por otros contenidos más potenciadores.
Así que ya sabes el primer paso para liberarse de estos «venenos mentales», atender a los contenidos de nuestra mente con. un grado tal de atención y concentración que podamos identificarlos con total nitidez. Este procedimiento es una de las posibilidades que nos aportan las prácticas meditativas y el trabajo con la atención. Procura, pues, atender de forma apropiada a aquello que más te limita, con la intención de poder transformarlo en otros contenidos que te ayuden a seguir avanzando.
Pingback: Creencias que nos ayudan a avanzar | Sofrodynamia® y Salud
Pingback: Decidir se parece a cocinar | Sofrodynamia® y Salud