Nos encontramos a las puertas del verano y resulta francamente extraño comenzar con lluvia los primeros días de un mes como junio.
Pero así ha sido. Cada vez el tiempo está más raro, aunque recordemos que los antiguos decían aquello de que “hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo”. ¡Por algo sería!
Supongo que estas lluvias no sean más que una cosa esporádica y a partir de ahora, previsiblemente, las temperaturas tenderán a aumentar, como es normal en esta época del año. No obstante, con aquello del cambio climático cada vez resulta más difícil realizar predicciones certeras acerca del tiempo y de las temperaturas.
Para algunas familias estos días de junio son una fechas emocionalmente intensas, pues muchos alumnos acaban el bachiller y se gradúan en sus respectivos colegios o institutos. Y casi sin solución de continuidad, comenzarán su preparación para los exámenes de selectividad que tendrán lugar a mediados de mes (más o menos).
A partir de ahí se incrementa la incertidumbre de si entrarán o no en la carrera que quieren realizar o en la facultad en la que desean estudiar.
En mis tiempos todo esto era bastante más fácil. Al menos no lo recuerdo con ese estrés con el que se vive ahora.
Cuando finalicé COU, fui al Instituto, me dieron las notas y ya está. Ni fiesta, ni ceremonia de graduación, ni nada de nada. Después te examinabas de selectividad y tenías menos nervios para elegir ya que, por un lado no había nota de corte, así que entrabas donde solicitabas, y, por otro lado, había menos carreras para elegir, así que la elección planteaba menos dificultades que ahora.
Además, la mayoría de los alumnos solían estudiar en su ciudad de origen, a menos que no existiese allí la carrera elegida o que la familia tuviese una buena posición económica y enviase a sus hijos a alguna prestigiosa facultad nacional o foránea.
Ahora, cuando hablo con chavales de segundo de bachiller siempre les pregunto, y qué quieres hacer. Hay de todo, quien lo tiene muy claro y quienes a pocos días de tener que rellenar su solicitud aún no saben qué carrera elegir.
Alguno me ha preguntado acerca de que le aconsejaba yo, por aquello de que los conocía desde pequeños. Mi respuesta es siempre la misma, “elige aquello por lo que sientas pasión”.
Porque estoy totalmente convencido de que la pasión es un ingrediente fundamental del éxito y de la felicidad, ya que aquellas personas que disfrutan con lo que hacen, más tarde o más temprano son exitosas y viven más felices.
Claro está que tendría que aclarar un poco qué es lo que entiendo yo por éxito, porque mi comprensión no es la habitual.
Para la mayoría de las personas, ser exitosos en la vida significa triunfar con un buen puesto de trabajo y, como dicen ahora los chavales jóvenes, “estar forraos a los treinta y cinco o cuarenta”.
Es posible que muchos de los que consiguen lo anterior se sientan afortunados y exitosos. Yo no tengo nada en contra de ello. Más bien tengo algunas preguntas y ciertos matices.
Desde mi punto de vista el éxito no lo mide el nivel socioeconómico alcanzado, aunque esto pueda ser importante, sino más bien el nivel de satisfacción personal que encuentras con lo que haces.
El éxito, según entiendo, tampoco tiene que ver con la fama alcanzada, sino con la coherencia interna con la que vivas y con la experiencia de estar viviendo una vida significativa para ti y para quienes te rodean.
Si además de esto, “estás forrao”, pues mejor. Pero si para conseguir más dinero has de traicionar tus ideales, enterrar tus sueños o vivir de un modo que no quisieras, pues entonces habrías de replanteártelo, a menos que quieras vivir “exitosamente infeliz”.
Porque, posiblemente, al final de nuestros días no pensemos en cuanto dinero hemos ganado o en cuantas medallas nos colgaron, sino que habremos de enfrentarnos desnudos y sin equipaje al más implacable de los jueces, nuestra propia consciencia, para dar buena cuenta de sí realmente vivimos con amor y con honor. Entonces sabremos, sin lugar a dudas, si fuimos exitosos o no.
Personalmente estoy convencido de que es difícil sentirse exitoso si no te honras a ti mismo. Y nos honramos cuando seguimos nuestras profundas convicciones, nuestros sueños e ideales, en lugar de renunciar a ellos por un puesto más seguro o por un sueldo más alto.
Tal vez para conseguir lo anterior debamos de aprender a correr algún riesgo, cosa que parece poco popular hoy día. Y también tener presente que quizás pasemos por momentos difíciles y que nos hagan dudar de si realmente mereció la pena el esfuerzo realizado y los sacrificios vividos.
En esos momentos, la esperanza, la disciplina, la perseverancia y otras muchas cualidades mentales vendrán en nuestra ayuda para confirmar que quien sigue su voz interior y lucha honestamente, con convicción, por seguir su propio camino, más tarde o más temprano, conseguirá el éxito que tanto ansía.
Por todo ello, cuando, como dije antes, me preguntan acerca de que les aconsejaría estudiar, siempre les digo “sigue tu pasión, trabaja en lo que te guste y en lo que te sientas realzado”.
Algunos ponen cara rara y me dicen, “es que me han dicho que lo que yo quiero hacer tiene pocas salidas”. Entonces les respondo, “para alguien que ama su trabajo, se apasiona con ello y enfoca su energía en hacerlo lo mejor posible, la salida siempre aparece”.
Pero has de tener presente que este no es el camino de los mediocres, sino de los guerreros.
Así que la pregunta crucial no es qué carrera has de elegir, sino si estás dispuesto a luchar por tus sueños, es decir, si quieres ser un guerrero.
Porque cuando respondas a esas preguntas, el camino se abrirá claro y nítido frente a tus ojos.
Cambiando de tema, en otro orden de cosas, recordar que este año el Solsticio de Verano caerá el 21 de junio, momento en el que debido a la posición del sol el día alcanzará su máximo de duración y la noche el mínimo, marcando el comienzo del verano.
Las fiestas solares de San Juan, con su simbología de fuego y las numerosas tradiciones y rituales en los diferentes puntos de nuestro país, nos recuerdan cada año la importancia de la purificación y de la renovación. La importancia, también, de eliminar, en este caso a través de las hogueras, lo viejo y lo caduco, para dejar espacio a lo nuevo que ha de venir.
Comenzamos un tiempo, pues, para aprender a soltar lastre y a aligerar peso, así como para volver a renovar nuestras ilusiones y proyectos.
Aprovechemos la energía de este mes para aprender a brillar como la luz del sol y poder así, iluminar nuestro camino y hacer posible que también que dicha luz ilumine a quienes nos rodean.
¡Feliz Junio!