Muchas veces he contado que me gusta imaginar mi Mundo Interior como un jardín.
Un Jardín que he de cuidar y mimar para que florezca y dé frutos que alimenten a otras criaturas.
En una parte de él habitan mis emociones, mis proyectos, mis miedos…, pero sé que todo ello es ilusorio, que no son más que espejismos creados por la mente, y que todo el jardín no es más que un gran palacio de puro cristal, vacío y transparente en el que habitan el amor, la sabiduría y el gozo. Sigue leyendo