Cortar el lastre de nuestra propia biografía

Cortar con nuestra biografía¡Qué bueno sería caminar ligeros de equipaje!

En cada momento, cada uno de nosotros no es más que el resultado de la concurrencia de factores biológicos junto con los aspectos psicológicos derivados de una historia personal vivida en un determinado contexto. “Yo y mis circunstancias”, que decía Ortega.

Hay quienes sentirán que han sido exitosos y que se encuentran viviendo la vida que siempre han querido vivir. En cambio a otros, posiblemente, les hubiese gustado que las cosas hubieran transcurrido de un modo diferente a como lo hicieron.

Lo habitual es que, estos últimos, rumien acerca de lo que no deberían de haber hecho en el pasado o lo que debieron hacer y no hicieron, o tal vez sobre aquello otro que le hicieron los demás y que desde entonces no olvidan.

De alguna manera se puede decir que se encuentran atrapados dentro de su propia historia personal, real y construida por su mente. Posiblemente su principal padecimiento sea el resentir, y eso contamina toda su vida.

Sabemos que resentir es volver a sentir de nuevo, de tal manera que, mediante dicho mecanismo psicológico, estamos haciendo que se plasmen en el presente emociones y pensamientos que se experimentaron en el pasado.

Resentir puede llegar a ser uno de los venenos y contaminantes emocionales más peligrosos que existen, ya que consigue que un cierto daño emocional se perpetúe a lo largo del tiempo. Sin este mecanismo de resentir, el pasado no podría dañarnos nunca.

Realmente no nos hace daño lo que sucedió sino como lo vamos “resintiendo” en cada  instante de nuestra vida.

Todas las tradiciones espirituales nos muestran que el antídoto más potente que se conoce para dicho veneno consiste en situar nuestra mente en el aquí y en el ahora. La experiencia de la vivencia del momento presente disuelve las heridas del pasado y nos abre al sentimiento cósmico de armonía interior.

Después de muchos años he podido constatar que realmente es así. No tendría ningún problema en afirmar lo contrario si así lo hubiese comprobado, pero lo que he encontrado es lo que afirmo y sostengo. Cuando el alumno se enraíza en el aquí y el ahora, lleva su centro emocional al presente y establece un alineamiento correcto entre su presente y una dirección de desarrollo humano, todo sufrimiento pasado se disuelve.

Pero ojo, aunque te resulte difícil creerlo, existen verdaderos adictos a la infelicidad, así como expertos en mantener y fabricar traumas. Para ellos es muy difícil llevar a cabo la experiencia que he descrito ya que siguen aferrados a su dolor, pensando que involucrarse más en él es lo que les proporcionará la liberación que dicen que desean.

Cuando me he encontrado con personas de este tipo compruebo que, normalmente, no suelen aceptar las propuestas sofrodynámicas, ya que estas van en contra de lo que ellos sostienen, y suelen continuar enganchados a modelos psicológicos que les remiten a continuar resintiendo su pasado continuamente.

Mi experiencia, y lo que he podido observar a lo largo de mucho tiempo de ejercicio profesional es que, años después, cuando por alguna razón los encuentro de nuevo, siguen con el mismo dolor o más que el que tenían antes. Es cierto que algunos creen haber solucionado algún asunto concreto, pero como no han cambiado ni su modo de procesar las vivencias, ni tampoco su limitado modelo del mundo, una vez dejan unos “traumas” no pueden evitar adherirse a otros cada vez más complejos.

En la famosa película “La Misión”, Robert de Niro encarna el papel de un traficante de esclavos, el cual, arrepentido de su vida anterior por haber matado a su hermano durante un duelo, toma la decisión radical de entrar como novicio en los jesuitas. Una vez aceptado, se dirige a evangelizar a aquellos  mismos indios que antaño había secuestrado, esclavizado y vendido. Durante todo el trayecto hacia la misión arrastra tras de sí una red conteniendo las armas y armaduras que había utilizado hasta esos momentos, al tiempo que pesadamente se arrastra caminando por las veredas o escalando paredes de piedra con bastante dificultad. Dicha red, unida a su cuerpo mediante una soga, le impedía avanzar y, en ocasiones, le hacía caer y retroceder. En un momento determinado, uno de los indios se dirige hacia él, cuchillo en mano, y cuando parece que va a matarlo, lo que en realidad hace es cortar la cuerda que le unía a su pasado mediante el pesado lastre que arrastraba. La red, con todo su contenido, se hunde en la profundidad de un río. A partir de ahí, tras un llanto liberador, renace como un hombre nuevo.

Desde mi punto de vista es una magnifica escena que plasma con singular belleza la manera en la que muchos caminamos por la vida cuando lo hacemos presos del lastre del pasado, así como el resultado que aparece cuando cortamos las ataduras que nos oprimen.

Tomar la decisión de cortar con nuestro pasado, de dejar de ser esclavos de nuestra biografía, es una de las más valientes, radicales e inteligentes decisiones que pudiéramos tomar en la vida.

 

Un pensamiento en “Cortar el lastre de nuestra propia biografía

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