“Cuando quieras ayudar a otras personas a través del don de la palabra, procura que estas broten del manantial de tu alma, y no dejes que la mente se exprese sin corazón. Así tu discurso se encontrará lleno de significado y podrás confiar en que aquello que dices es valioso. No dejes, pues, de repetir este propósito: ¡pueda yo, mediante el poder de la palabra, enriquece la vida de quienes la escuchan!” (ANF)