¿Quien soy?

En principio pudiera parecer que está bastante claro saber quienes somos cada uno de nosotros. Porque toda persona tiene una cierta consciencia acerca de su propia identidad y cree saber quien es. Sobre todo tenemos más claro quienes no somos. Yo no soy tu, ni aquel otro, ni aquel otro…

Sin embargo, con frecuencia encontramos que saber quien eres no resulta tan claro. Muchos hablan de “crisis de identidad” para expresar que se encuentran en un proceso de búsqueda de su propia esencia personal. Otros realizan arduos trabajos psicoterapéuticos o meditativos para descubrir algo tan aparentemente sencillo como saber quienes son en realidad. Otros experimentan la sensación de poseer múltiples personalidades que  o controlan y que cada una se orienta hacia una finalidad diferente, lo cual les hace vivir en una confusión permanente.

¿Cómo llegar a saber quienes somos?

En un nivel superficial podríamos decir que llegas a creer que eres aquello con lo que  te identificas, aunque en un nivel más profundo, en realidad, seas otra cosa. Por tanto, si tu identificación es limitante, tu experiencia vital acerca de ti mismo también lo será. Del mismo modo que una identificación potenciadora te permitirá gozar de mejores experiencias personales.

¿Qué es eso de identificarse?

Desde el punto de vista psicológico, identificar es un proceso mediante el cual creamos identidades, es decir, certificamos que una cosa es lo que es. Obviamente eso no quiere decir que lo identificado sea cierto, pero quien realiza la identificación piensa que es así.

Referido a nosotros mismos, identificarse es el proceso por el cual cada uno de nosotros llega a construir una noción de quien es.
Dicho proceso empieza desde que nacemos y, según muchas escuelas psicológicas, dura hasta los siete, ocho, diez, doce…. años.  En realidad, como no podría ser de otro modo, dura toda la vida. Porque decir que el yo se acaba de construir a una edad determinada es tan absurdo como decir que a tal o cual edad se han finalizado de estructurar los procesos metabólicos. Cosa diferente es admitir que según la edad del sujeto, los procesos de construcción ( o el ejemplo del metabolismo) sean distintos

El proceso de crear identidad nos permite tener una cierta estabilidad en un mundo que es cambiante. Y cierta estabilidad es necesaria para poder funcionar en el mundo. Pero con frecuencia las identificaciones nos crean también muchas limitaciones, sobre todo cuando introyectamos identificaciones externas que llegan a ser limitantes funcionalmente.

¿Qué ocurrirá si nos identificamos con nuestras emociones o con nuestros pensamientos, y estos son negativos?

Si nos decimos continuamente cosas como “es que yo soy depresivo… claro es que mi madre también lo era”, o “ yo es que soy muy tímido”… etc.  ¿Cómo funcionaran estas identificaciones?

¿Qué es lo que te dices sobre ti mismo? ¿Quien crees que eres? ¿Cómo crees que eres? ¿De qué manera has llegado a construir las identificaciones que actualmente tienes?

Presencia

“Entender el mensaje de la vida en cada silencio, descubrir un universo oculto en cada mirada, sentir la huella de lo eterno escondida en cada segundo, cuando se experimenta el instante vivido desde la amorosa presencia” (ANF)

El baile de la vida

“La vida se parece a una danza en la que habremos de armonizar los aspectos de dar y recibir. Si los pasos no van acompasados es posible que el baile no sea bello, pero gracias a la fuerza del amor se puede volver a retomar el compás perdido” (ANF)

 

El espejo

“Si hubiese un espejo que te mostrara la verdad, no te verías como un cuerpo más o menos bonito, sino como una gota de agua que quiere volver al océano del que partió y anhela ser amada en lo que dura su camino de regreso, pero que ha olvidado que, precisamente, es el amor el único camino que nos conduce a casa” (ANF)

Felicidad

“Parece que ser feliz es más sencillo de lo que se cree, porque lo verdaderamente difícil es entender exactamente en qué consiste la felicidad. Una vez lo consigues, ésta, la felicidad, aparecerá en tu vida de forma espontánea” (ANF)

La mente dualista

 “Clasificar las cosas en buenas y malas no es mas que otro error de la mente dualista, porque muchas veces la vida nos demuestra que algo que en principio consideramos negativo, llegado el momento, se convierte en motivo de  agradecimiento y felicidad” (ANF)

 

Los beneficios de la Sofrodynamia®

Posiblemente sea la salud sea uno de los aspectos que más interés y atención susciten por parte de la mayoría de las personas. Pero si entendemos ésta de una manera global e integral, nunca podrá estar separada del proceso personal de crecimiento y desarrollo humano, ya que de ello depende la posibilidad de ser exitosos en la vida, no me refiero en el ámbito del tener sino en el del ser.

Hay quienes no se plantean estos asuntos, están en su derecho. Otros, sin embargo, deciden tomar las riendas de su vida y luchar activamente por conseguir esas metas a las que aspiran. Son aquellos que quieren ser los protagonistas de su propia historia.

La Sofrodynamia® es una herramienta que se ofrece a estos últimos, a los buscadores, a quienes toman consciencia de lo valioso de su existencia y se comprometen para desarrollar el máximo de su potencial como seres humanos.  

La experiencia durante años con los grupos de Entrenamiento en Sofrodynamia®  demuestra la importancia de dicho entrenamiento para conseguir los resultados que he mencionado, es decir, para la mejora de la salud física y mental y  también para encontrar las claves de nuestro propio desarrollo.

Pero no es necesario estar enfermos para desear estar sanos, ni tampoco tener un gran problema para querer ser feliz. Simplemente habrás de tener claro que te encuentres como te encuentres es posible mejorar. Si te encuentras mal querrás mejorar para tratar de sentirte bien, pero si ya te encuentras bien, también puedes desear estar mejor, es decir, pasar de lo bueno a lo excelente.

El Entrenamiento en Sofrodynamia® da respuesta a todas estas cuestiones, debido a que es una herramienta de gran valor preventivo y curativo, ya que la  Sofrodynamia®  es útil en el ámbito de la medicina, de la psicología y del desarrollo humano.

Si quisiéramos concretar más, se podría decir que sirve para:

  • Complementar el tratamiento de todos los procesos psicosomáticos
  • La prevención y tratamiento del estrés y sus secuelas
  • Los trastornos de ansiedad y cuadros depresivos, aliviando las angustias tensiones, miedos, etc.
  • Mejorar la capacidad de hacer frente a las adversidades (Resiliencia)
  • Los que se encuentran en momentos críticos de su vida, confusos y perdidos, ayudándoles a tomar consciencia de sus capacidades y aclarando sus metas y propósitos
  • Todos aquellos que ya se encuentran involucrados en un proceso de crecimiento interior y desarrollo humano
  • Quienes quieren conocerse mejor
  • Los que desean mejorar el autocontrol y la capacidad de hacer frente a las situaciones vitales complejas
  • Quienes quieren aprender a gestionar su mundo emocional
  • Los cambios vitales en general (profesionales, personales, familiares, etc.)
  • Los cambios vitales en la mujer (embarazo, menopausia, Síndrome del Nido vacío, etc.)
  • Quienes padecen enfermedades crónicas
  • Personas de la tercera edad

La Sofrodynamia® puede ser aprendida y practicada por cualquier persona que lo desee exceptuando niños pequeños, trastornos psicóticos y sujetos con alteraciones importantes de su estado o nivel de consciencia.

Sofrodynamia® y mandalas

Existen en el mundo muchas cosas sobre las que podemos realizar acertadas descripciones. Eso significa que, de alguna forma, quienes las escuchan, se harán una idea suficientemente correcta y precisa acerca de lo descrito. En este caso decimos que son fenómenos fácilmente descriptibles.

Sin embargo, también encontramos otro tipo de experiencias que entrañan una compleja dificultad a la hora de comunicarlas a terceras personas. En este segundo caso, decimos de ellas que son experiencias inefables, es decir, experiencias para las que las palabras conocidas resultan insuficientes como para describirlas con exactitud y fidelidad.

La mayoría de los procesos del mundo interior, sobre todo, aquellos de cierta relevancia, así como las experiencias de más alto nivel, es decir, las que nos conmocionan profundamente, suelen pertenecer a este último grupo. Sucede, entonces, que las palabras comunes no nos sirven para transmitir a otros lo que hemos vivido o experimentado en un nivel elevado o sutil de nuestra mente.

Tal vez por esa razón, desde la más remota antigüedad, los seres humanos han tratado de expresar sus experiencias vitales más profundas e inefables por medio de símbolos e imágenes arquetípicas que, apuntando hacia lo más profundo del inconsciente, eran capaces de transmitir una gran carga de información esencial que trascendía la mera literalidad de dicho símbolo o imagen.

En relación al crecimiento y desarrollo humano, unas de las expresiones simbólicas que podemos encontrar con más alto contenido relevante son los mandalas.

Provenientes de la cultura oriental, los mandalas, han llegado hasta nosotros como un elemento de enorme riqueza simbólica y que, además de su enorme carga descriptiva, guardan en su interior una capacidad transformadora de la consciencia de quienes lo contemplan.

Utilizados frecuentemente en el ámbito de la meditación, dichas representaciones mandálicas poseen tal capacidad de transformación de la mente humana que han llegado a ser considerados, incluso, como elementos con una cierta capacidad sanadora.

Mandala es una palabra sánscrita que significa círculo, y son llamados así debido a que todos sus contenidos se encuentran encerrados en el interior del círculo que los contiene. El círculo representa la iluminación y la perfección humana. Cuando están formados exclusivamente por líneas geométricas, reciben el nombre de Yantra.

De forma resumida podría decirse que, los mandalas, poseen distintos niveles de significación. 

Por un lado, se considera el mandala como la representación simbólica de una verdad trascendente que no puede describirse con palabras. Una especie de “texto” en forma de imágenes que pueden ser descifradas por quienes tienen  las claves de dichos símbolos.

Por otro lado, los mandalas se consideran como soportes de ciertas meditaciones en las que el adepto es capaz de conseguir avanzados estados meditativos mediante su contemplación.

En el ámbito del budismo tibetano, un mandala, representa “la residencia de una deidad”, entendida ésta como un aspecto purificado e iluminado de nuestra propia consciencia.

Una de las principales finalidades de los mandalas ha sido la transmisión de información esencial para el mundo interior del ser humano. Dichas informaciones y conocimientos mandálicos se han venido transmitiendo a lo largo de los siglos por medio de representaciones, sobre todo geométricas, encerradas dentro de un círculo.

No obstante, su impacto en la profundidad de la psique y del espíritu humano es tan profundo que, incluso sin conocer las claves ocultas, la mera contemplación respetuosa del mismo, es capaz de inducir las transformaciones necesarias en el mundo interior de quien realiza dicha práctica contemplativa.

Su misión consiste en activar el yo profundo del sujeto que lo contempla, permitiendo la comprensión de verdades cósmicas difíciles de describir con palabras, y conectando, por vía visual, con la esencia de insondables enseñanzas o de estados de consciencia alcanzados mediante la práctica de la meditación.

Los mandalas encierran dentro de sí la representación simbólica del universo y han sido, generalmente, utilizados como una forma de expresión para que el individuo pueda realizar el camino que le permite alcanzar la unificación con la esencia del ser. Como se ha dicho anteriormente, la simple observación atenta y respetuosa de un mandala tiende a encaminar nuestra atención hacia los contenidos espirituales.

Desde la noche de los tiempos, a lo largo de la historia de la humanidad, han aparecido todo tipo de representaciones mandálicas, como por ejemplo las ruedas solares neolíticas, las cuales, curiosamente, aparecieron en el mundo mucho antes que se inventase la propia rueda como medio de desplazamiento.

Expresiones tales como «Entrar en el mandala» o «Recorrer el mandala» son equivalentes a practicar la vía espiritual o transitar el camino de retorno al centro.

Relacionado con esto, tratar de concebir nuestra propia vida, globalmente, como un auténtico mandala, puede llegar a tener grandes repercusiones para cada uno de nosotros.

Porque establecer en nuestra mente la experie ncia vital del mandala equivale a pasar de lo mecánico a  lo holístico, de la recta al círculo o la espiral. Es, también, la posibilidad de realizar el tránsito de dejar de percibirse como seres aislados e incompletos para sentirse como elementos pertenecientes a un sistema de orden superior, el Gran Mandala de la Creación.

Si trasladamos el significado de la esencia del símbolo mandálico a nuestra propia vida, podremos obtener ciertas comprensiones reveladoras. Por esta razón, desde el modelo de entrenamiento sofrodynámico, se propone la posibilidad de trabajar con distintos aspectos del enfoque mandálico, tanto en lo que se refiere a su significado profundo como a la realización de algunas prácticas sofrodynámicas.

Hoy día se ha puesto de moda trabajar con mandalas, mediante la realización de dibujos de mandalas a través de plantillas que suelen colorearse libremente. Se deja a la iniciativa de quien lo realiza la libertad en la elección de los colores y, a veces, en completar el diseño. Quienes han realizado dichos ejercicios refieren beneficios curiosos.

Pero en Sofrodynamia® trabajamos los mandalas de un modo muy diferente. Por un lado, asumimos que nuestra vida se estructura de manera semejante a los mandalas y, desde este punto de vista, conseguimos comprender ciertos mecanismos implicados en nuestros procesos vitales. Por otro lado, utilizamos también el planteamiento mandálico para realizar ciertos tipos de ejercicios mentales.

Pongamos un ejemplo de un sencillo ejercicio sofrodynámico. Imaginemos que nos encontramos en el centro de un gran círculo que se extiende hacia el horizonte, y dentro del cual se encuentra contenida toda nuestra vida. Imaginemos, también, que dicho círculo se haya subdividido en innumerables círculos concéntricos, de tal manera que situamos en los círculos más próximos a las personas, proyectos, valores, objetos, etc. más queridos y cercanos. Y progresivamente en los demás círculos vamos colocando a todo lo demás que existe en nuestra vida, organizándolo todo en función de la mayor o menor cercanía.

Podemos visualizar, también, que dichos círculos concéntricos no están separados unos de otros, sino que existen conexiones, como calles, que muestran una auténtica red tridimensional de relaciones entre los contenidos de unos y otros círculos concéntricos que conforman nuestro mandala.

Bien, dicha imagen mental no es más que un recurso para tratar de establecer una representación simbólica de algo difícilmente representable de otra forma, como es toda una vida. Es decir, mediante el ejercicio anterior, habríamos expresado nuestra vida en formato mandálico.

Una vez hecho eso, y manteniendo la visualización, realizamos un segundo paso, la indagación por medio de las Preguntas de Alto Nivel (PAN). Dicha indagación puede ser llevada a cabo de forma reflexiva, es decir, preguntándose y reflexionando en el nivel habitual de vigilia. Pero también podría realizarse de forma meditativa, lo cual significa realizar las preguntas mientras se permanece en estados más profundos de consciencia, sin buscar activamente la respuesta, simplemente permitiendo que las comprensiones emerjan desde la profundidad.

Elijas hacerlo de un modo u otro, podemos comenzar a preguntarnos ¿cómo es actualmente nuestro mandala?, ¿cuidamos nuestro mandala?, ¿qué significa y qué implica cuidar el mandala?, etc.

Aclaremos algún aspecto importante. Cuando hablamos de cuidar nuestro mandala, lo que estamos planteando es cómo cuidar a las personas, relaciones, proyectos, valores, etc., que dentro de él se contienen.

Cuidar el mandala se encuentra, por tanto, muy relacionado con honrar a los demás y con honrarse a sí mismo, así como con ser fiel a nuestra propia vocación y destino.

Es posible distinguir entre un mandala exterior o externo, que es el modo en el que se configuran las cosas, personas y relaciones en nuestro mundo exterior, y un mandala interno, que es el modo en el que nuestro mundo interior se encuentra organizado y dispuesto.

Ambos se encuentran directamente relacionados, de tal manera que nuestro mandala externo no es más que una representación de nuestro mandala interno.

Por eso, cuando decimos que hemos de cuidar nuestro mandala nos referimos a la vez al externo y al interno. Por tanto, significa que hemos de aprender a cuidar nuestro espacio vital personal, nuestra casa, nuestra habitación, nuestros seres queridos, nuestra mente (pensamientos, emociones, etc.) y, como no, nuestro tiempo, porque nuestro tiempo vital también forma parte del Gran Mandala de la Vida.                                       

Cuando por ignorancia, olvido o descuido renunciamos a cuidar nuestro mandala, nos esperarán, sin lugar a dudas, muchos más sufrimientos y decepciones de los que cabría imaginarse.

Sabemos que cuando alguien quiere disfrutar de su hogar lo mantiene limpio y en orden. Tira aquello que sobra e incorpora poco a poco lo que falta, tratando de buscar un cierto estado de armonía de las cosas.

Así, del mismo modo, hemos de proceder con nuestro mandala para que llegue a ser un auténtico “Mandala de Sabiduría”, habitado por una consciencia despierta que ayude, también, a despertar y a liberar del sufrimiento a todos aquellos que también forman parte de él.

Campos de aplicación de la Sofrodynamia®

Después de años de experiencia enseñando Sofrodynamia®, es decir, de haber entrenado a miles de personas, puedo afirmar con total rotundidad que dicha metodología constituye una herramienta de gran valor en numerosos ámbitos del ser humano, sobre todo porque les enseña y les ayuda a vivir mejor y a experimentar un grado de bienestar superior al que conocían.

Podría decirse que la Sofrodynamia® está especialmente recomendada para todas aquellos que quieran crecer y desarrollarse, tanto si se encuentran sanos como si padecen algún tipo de enfermedad.

La Sofrodynamia® no es una terapia, pero es terapéutica. ¿Qué quiere decir esta aparente contradicción? Pues que estando planteada como una disciplina de desarrollo humano, nos encontramos con la sorpresa de que, una vez se entrena lo suficiente, se producen cambios terapéuticos, en ocasiones sorprendentes, que transforman un proceso patológico y generan un mejor estado de salud. Por eso, se piensa que la Sofrodynamia® es una terapia, porque para estas personas ha funcionado como tal. Pero a pesar de que para muchos enfermos haya habido un antes y un después en sus vidas, insisto, en que no puede presentarse como si fuese una terapia.

Podríamos preguntarnos, pues, ¿entonces cuáles son los campos de aplicación del entrenamiento sofrodynámico? A lo que habría que responder que la Sofrodynamia® ha demostrado ampliamente su utilidad en el ámbito de la medicina, de la psicología y, sobre todo, del desarrollo humano.

En el área de la salud se ha demostrado que no es un mero tratamiento sintomático para una enfermedad específica, sino, más bien, un instrumento integrador, armonizador y en cierto aspecto curativo del ser. Si quisiésemos concretar un poco más sus aplicaciones, valdría con leer el siguiente listado:

–          Mejora el estado de salud en general.

–          Es útil como prevención y tratamiento del estrés.

–          También como parte del tratamiento de las enfermedades y procesos psicosomáticos.

–          Ayuda a las personas de la tercera edad.

–          Para los enfermos crónicos o convalecientes de enfermedades graves.

–          Para todas aquellas personas que se encuentran involucrados en procesos importantes de cambios en sus vidas.

–          Como aportación al desarrollo humano, al crecimiento interior y al desarrollo espiritual.

Si entendemos bien todo lo anterior, es posible deducir que el aprendizaje y la práctica de la Sofrodynamia® puede ser de utilidad prácticamente para cualquier persona que lo desee.

En este sentido no existen demasiadas restricciones para su aprendizaje, salvo para aquellos sujetos que padecen alteraciones graves del estado o nivel de conciencia que le impidan mantener un nivel normal de comunicación (demencias, psicopatías graves, oligofrenias, niños muy pequeños, etc.).

Después de años de experiencia y de recibir el feed-back de miles de alumnos, es posible deducir algunas conclusiones acerca del tipo de personas a los que más ha beneficiado el entrenamiento sofrodynámico. Si quisiésemos agruparlos, diría que han recibido grandes beneficios personales los siguientes grupos:

1)   Aquellos alumnos que padecen patología psicosomática, ya que la Sofrodynamia® se muestra muy útil mejorar los trastornos de ansiedad, depresión o en la patología derivada del estrés, porque encuentran un alivio para sus síntomas y disponemos de un gran número de estrategias para la prevención y gestión del estrés.

2)   Personas afectadas por cambios importantes en sus vidas, tanto si dichos cambios han ocurrido ya, o bien en los momentos previos a que estos se produzcan. A estas personas les sirve para resituarse en su momento presente, les permite encontrar sentido a su manera de estar en el mundo y, además, les posibilita que puedan establecer direcciones de desarrollo mejorando mucho más su proceso de cambio consciente hacia las metas por ellos elegidas.

3)   Los sujetos que están involucrados en un proceso de crecimiento y desarrollo interior. Aquí la Sofrodynamia®, desde el profundo respeto a las diferentes religiones, los distintos modelos de desarrollo humano y las diferentes tradiciones espirituales, se sitúa más allá de  aquellos credos concretos y facilita las herramientas psicológicas, energéticas y espirituales, para que cada cual, según sus propias creencias, realice su búsqueda de una forma más segura y eficaz.

Personalmente, después de muchos años enseñando Sofrodynamia® no necesito muchos argumentos, más allá de lo que personalmente he comprobado año tras año, para convencerme del gran beneficio del método. Pero comprendo que para las demás personas, sobre todo aquellas más escépticas o que ni si quiera conocen el significado del término Sofrodynamia®, para ellos, es de suma importancia contar con pruebas suficientes que demuestran la valía y la solidez de mis propuestas.

Desde los comienzos he procurado siempre constatar por escrito las experiencias personales de los alumnos. Por eso cuento con numerosos autoinformes en los que cada persona refiere los cambios que se han producido en sus vidas, sus progresos y los beneficios recibidos gracias al entrenamiento sofrodynámico. Esto es un modo de evaluación de tipo subjetivo, pero de un gran valor práctico, al menos para mí, ya que recibo información acerca de qué es lo que más les ha beneficiado o qué dificultades han tenido durante su entrenamiento.

Además de estos autoinformes que, como he mencionado, son sumamente valiosos ya que relata la experiencia individual y personal de cada sujeto contada por él mismo, hace años que vengo realizando diferentes pruebas psicométricas para demostrar de una forma más objetiva aquello que, subjetivamente, cada persona afirma. Estos cuestionarios se pasan durante la sesión inicial y la sesión final en el grupo de entrenamiento de nivel inicial.

A modo de resumen, los datos objetivos revelan que el 91% de los alumnos refieren haber obtenidos importantes beneficios gracias a su práctica sofrodynámica, tanto en la dimensión, personal, familiar o laboral. También se han comprobado diferencias significativas en cuanto a mejoras del estrés, ansiedad y depresión.

Todo lo anterior permite afirmar que la Sofrodynamia® es una estrategia útil en todos los campos referidos anteriormente y posee un gran número de aplicaciones, tanto para sujetos sanos como para aquellos que padecen cierto tipo de enfermedades, ayudándolos en su curación y permitiéndoles vivir de una forma más armónica y feliz.