“La pasión por lo que amamos es como un fuego que nos impulsa y que disuelve los obstáculos, pero la indiferencia, en cambio, se parece más a un gélido viento capaz de consumir cualquier rastro de interés o entusiasmo. Por eso, no dejes que ella impregne tu corazón ni contagie tu vida, más bien procura cuidar y nutrir en tu interior esa llama viva de amor por todos y por todo, para aportar tu calor a un mundo frío y distante” (ANF)
sentido de la vida
Ternura
Inteligencia Espiritual
Hoy día sabemos que eso a lo que llamamos inteligencia no es un fenómeno simple ni uniforme. Más bien es algo complejo y difícil de definir.
La psicología actual admite la existencia de distintos tipos de inteligencia, cuyo número varía en función del autor que las plantee. Quizás, de las clasificaciones más conocidas sobre inteligencias sea aquella de las Inteligencias Multiples de Gadner, que distingue seis clases diferentes.
No obstante, yo prefiero clasificar los diferentes tipos de inteligencias en tres grupos distintos, cada uno de ellos compuestos por varias subclases.
La primera de estas inteligencias, a la que podríamos llamar Inteligencia Cognitiva, que es lo que mide el Cociente de Inteligencia, está constituida por todos aquellos aspectos mentales que nos ayudan a adquirir conocimientos técnicos principalmente enfocados para el desempeño de nuestras tareas profesionales. Forman parte de ella el razonamiento matemático, espacial, abstracto, lingüístico, etc.
Por otro lado, hablamos también de una Inteligencia Emocional, que fue divulgada a partir de los años noventa por Daniel Goleman en su famosa obra del mismo nombre. Gracias a ella podemos relacionarnos mejor con nosotros mismos y con los demás. La Inteligencia Emocional nos permite interacccionar mejor con el mundo y sentirnos más a gusto con nosotros mismos.
Por último, tenemos la llamada Inteligencia Espiritual, dada a conocer de la mano de Dana Zohar e Ian Marshall. Pero ¿de qué estamos hablando cuando decimos Inteligencia Espiritual (IEs)?
Pues cuando hablamos de IEs, nos estamos refiriendo a aquel aspecto de nuestra mente que nos permite acceder a la parte profunda de nuestro ser, a nuestras fuentes. La IEs es aquélla que conecta con el sentido de nuestras vidas o, mejor dicho, nos ayuda descubrirlo y realizarlo. Es, pues, una inteligencia global, asociativa y unificativa.
Según parece, la IEs es una herramienta imprescindible para comenzar, promover, mantener y realizar el auténtico proceso de Desarrollo Humano.
Necesitamos, por tanto, entender bien de qué se trata, así como ser capaces de generar una auténtica “pedagogía espiritual”, es decir una disciplina que nos facilite y nos abra la posibilidad de acceder a las llamadas “experiencias espirituales”.
La neurofisiología actual nos enseña que, a medida que nuestra experiencia crece a través de los diferentes acontecimientos que vamos viviendo, nuestros circuitos neuronales se van enriqueciendo, aumentando el número de conexiones entre las distintas neuronas del cerebro. Por eso, a pesar de que, cuando vamos envejeciendo, el número de neuronas es menor que cuando somos más jóvenes, gracias a ese enriquecimiento entre sus conexiones, deberíamos se capaces de crecer en “sabiduría” con la edad. Una vida que esté enfocada a vivir los acontecimientos cotidianos o extraordinarios de un modo espiritual, debiera llevarnos a una gran sabiduría interior.
Hay que dejar bien claro que, en este contexto, la palabra espiritual no se está refiriendo a ninguna
creencia religiosa en concreto. La IEs no nos habla pues de una vía religiosa propiamente dicha, sino más bien una vía mística. La palabra espiritual, aquí, es sinónimo de lo humano elevado a su máximo potencial de autorrealización, lo cual es, al mismo tiempo, la propia meta de cualquier religión auténtica.
Hoy día, no obstante, se nos plantea un tremendo reto: ¿cómo llegar a ser espiritualmente inteligentes en una cultura que no lo es? Creatividad, compromiso, valentía, constancia, disciplina… son, entre otras, cualidades que deberemos desarrollar para responder a dicho reto.
Si eres de la opinión de que el mundo está mal ¿quieres a formar parte del problema o de la solución?, ¿qué vas a hacer para ello?. Una buena posibilidad sería comenzar a ser conscientes y comprometerse a desarrollar nuestra Inteligencia Espiritual.
Tu poder interior
“El Manantial de la Vida es como un torrente del que surgen otras muchas fuentes nutricias. Aquella de la que mana tu poder interior te hará sentir que eres bastante más fuerte, más capaz y resistente de lo que nunca habías creído, y es desde ahí desde donde surge tu fuerza y tu capacidad para afrontar las adversidades. Por tanto, no olvides nunca beber de esa fuente y mantener tu conexión con ella.” (ANF)
¡Lidera tu propia vida!
Vínculo
“Somos seres para el encuentro, y tras cada encuentro surge un vínculo, unas veces próximo y otras distante. Pero existe una conexión indeleble que permanece más allá del tiempo y la distancia. No surge por las palabras, ni tampoco por las acciones, sino que nace, poderosa e imperecedera, cuando el lazo se establece corazón a corazón” (ANF)
Fecundidad
“La fecundidad es un don del ser humano que trasciende lo meramente biológico para manifestarse en su inagotable capacidad para crear y para transformar las semillas que recibimos en frutos que podamos compartir con los demás para mejorar el mundo. Tal vez no nos hagamos famosos por ello, pero recuerda que no hemos venido a ser famosos pero sí a ser fecundos” (ANF)
Cada encuentro es único
Hace tiempo que tengo presente que cada vez que digo adiós no sé con certeza cuándo volveré a decir hola a la misma persona. La vida es frágil, el futuro incierto y es la impermanencia lo que siempre ha presidido nuestras vidas, aunque no hayamos sido conscientes de ello. Dicha impermanencia es lo que convierte en valioso y único cada instante vivido. Procura, cuando sea posible, vivir la magia de cada encuentro, porque siempre es y será único e irrepetible.
El guerrero interior
“Conseguir las metas más elevadas sólo es posible si decides asumir el rol de guerrero, de alguien que no se rinde ante la adversidad, pero que sabe cuando parar o cuando cambiar de estrategia y, sobre todo, alguien que, honrándose a sí mismo y venciendo sus propias limitaciones, descubre la fuente de su fortaleza en su propio interior” (ANF)
Pasión
“Poner pasión en lo que hacemos genera una energía desbordante que nos impulsa hacia nuestras metas de un modo imparable, y para ello necesitamos encontrar el sentido y el propósito de aquello que estamos haciendo. Cuando esto sucede, somos capaces de superar cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino” (ANF)


