La queja limitante y la queja asertiva

LA QUEJALa queja es una expresión frecuente cuando sentimos que alguien nos trata mal o que en la vida suceden cosas que creemos que no nos merecemos.

Habitualmente la consideramos como una expresión normal, porque se piensa que si las cosas son  malas o injustas, al menos, nos queda el derecho al pataleo. En ese sentido, la queja, es la expresión de una cierta insatisfacción o desacuerdo, ya que nos quejamos cuando pensamos que no recibimos lo que creemos justo.

Obviamente, todos tenemos derecho a manifestar nuestro desacuerdo, pero existen maneras potenciadoras de hacerlo y, también, maneras limitantes. El peligro es que, para muchas personas, la queja reiterada genera un hábito mental que suele encubrir concepciones poco asertivas respecto al modo de afrontar las dificultades. Olvidamos que cuando las cosas se ponen difíciles nos quedan dos opciones, quejarnos o buscar soluciones. La elección depende de sólo nosotros.

Por tanto,  habría que diferenciar entre lo que es una queja esporádica del hábito de quejarse como manera habitual de responder a las dificultades. Para ello resulta bastante útil estar atentos a nuestras propias quejas para evitar así caer en automatismos y crear un hábito

Recordemos que la palabra es un potente  instrumento que puede curar, pero también puede dañar, tanto a quien la escucha como a quien la pronuncia.

La queja habitual representa un uso dañino de la palabra porque es pariente próximo del pensamiento negativo, ya que quienes se quejan de forma repetitiva suelen adoptar la posición de víctima. Por ello, la queja frecuente, suele ser un hábito común en personas pesimistas, amargadas y susceptibles, que olvidan que quejarse produce un alto gasto de energía. Es la actividad mental predilecta de las personas con una psique limitada. La queja, cultiva emociones negativas como el rencor, la ira o el resentimiento, y los quejosos desarrollan el hábito de enfocar su atención en lo malo.

Normalmente somos más hábiles detectando quejas en los demás que en nosotros mismos.

Hay que reconocer, sin embargo, que muchas personas utilizan la queja como el  intento de resolver una situación, pero se ha constatado que las personas que tienen tendencia a quejarse de modo habitual son las que suelen hacer poco para cambiar las cosas. Decir lo que a uno no le gusta sin aportar soluciones para ello suele ser poco útil, en términos de cambio.

La mayoría de las veces, quejarse, no suele resolver los problemas (si sales a la calle y hace frio, más te vale abrigarte, porque quejarte del frio que tienes no aumentará la temperatura).

Pero, respecto al uso de las quejas como forma de expresión, existe una excepción. Un tipo de queja útil, la queja asertiva.

Hay que diferenciarla de la queja en general. En la queja asertiva se critica la situación pero no la persona, y además suele acompañarse de propuestas para mejorar y cambiar lo que no nos gusta.

La queja asertiva nos permite expresar lo que necesitamos de forma adecuada, debido a que  transformamos la queja en un análisis razonado y una petición orientada al cambio.

La queja asertiva permite transformar un mal hábito en una oportunidad para crecer, ya que gracias a ella podemos aprender a poner atención en los aspectos positivos de las situaciones y en los medios que hemos de aplicar para transformar aquello que no nos gusta o las situaciones que consideramos adversas.

La queja asertiva puede ser aprendida y perfeccionada mediante el entrenamiento, siendo necesario enfocar nuestra atención tanto en lo que decimos como en la forma en la que lo hacemos.

No olvides que expresar algo razonable pero dicho de mala manera no suele generar un buen resultado.

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