Vivimos en unos momentos ciertamente extraños. Por un lado, se escuchan y se leen diferentes voces preocupadas por la falta de disciplina de ciertos ámbitos, como la familia o la escuela. Por otro, cuando alguien trata de realizar algunas propuestas o acciones para fomentar la disciplina, es acusado con cierta frecuencia de ser autoritario, dictatorial o de falta de diálogo democrático. Entonces ¿en qué quedamos? Parece como que hablar de disciplina en nuestro medio social fuese algo trasnochado y conectado a pensamientos sociopolíticos conservadores.
Nada más alejado de la realidad. A lo mejor es necesario explicar un poco qué significa esto de la disciplina para poder comprender su gran importancia.
Primeramente habría que distinguir entre la disciplina de origen externo, que puede ser impuesta o pactada, y la de origen interno, es decir, la que nace de lo más profundo de nuestras convicciones.
Ésta es la más importante para el desarrollo interior. No se trata de cumplir con las tareas porque si no lo hacemos alguien de fuera nos castigará, sino porque entendemos desde nuestra propia concepción del mundo que es lo mejor que podemos hacer.
La disciplina es una capacidad de nuestra consciencia al servicio de la consecución de nuestras metas más valiosas. Es lo que nos permite llevar a cabo aquellas cosas que son necesarias para alcanzar nuestros objetivos a pesar de las dificultades, y también nos ayuda a seguir en la acción independientemente de que nos guste o no dicha tarea.
Es una cualidad imprescindible para el deporte, para el trabajo, el estudio o para cualquiera que se proponga alcanzar algo que requiera un esfuerzo importante.
En términos de desarrollo humano, la disciplina más importante ha de provenir de nuestras propias convicciones internas. La llamamos autodisciplina, y es fundamental para el crecimiento personal, ya que nos permite cumplir con nuestras propias reglas, según nuestras propias convicciones, actuando independientemente de nuestro estado emocional, es decir, hacer lo que tenemos que hacer, tanto si nos apetece como si no.
Desde el punto de vista sofrodynámico, proponemos que la disciplina ha de entenderse como un esfuerzo positivo orientado a nuestras metas, y nunca como una negación de algo impuesta desde fuera.
Es, también, una importante capacidad cuando nos involucramos en la obtención de metas cuya recompensa no es inmediata, sino aplazada. Dicha capacidad, la disciplina, puede incrementarse mediante el entrenamiento, como si fuese una especie de músculo.
Ser disciplinado posee, pues, innumerables ventajas, ya que es una herramienta imprescindible para alcanzar el éxito que deseamos, porque nos enseña a atender a nuestros propios compromisos vitales y, también, a focalizar y orientar nuestro esfuerzo evitando dispersiones inútiles.
Pero también conviene tener presente que la disciplina mal gestionada puede llegar a ser limitante y convertirse en una pesada losa más que en una liberadora cualidad. Porque, como todas las cosas, si son mal gestionadas producirán más contrariedades que beneficios, así que no es tan importante cuanta cantidad de disciplina posees sino cómo eres capaz de gestionarla.
Por último, no perdamos de vista la importancia de ser benevolentes con nosotros mismos, es decir, conocer nuestras limitaciones, aceptarlas y no exigirse más de lo que humanamente podemos llevar a cabo, pues no tenemos la obligación de cargarnos con más peso del que somos capaces de soportar.
para mi fue muy importaante esto de la disciplina ya que me sirvió para mi proyecto de español 🙂 muchas gracias por publicarlo!!!!
Solo faltó lo qe era la AUTODISCIPLINA pero me sirvio 😉 :*
Gracias por su comentario. Posiblemente en otro post aborde el tema con más detalle.
Saludos
especifica mas por que en contextualizacion todas dicen lo mismo,que sirve para alcanzar el éxito ♥
Muy bueno, casi excelente, muchas gracias por compartir su conocimiento