La mayoría de las personas suelen tener muy claro la diferencia entre la realidad y la ficción. Sin embargo, a poco que analicemos este asunto con algo más de profundidad, nos daremos cuenta de que dicha cuestión no resulta tan sencilla. Incluso es posible que comencemos a sentir que algunas de nuestras creencias más básicas se tambalean. Sigue leyendo
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No dejes que la memoria te engañe
En aquellas ocasiones en las que he expuesto algunas ideas acerca de la memoria y el modo nada fidedigno en el que recordamos nuestro pasado, muchas personas se han sentido sorprendidas, incluso me han parecido algo incrédulas al respecto.
Quizás porque hasta ese momento pensaban que sus recuerdos eran una especie de “acta notarial de su pasado”, y se desilusionan al saber que no son tan fiables como hasta entonces creían.
Veamos esto más despacio.
Hoy día sabemos que nuestro cerebro es un órgano mucho más plástico y maleable de lo que en un principio se pensaba, de tal manera que cada día se crean, modifican y destruyen numerosas conexiones neuronales, con todo lo que ello implica.
Salvo en caso de enfermedad neurológica, siempre es posible aprender nuevas destrezas, a pesar de la edad que tengamos. Y todo ello se produce gracias a la creación de nuevas redes neuronales. Para lograr esto, la repetición y la constancia, es decir, el entrenamiento, es una herramienta clave.
También es posible mejorar y modificar lo que ya sabíamos, porque nuestro cerebro está especialmente dotado para el aprendizaje.
Hasta aquí, podríamos decir que disponemos de una fantástica herramienta para tratar de entender la realidad tanto de mundo exterior como del interior.
Sin embargo, parece que “no es oro todo lo que reluce”. Porque el cerebro también es un gran experto a la hora de crear falsas interpretaciones, ya que le encanta inventar historias y, en cierto modo, podría decirse que nos manipula.
Un ejemplo claro de esto es la memoria.
Hoy día sabemos que aquello que recordamos, muchas veces no tiene nada que ver con aquello otro que sucedió realmente. Se han realizado numerosos estudios que lo confirman.
De forma coloquial y menos académica, para comprobar lo anterior, basta con tratar de evocar un evento compartido de nuestro pasado para comprobar, en una reunión de amigos o familiares, las diferentes interpretaciones y discrepancias al respecto que pueden presentarse de ese mismo recuerdo. Porque cada cual lo recordará según su “peculiar manera”. Todos creerán que la correcta es la suya y que el otro está equivocado.
Lo cual quiere decir que una cosa es lo que experimentamos en un momento dado y otra bien distinta la que aparece en nuestra consciencia cuando queremos recordarla un tiempo después.
Pudiera parecernos extraña la afirmación de que aquello que recordamos no son más que construcciones mentales realizadas a partir de nuestra experiencia pasada, pero la cosa es así, tanto si nos gusta como si no.
Por consiguiente, sería bueno que comprendiéramos que nuestros recuerdos no son, pues, evocaciones literales históricas de nuestro pasado, como mucha gente cree de forma algo ingenua, sino que son “reconstrucciones” de los acontecimientos que han sido modificadas por el paso del tiempo y por nuestro propio modelo del mundo.
Si a esto le sumamos que, como he comentado en otros artículos, lo que llamamos “nuestras experiencias” no son más que otro tipo de construcciones mentales que también realizamos a partir de los fenómenos vividos, pues no cabe duda de que la cosa se complica un poco.
Por si fuera poco, ademas de todo ello, en cada observación que realizamos también nos encontramos limitados por la perspectiva desde la que accedemos a ella. Así que, tomando como base lo anterior, tal vez deberíamos plantearnos seriamente que, puestos a hacer construcciones mentales, ¿qué tal si aprendiésemos a realizarlas de la mejor manera posible?
Recuerdos…
“Hay quienes gastan mucha energía tratando de olvidar algunos aspectos de su pasado, otros, de manera más práctica, han aprendido a recordar apropiadamente, lo cual significa extraer del pasado conocimientos y experiencias, y evitar seguir cultivando la culpa, la nostalgia o el resentimiento.” (ANF)
El poder de transformar
“Nuestros recuerdos en realidad no son los relatos históricos de los acontecimientos sucedidos, sino más bien interpretaciones articuladas desde la óptica del propio narrador. Así, cuando sientas que no te gusta uno de esos relatos que has construido, no renuncies, pues, al poder que tienes de ser capaz de transformarlo.” (ANF)