Para ayudar con la palabra

Para ayudar con la palabra

poder de la palabra“Cuando quieras ayudar a otras personas a través del don de la palabra, procura que estas broten del manantial de tu alma, y no dejes que la mente se exprese sin corazón. Así tu discurso se encontrará lleno de significado y podrás confiar en que aquello que dices es valioso. No dejes, pues, de repetir este propósito: ¡pueda yo, mediante el poder de la palabra, enriquece la vida de quienes la escuchan!” (ANF)

Aprender de la célula

Aprender de la célula

aprender de las células“En ocasiones he aprendido mucho atendiendo al funcionamiento fisiológico de esas estructuras básicas que conforman nuestro cuerpo, las células. Y digo que he aprendido, para referirme no sólo a lo biológico, sino también a otro tipo de enseñanzas que me han ayudado en la vida en otro nivel totalmente diferente del meramente material.

Desde mis tiempos de estudiante me ha maravillado, y me sigue maravillando, esa capacidad que tiene cada célula de escoger lo que necesita y eliminar lo que le sobra, en orden a mantener su propio equilibrio interno, la llamada homeostasis celular.

Es en cierto modo sorprendente la capacidad que posee su membrana para realizar esta función. La llamamos “permeabilidad selectiva” y parece guiada por una especie de inteligencia natural que permite mantener lo que necesita y eliminar lo tóxico o superfluo.

Así, cada célula, a través de su pared, deja pasar una cosas y otras no, de la misma forma que elimina lo que no quiere mientras mantiene lo necesario para su supervivencia. 

Obviamente, todo ello sucede cuando se trata de una célula saludable. Precisamente la perdida de esta capacidad hace que la célula enferme o muera.

Hasta aquí, no he dicho nada que la mayoría de las personas que tengan unos conocimientos básicos de biología no conozcan, pues he descrito un fenómeno  meramente fisiológico.

Pero demos un salto, apliquemos dicho principio vital, el de la “permeabilidad selectiva”, a otra dimensión del ser, como por ejemplo la esfera emocional.

¡Que bueno sería que todos tuviésemos la inteligencia que tiene una membrana celular!

Dejaríamos entrar lo que nos conviene al tiempo que rechazaríamos todas aquellas emociones negativas y perjudiciales que cada día rondan a nuestro alrededor. Además, conservaríamos lo bueno, lo positivo, mientras que nos desprenderíamos de lo inútil y de lo dañino.

Pero por desgracia, según parece, la mayoría de nosotros es menos hábil en estos asuntos de lo que lo es una simple membrana celular en los suyos. Parece mentira que una membrana tenga más inteligencia práctica que muchas de las personas que conozco, ya que ellas suelen hacer justo lo contrario, dejan entrar lo nocivo, son poco permeables a lo positivo y mantienen durante años las toxinas mentales que poco a poco le corroen  y le destruyen internamente.

Afortunadamente, cada día son las los enfoques psicológicos occidentales, ya que el Budismo lo planteó hace 2500 años, que enseñan a las personas a ser selectivos con lo que reciben, y se basan en un sencillo principio “si te ayuda lo tomas, si te daña lo dejas”.

Igualmente, modernos enfoques psicológicos nos dicen, suelta tus toxinas internas, no tienes la obligación de retenerlas por más tiempo, “mantén lo útil, elimina lo que no sirva”.

Pero por algún extraño motivo, nuestra mayor complejidad cerebral y nuestra mayor “inteligencia” no nos ha servido para ser más felices sino, en muchos casos, para liarnos un poco más y perdernos en bucles recursivos generados por preguntas y afirmaciones tales como: “por qué me pasa esto a mi”, “he de descubrir la causa”, “no he de olvidar lo que me han hecho”, “es que los demás no me dejan ser feliz”… y tantos y tantos pensamientos inútiles.

Hay algo que me parece de sentido común y por ello trato de practicarlo, me refiero a fijarme en como lo hacen las personas que funcionan bien en la vida, para aprender de ellos, al tiempo que también observo a aquellos “sufridores profesionales” para identificar y no caer en lo que ellos hacen. De todos podemos aprender, de unos en un sentido y de otros en otro.

Y yo, que soy tan simple mentalmente como una membrana celular, hace mucho tiempo que elegir ser selectivo emocionalmente: “si me ayuda entra, si me limita se queda fuera”. (ANF)

 

La salud, ese apreciado bien

La salud, ese apreciado bien

reflexiones DMS“La salud es un apreciado bien que hemos de saber cuidar, promover y administrar para hacer nuestra vida más humana, próspera y significativa,  y, además, promover la felicidad y el bienestar de quienes nos rodean» (ANF)

 

En el Día Mundial de la Salud quisiera tener un especial recuerdo para aquellas personas enfermas y que padecen alguna clase de sufrimiento corporal, psíquico o espiritual, así como también para sus familias que lo comparten y sirven de apoyo y consuelo, para los cuidadores y para todas aquellas personas que día a día se esfuerzan para promover la salud y disminuir el dolor propio y el de los demás seres.

Esperar el momento

Esperar el momento

esperar el momento “He comprobado que intentar ayudar a destiempo o cuando no se ha requerido dicha ayuda, puede ser contraproducente. Por eso, cuando surge de nuestro corazón el deseo honesto de ayudar a otros, tal vez debamos hacer una pausa para esperar el momento más adecuado, sabiendo que, en este caso, nuestro silencio no significa distancia o desinterés, sino exquisito respeto a los tiempos del otro” (ANF)