Zumos envasados: ¿una alternativa saludable?

Zumos envasados: ¿una alternativa saludable?

zumosPor Doña Gracia María Casado, Nutricionista, colaboradora del C.M.I. Dr.Nougués

¿Quién no los ha tomado en alguna ocasión? Suponen una alternativa rápida, cómoda y práctica y cada vez son más los tipos que podemos encontrar en los supermercados, sin embargo debemos conocer todas sus ventajas e inconvenientes y una vez más, hacer nuestras elecciones con “conocimiento de causa” como es habitual decir.

Representan una alternativa para aprovechar la fruta, ya que gracias a los avances en su elaboración y conservación, es posible conservar sus propiedades nutritivas de una forma óptima, sin embargo, existen opiniones diversas en cuanto a la adecuación o no del consumo de los mismos ya que en su composición nutricional, destaca un alto contenido en azúcares y bajo porcentaje de fruta, si es que está presente como ingrediente. Por tanto, un zumo no es una alternativa sustitutiva frente a la pieza de fruta. Diferente es, cuando nos referimos a los zumos de fruta naturales.

Cuando nos adentramos en el pasillo del supermercado de los “zumos”, desde néctares, concentrados…, en definitiva infinitos los que podemos encontrar y si bien comparten una característica común, estar envasados, la composición nutricional de cada uno de ellos es muy diferente, y consecuentemente sus beneficios y aporte nutricional. Hemos de saber que el nutriente más significativo en todos ellos, son los hidratos de carbono (10% del producto), los cuales se presentan principalmente en forma de azúcares (sacarosa, glucosa y fructosa). En general, la concentración de sacarosa es superior a la de los otros dos. La elaboración industrial de los zumos ocasiona pérdidas de los azúcares de las frutas de las que proceden, por lo que en estos casos, se añade azúcar persiguiendo imitar la composición de un zumo natural. La adicción de azúcar está permitida en unas cantidades determinadas y se incluirá como ingrediente en el etiquetado, sin embargo a veces se dan irregularidades ya que en muchas ocasiones se recurre a ella para otros fines, menos éticos: corregir la excesiva acidez del zumo, ocultar la adición de zumos de otras frutas o enmascarar la escasez de ella. Sí podemos decir que van a garantizar cierto contenido en vitaminas, y además, suelen ir enriquecidos con vitaminas antioxidantes A, C y E, añadidas con objeto de prevenir y evitar tanto las reacciones de oxidación como las pérdidas que puedan producirse en su elaboración. Entre el aporte mineral destacan el potasio, fósforo y magnesio.

Veamos ahora las principales diferencias entre todos los tipos que se engloban en el gran grupo de los denominados “zumos”:

–          zumo de fruta natural: producto resultante de exprimir un fruto/a, sin someter a ninguna manipulación posterior. Muy nutritivos pero hemos de saber que tras un tiempo sin ser consumidos pierden vitaminas de forma rápida y progresiva.

–   zumos de frutas: Producto susceptible de fermentación, pero no fermentado, obtenido a partir de frutas sanas, maduras, frescas o conservadas por el frío, de una o varias especies, que posee el color, aroma y  sabor característicos de los zumos de la fruta de la que procede. Se pueden añadir a él, el aroma, la pulpa y las celdillas perdidas en la extracción

–          zumo de frutas a base de concentrado: elaborados a partir de concentrados de zumo (como materia prima), al que se añade el agua necesaria para reconstituir el producto.

–          zumo de frutas concentrado: se obtiene a partir de zumos de frutas, por eliminación, mediante procedimientos físicos, de una parte de su agua de constitución. Si el producto se destina al consumo directo, la concentración debe ser, al menos, de un 50%.

–          zumo de frutas deshidratado o en polvo: obtenido a partir de zumo de frutas por eliminación física de casi la totalidad del agua.

–          néctar de frutas: producto susceptible de fermentación, pero no fermentado, obtenido por adición de agua y de azúcares, miel o edulcorantes(no superior al 20% del peso del producto acabado) a zumos, puré de frutas o a una mezcla de los anteriores.

Una  vez más, consumamos habitualmente los alimentos en su forma natural, lo que no quiere decir que puntualmente no podamos elegir uno.

Después de llegar al final del artículo, ¿tenéis vuestra propia respuesta a la pregunta que titula este artículo?

Los edulcorantes

Los edulcorantes

azucarPor Dª Gracia María Casado, Nutricionista y colaboradora del C.M.I. Dr. Nougués

Como todos sabemos, un edulcorante es un aditivo para los alimentos capaz de duplicar el efecto del azúcar,  pero que usualmente tiene menos energía. Algunos extractos del azúcar son naturales y algunos son sintéticos y generalmente se conocen como edulcorantes artificiales.

Actualmente el empleo de edulcorantes se da en parte por su gran aplicabilidad y por sus efectos, entre ellos  y fundamentalmente, el acalórico, frente a numerosas situaciones:

– disminuir el peso

– controlar la DM y evitar hipoglucemias reactivas

– el cuidado dental

Se pueden agrupar en:

-acalóricos  naturales

-acalóricos artificiales  (sacarina, ciclamato, aspartamo, acesulfame k, D-tagatosa, y L-glucosa)

-calóricos naturales (sacarosa, fructosa, glucosa y lactosa)

-calóricos artificiales (sorbitol, manitol, xilitol, malitol e isomalitol)

Los sustitutos del azúcar se desarrollaron originalmente para ser utilizados por diabéticos y personas con problemas específicos de salud; sin embargo, hoy en día se ha incrementado la demanda de productos bajos en calorías por parte de los consumidores. Algunos de estos hidratos de carbono utilizados como edulcorantes (p. ej., la polidextrosa o el xilitol) se han propuesto como ingredientes de alimentos funcionales útiles para el control de la ingesta por su bajo contenido energético (ya que no son metabolizados o no completamente) y también por los efectos de algunos de ellos, aunque ligeros, sobre la supresión del apetito. Otros azúcares alcoholes como el sorbitol, lactitol, y el xilitol están siendo cada vez más utilizados como edulcorantes en la obtención de productos ‘sin azúcar’. Estos productos son absorbidos de una forma incompleta por el tracto digestivo, por lo que tienen un contenido calórico útil menor que el del azúcar (de 1,5 a 3 kcal/g).

Otro de los edulcorantes, conocidos recientemente es la Stevia. Se emplea como sustituto del azúcar. Tiene un sabor más lento al comienzo y una duración más larga que la de azúcar, aunque algunos de sus extractos pueden tener un sabor amargo o como gusto a regaliz en altas concentraciones. Con sus extractos, que tienen hasta 300 veces el dulzor del azúcar, stevia ha llamado la atención con la creciente demanda de bajos carbohidratos y alimentos bajos de azúcar en la alimentación alternativa. La investigación médica también ha demostrado los posibles beneficios de la stevia en el tratamiento de la obesidad y la hipertensión arterial porque tiene un efecto insignificante en la glucosa en la sangre, es atractivo como un edulcorante natural para las personas con dietas en carbohidratos controlados. Sin embargo, la salud y controversias políticas han limitado la disponibilidad de la stevia en muchos países.

La fructosa clásicamente se ha utilizado como sustituta de la sacarosa en pacientes diabéticos, como edulcorante para la elaboración de numerosos productos, etiquetados como “aptos para diabéticos”. Sin embargo más recientemente se ha comprobado que dietas con alto contenido en fructosa, inducen a hiperglucemia, hiperinsulinemia, hipertrigliceridemia e insulinoresistencia, por lo cual su uso se ha limitado en diabetes.

Finalmente el sucromalt, oligosacárido procedente de la conversión de sacarosa y maltosa, en fructosa y un olisacárido de glucosa con uniones 1-3 y 1-6 alternativamente, ha sido muy utilizado en el diseño de alimentos de bajo IG.

En su caso la tendencia en el patrón alimenticio ¿se centra en el uso de azúcares refinados (de mesa) o bien emplea algún edulcorante de los mencionados anteriormente?

Roscón de Reyes

Roscón de Reyes

roscon de reyesPor Dª Gracia María Casado, Nutricionista y colaboradora del C.M.I. Dr.

Como cada año y a modo de cierre de la festividad Navideña, culminamos los excesos de estos días con el típico Rosco de Reyes, si bien ello no quita que “lo sobrante” no dure en nuestras despensas varias semanas

Los ingredientes que se utilizan para su elaboración son totalmente naturales en la mayoría de las panaderías y pastelerías donde lo podemos encontrar. Aunque ya también se fabrican de manera industrial, por lo que ante ello la recomendación es, de optar por el artesano, que siempre será mucho más

Sus ingredientes principales son los huevos, mantequilla, harina y azúcar, aunque también se le acompaña con agua de azahar (responsable de su aroma característico), frutas escarchadas y un relleno que puede ser crema, nata, chocolate o incluso nada. Por esto es un alimento nutritivo pero partiendo de que es elaborado con ingredientes que contienen altas dosis de hidratos de carbono (los cuales son simples por lo que aumentarán los niveles de glucosa en poco tiempo, y si no es consumida por nuestro cuerpo se acumulará en forma de grasa) el roscón es un postre calórico. En cuanto al aporte de grasas es relativamente pequeño, y destaca también su alto contenido en proteínas, al utilizar alimentos como los huevos o la leche para la elaboración del

En estos días, instituciones de Nutrición como la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO) recuerda a los ciudadanos la importancia de cuidar la alimentación durante las fiestas navideñas y tener en cuenta las calorías que se consumen ya que, por ejemplo, una porción del tradicional Roscón de Reyes aporta más calorías que diez gambas a la plancha (250 frente a 200). Recuerdan además, al comparar con otros productos típicos de la fecha, que el roscón es uno de los que más calorías tiene, frente a las 200 que aporta un dedo de turrón, las 120 de un polvorón o las 80 de un mazapán.

Conclusión: antes de comer un alimento conoce  su composición y aporte.

¡¡FELIZ DÍA DE REYES!!

Mariscada en Navidad. ¿Precaución?

Mariscada en Navidad. ¿Precaución?

mariscadaPor Dª Gracia María Casado, Nutricionista colaboradora del C.M.I. Dr. Nougués

Por marisco según la definición de la Real Academia Española (RAE), se entiende cualquier animal marino invertebrado y, especialmente, el molusco o crustáceo comestible.

Dentro de cada uno de estos dos grandes grupos (crustáceos y mariscos), aunque habitualmente no hacemos distinción entre ellos, sino que los consideramos todos bajo el término marisco, a su vez se diferencian varios tipos (almejas, mejillones, calamar…/langosta, percebes…, respectivamente). Y sean unos u otros, nuestra mesa rebosa con ellos en las comidas navideñas, aportándoles un toque de glamour y diferencia respecto al resto del año. ¿Pero cómo saber si se trata de un tipo u otro? De forma fácil recordad que los moluscos son todos aquellos que presentan concha y los crustáceos todos los similares a la gamba, langostino, percebe…, es decir todos los que presentan “antenitas”.

Como cualquier otro producto de pesca, son una excelente fuente de nutrientes, si bien dependiendo del tipo de que se trate, teniendo en cuenta la amplia variedad con la que nos encontramos, es importante no olvidar ciertos detalles más aún, cuando padecemos determinadas enfermedades, que en estos días pueden verse repercutidas negativamente por los excesos cometidos, ya que la frase típica es: “por una vez…”; el problema está en la cantidad pues no es tomarlos, sino que no nos conformamos con la cantidad pequeña, prevaleciendo una vez más el deseo sobre la sensatez y la moderación.

De forma general al hablar de la composición nutricional de los mariscos destaca su bajo aporte calórico (posible alternativa para regímenes hipocalóricos); el alto contenido proteico (de alta calidad como las de la carne y huevo), de minerales (destacando el calcio, magnesio y fósforo), de oligoelementos y vitaminas y el bajo aporte graso, siendo éstas de tipo poliinsaturadas (especialmente omega 3 y 6). En cuanto al colesterol, si bien en términos generales y sobre todo, en el caso de los bivalvos (es decirlos de dos conchas como las almejas, etc), no es excesivamente alto, precaución  con los crustáceos,  sobre todo en casos concretos como los langostinos y familiares (calamar). También debe destacarse que la capacidad de los pescados y los mariscos de aumentar el nivel del colesterol sanguíneo, es muy inferior a la de otros alimentos por su mayor concentración de ácidos grasos insaturados (que ejercen un efecto reductor del colesterol), y su escaso contenido en ácidos grasos saturados (cuyo exceso está relacionado directamente con el aumento del colesterol plasmático).

Esta composición es la que lleva a ser precavidos en su consumo, debiendo primar una vez más la MODERACIÓN, más aún ante patologías como el ácido úrico (por el alto contenido en proteínas que al ser degradadas dan lugar a purinas y éstas al metabolizarse, ácido úrico), dislipemias (colesterolemia), enfermedades hepáticas, alteraciones inmunológicas o problemas gastrointestinales; en estos tres últimos casos sobre todo si van a ser consumidos práctica o totalmente crudos, ya que si el medio en el que viven (el agua) está contaminada pueden albergar en su interior sustancias que al comerlos pasan a nuestro organismo, causando intoxicaciones y cuadros gastrointestinales.

 

Alimentación en Navidad

Alimentación en Navidad

alimentación en navidadPor Dª Gracia María Casado, Nutricionista y colaboradora del C.M.I. Dr. Nougués

Llegaron las deseadas fiestas y con ellas los excesos y comidas copiosas que dificultan el seguimiento de cualquier tipo de dieta, entendiéndola siempre como esa comida/ingesta habitual de alimentos que tenemos a lo largo del resto del año.

Aunque lo más fácil es descuidarse, no siempre lo correcto y sano es lo que supone un menor esfuerzo. Lo más importante y recomendable es vigilar qué cómo,  cuándo (en qué momento del día) y sobre todo, cuánto, sabiendo compensar posteriormente.

Es más sencillo de lo que pensamos y podremos saborear y disfrutar de numerosos alimentos, sin que interfieran significativamente en nuestra salud, sólo con consumir la cantidad adecuada. La MODERACIÓN pasa a ser el elemento clave de estos días, así como el no olvidar qué es un plato equilibrado y sano, en el que primen productos vegetales, frescos y naturales.

No se trata de perder en unos cuantos días, el patrón de hábitos saludables que teníamos o que habíamos comenzado a integrar en busca de una mejora de nuestra salud, haciendo justo lo contrario.
Transmitiros algunos consejos y pautas que pueden ayudar a afrontar la “locura” de estos días:

–          La base de la alimentación y de las preparaciones deben ser las verduras y

hortalizas, los cereales, las legumbres, la patata y las frutas frescas.

–          Variedad de alimentos pero pequeña cantidad.

–          Mantén una regularidad horaria para las comidas. Vigila el picoteo.

–          Emplea platos pequeños, los grandes incentivan a servirse más comida.

–          Ojo con las repeticiones, por inofensiva  que parezca esa comida.

–          Comer despacio y masticar bien.

–          No confundir la sensación de hambre con la de sed, por ello es importante beber mucho líquido (agua e infusiones).

–          Limitar las grasas de origen animal, bollería y lácteos (tomar lácteos desnatados), así como salsas, cremas…

–          Sustituir alguna ración de carne por pescado. En las carnes intentar elegir los cortes magros, eliminando la grasa visible y la piel.

–          Comer alimentos con fibra (verduras, frutas, cereales integrales, legumbres).

–          Limitar el consumo de azúcares refinados (mazapanes, turrones, polvorones, frutas en almíbar, helados, bollos, galletas, caramelos, pasteles…).

–          Utilizar la sal con moderación, las hierbas y especias aromáticas son una alternativa saludable.

–          Moderar el consumo de alcohol.

–          Mantener una actividad física adecuada que además de divertir implique movimiento.

A la hora de cocinar:

– Sustituye los ingredientes de los entrantes tradicionales que suelen suponer un aporte energético importante, por otros más ligeros a base de hortalizas y verduras, mariscos, pescados.

– Cocina de modo saludable, usando técnicas culinarias que aporten poca grasa (cocción al vapor, hervido o cocido, el horno-asado, la plancha/barbacoa, y el papillote) con una cantidad limitada de aceite (de oliva).
Como primero: verduras típicas de esta época navideña (¿dónde quedan los alimentos de temporada?), preparadas con la máxima originalidad.

Como segundo, el pescado será un perfecto sustituto de las carnes rojas que son más calóricas y grasas.

¿Y de postre?Siempre repostería casera, ya que así es más fácil controlar los ingredientes y las cantidades. Postres como macedonias, gelatinas, batidos o sorbetes, son alternativas más saludables a los dulces típicos de Navidad.

EQUILIBRIO, CALIDAD Y MODERACIÓN.

Desde el Centro de Medicina Integral Dr. Nougués, desearos ¡FELICES FIESTAS!

Ahumados, ¿inconvenientes?

Ahumados, ¿inconvenientes?

ahumados

Por Dª Gracia María Casado, Nutricionista y colaboradora del C.M.I  Dr. Nougués

Desde la técnica culinaria denominada así, como todos aquellos alimentos sometidos a la misma, tienen cabida aquí. El ahumado es aquel tratamiento en el cual se somete el alimento objetivo al humo proveniente del fuego, con maderas de escaso nivel de resina, de forma que éste capte el aroma y sabor, adquiriendo así las características organolépticas propias de ese tipo de productos. Pero por otro lado y desde antaño, es una técnica que igualmente se ha venido empleando con fines de conservación alargando la vida de los alimentos perecederos. A este gran grupo pertenecen desde embutidos, a pescado (tradicionalmente se ha sometido a su conservación mediante este procedimiento, aquellos con carnes ricas en grasas: arenque, salmón, anguila, trucha, caballa, etc.), condimentos como el pimentón, algunas marcas de whisky escocés e incluso algunos tipos de quesos, cerveza y tés (si bien en España estos tres últimos no son muy típicos).

Normalmente los productos resultantes de aplicar este método, presentan un alto contenido en ciertas sustancias como sal, conservantes… (el más claro ejemplo de ello son los embutidos), de ahí que en términos generales, la ingesta de ahumados esté contraindicada en importantes ámbitos de población que padecen alguna enfermedad crónica, siendo la hipertensión quizás,  una de las más características.

Además, otro de los grandes inconvenientes/perjuicios que se le atribuyen y que afectan en materia de salud, deriva de la producción de los humos, ya que se producen unas sustancias procedentes del hollín y del alquitrán, como son las conocidas nitrosamidas, muy perjudiciales para la salud pues son cancerígenas. Del mismo modo y resultante de las altas temperaturas alcanzadas en la combustión de la madera (más de 400 grados), se producen los hidrocarburos aromáticos policiclicos como el “famoso” benzopireno, que también es potencialmente cancerígeno.

Ante ello una variante del ahumado tradicional, es el humo líquido, el cual permite suprimir todos los inconvenientes del anterior.

En cuanto al valor nutricional de ellos (ahumados en general), es muy variable en función del alimento de partida sometido al tratamiento. De este modo no es comparable en ningún caso, un embutido con un ahumado de pescado, por ejemplo; por lo que resulta de interés conocer la composición nutricional de la materia prima de partida.

 

Los germinados

Los germinados

germinadosPor Dª Gracia María Casado, Nutricionista y colaboradora del C.M.I. Dr. Nougués

En el momento actual donde ya ha quedado clara la relación entre algunas enfermedades como la hipertensión, la arterosclerosis o la diabetes con los malos hábitos alimenticios. También. cada vez son más conocidos y aceptados los alimentos germinados tradicionales de otras culturas, como la soja, típica en Extremo Oriente; las judías y guisantes, de la India; el trigo, de Oriente Medio; o las bebidas de cereales, como la malta elaborada a partir de cebada germinada, como unos alimentos útiles en nuestra dieta.

En realidad, fermentación y germinación se realizan desde épocas remotas y consisten en procesos de transformación que buscaban mejorar la conservación de ciertos alimentos. En nuestros días, la finalidad es obtener productos con un valor añadido en lo que se refiere a sus propiedades culinarias y nutritivas. Mediante el proceso de fermentación el alimento es transformado por la acción de enzimas o fermentos que son producidos por organismos diminutos como el moho, las bacterias y/o la levadura.

Estos alimentos pueden enriquecer muchos de nuestros platos ayudándonos a mantener una alimentación equilibrada, completa y saludable, además de permitir una mayor vida útil frente al producto de origen.

Hay varios tipos de fermentación: láctica, alcohólica y otras que se producen de forma natural. La fermentación láctica es la más frecuente y se produce a partir de la lactosa (azúcar propio de la leche) o de otros hidratos de carbono presentes en cereales (trigo, sésamo, centeno, cebada, girasol, mijo), leguminosas (soja remojada) y verduras. Por ejemplo, se añaden bacterias lácticas a la leche para obtener yogur o kefir, y se fermenta el suero de la leche para elaborar requesón.

La ingesta de semillas germinadas es una buena opción para las personas que tienen problemas digestivos, ya que son más fáciles de digerir y asimilar por el organismo. De ahí que sea más recomendable el uso de este tipo de alimentos por personas que tienen problemas para digerir las verduras crudas o cocidas, pues con las germinadas se acelerará mucho el proceso digestivo evitando la aparición de gases y demás molestias.

Si nos centramos en su aporte nutricional, decir que se parecen a las frutas y verduras, ya que, al igual que éstas, contienen gran cantidad de vitaminas -en especial A, B, C, E y K-, minerales, enzimas y clorofila. Y su aporte calórico es muy bajo, teniendo en cuenta que  grasas y almidones (de las semillas) se transforman en hidratos simples, proteínas, vitaminas y minerales -especialmente fósforo-. Además sus proteínas están predigeridas. ¡Y lo más importante para muchos/as! son sencillos de preparar, pudiéndose comer tal cual, crudos en ensalada, salteados, en tortillas o formando parte de diversos platos cocinados, en cuyo caso se recomienda añadirlos al final para que no pierdan sus propiedades.

Entre las semillas y/o alimentos que más se someten a este proceso destacan entre otros: ciertas legumbres, cereales, plantas oleaginosas (sésamo, lino…)… pero cuidado y no olvidemos que otros también muy frecuentes en la alimentación diaria  y qué quizás no asociamos a este tipo de alimentos son el yogur, el kefir, la col y otras verduras fermentadas, etc.

Alimentación y lactancia

Alimentación y lactancia

Por Dª Gracia María Casado, Nutricionista y colaboradora del C.M.I.Dr. Nougués.

En esta etapa fisiológica de la vida, al igual que durante el período de gestación,  siguen produciéndose importantes cambios hormonales que permiten  la producción de la  leche materna para el amamantamiento del pequeño.

La leche materna tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo, es el alimento  más correcto a las necesidades del bebé los primeros seis meses de vida, momento en el cual ya no cubrirá los requerimientos y necesidades de éste y ha de comenzarse con la introducción de los primeros alimentos, de un modo progresivo y ordenado,  la denominada  alimentación complementaria.

Durante este período es vital que la alimentación de la madre se corresponda en todo momento con los cambios que sufre la leche (se diferencian varias fases: calostro, leche de transición y leche madura) y de los requerimientos nutricionales del lactante. Resultado de ello, el efecto es directo tanto en el volumen producido, como en su composición, sin olvidarnos del sabor que presente  la misma. Por ejemplo, se sabe que la cantidad de ácidos grasos de la leche es reflejo de la cantidad ingerida por la madre, y ocurre lo mismo con los niveles de selenio, yodo y algunas vitaminas del grupo B. En cuanto al contenido en proteínas que contenga, puede verse afectado si la madre está desnutrida.

Tener una pequeña guía-recomendaciones para que la alimentación de la lactante sea lo más óptima posible, también es muy recomendable y entre algunos de los consejos, destacan:

  • fraccionar en varias tomas al día (5-6)
  • alimentación variada, completa, equilibrada, natural.
  • leche o derivados deben estar presentes en las diferentes comidas, como una de las fuentes principales de calcio.
  • los hidratos de carbono complejos, deben ser la base de la alimentación y evitar los azucares refinados.
  • las grasas deben ser de origen vegetal (aceite de oliva), evitando las de tipo saturado.
  • las frutas y verduras deben debe estar presentes en, al menos, cinco de las seis comidas propuestas, para asegurar un aporte adecuado de vitaminas, minerales y fibra.
  • evitar dietas restrictivas y más aún cuando van encaminadas a la pérdida de peso. Esto se retomará en otro momento menos comprometido. Del mismo modo cuidado con dietas disociadas o modificadas, tanto en nutrientes como en energía.
  • asegurar un aporte de líquidos de unos 2,5-3 litros diarios.
  • Cuidar:
  1. la higiene de las mamas para evitar complicaciones de tipo infeccioso que dificulten o impidan la lactancia.
  2. la toma de antibióticos, anticonceptivos orales, drogas, alcohol, tabaco, y c etc. que puedan pasar a la leche, causando efectos nocivos sobre el recién nacido.
  3. determinados alimentos, por el sabor agrio y amargo que confieren a la leche y que pueden provocar el rechazo del lactante a la misma, es el caso de: espárragos, ajo, cebolla, rábanos, col, coliflor, coles de Bruselas, embutidos fuertes y especias en general.

¿Y en el caso de lactantes vegetarianas?

De acuerdo a la postura oficial de la Asociación Americana de Dietética (2009): “las dietas vegetarianas adecuadamente planificadas, incluidas las dietas totalmente vegetarianas o veganas, son saludables, nutricionalmente adecuadas, y pueden proporcionar beneficios para la salud en la prevención y en el tratamiento de ciertas enfermedades. Las dietas vegetarianas bien planificadas son apropiadas para todas las etapas del ciclo vital, incluyendo el embarazo, la lactancia, la infancia, la niñez y la adolescencia, así como para deportistas” 

http://www.unionvegetariana.org/embarazo.html

Las sopas: alternativa de cara al invierno

Las sopas: alternativa de cara al invierno

Por Dª Gracia María Casado, Nutricionista y colaboradora del C.M.I. Dr. Nougués

Una vez más con la llegada del otoño-invierno, pareciera como si nuestro patrón alimenticio, inclusive los sabores y paladar, cambiaran por completo. Dejamos a un lado la multitud de platos fríos de la época estival y nos adentramos en la cultura gastronómica de la comida caliente, que nos ayudará a afrontar el frío que se avecina en un invierno más.

Todos coincidimos en que una buena sopa “es reconfortante”, sin lugar a dudas, pero, ¿nutricionalmente podemos decir que son adecuadas?

Afirmaciones como la de nuestras abuelas “bébete un vasito de sopa y verás que bien te sienta”, parecen confirmar que así es. La sopa, es un plato caliente y nutritivo, si bien no se puede obviar el importante papel que juegan en ello los diferentes ingredientes que se empleen en su elaboración.

Sus orígenes se remontan a tiempos muy antiguos, y su preparación es sencilla, pudiendo incluir casi todo tipo de ellos. La base de la mayor parte de las sopas radica en verduras y hortalizas, por lo que su aporte en nutrientes como vitaminas, minerales y fibra es relevante, además el caldo será un excelente medio de aromas y sabores.

Entre los beneficios de la sopa destacan:

– la alta digestibilidad, fácil ingestión y su aporte nutritivo, a cambio de pocas calorías (teniendo en cuenta que los ingredientes irán cocidos o asados pero siempre y cuando se elabore con los adecuados).

– contribuye a la hidratación, teniendo en cuenta sugran porcentaje de agua, al mismo tiempo que tiene poder saciante, ya que llena el estómago. Si se está haciendo dieta, puede ser ideal para contribuir a una ingesta posterior menor, de otros alimentos.

– accesible para  cualquier persona.

-versátil, en la medida que puede ser preparada con algo de verdura, algo de alimento proteico (carne, pescado, huevo), algún condimento y algo de cereal (pan, pasta, patata).

La sopa, se considera una excelente opción como primer plato y tradicionalmente se ha venido espesando con rodajas de pan, algo de pasta (fideos…), arroz o patata. Sin embargo y una vez más, como consecuencia del ritmo frenético de la vida diaria y la falta de tiempo, pese a ser de fácil preparación, se encuentran en una situación de peligro, siendo sustituidas por esas sopas de sobre que con solo verter en agua hirviendo las tenemos listas en un instante para poder consumirlas, pero si bien suponen una gran ventaja, cuidado con las altas concentraciones de sodio y derivados contenidas en las mismas y, más aún, cuando se padece por ejemplo hipertensión.

¿Cómo preparar una sopa en su punto?

Para conseguir el mejor resultado, se deben tener en cuenta detalles como:

  • Introducir los alimentos desde el primer momento con el agua fría, para que los nutrientes  pasen al líquido.
  • Condimentar con sal al principio, ya que esto facilita y acelera la salida de los jugos desde el alimento al medio de cocción (el agua).
  • Todos los caldos deben llevar verduras.
  • Al cocer las verduras, el recipiente debe estar tapado. Se puede utilizar la olla a presión; con ella no solo se reduce el tiempo de cocción, sino que impide la pérdida de sabores y aromas, además de nutrientes.
  • Repetidas veces se aconseja eliminar las impurezas del caldo, todas aquellas que se concentran en la superficie. Esta es una tarea básica para que el caldo tenga un sabor limpio y se aprecien bien sus ingredientes. Consiste en retirar la espuma que se forma en la superficie y en los bordes.
  • Para que resulte más ligero, debemos desgrasarlo, dejándolo enfriar y retirando la capa de grasa que se habrá formado en la superficie. Si no hay tiempo para dejarlo enfriar, se puede pasar una servilleta de papel doblada, por la superficie del caldo caliente.
El membrillo

El membrillo

Por Dª Gracia María Casado, Nutricionista y colaboradora del C.M.I. Dr. Nougués

Se encuentra en plena temporada de recolección y por ende en su momento óptimo de consumo, (finales de septiembre, pudiendo alcanzar las variedades más tardías hasta febrero). Tradicionalmente se ha usado en dietoterapia (alimentación aplicada en situación de enfermedad) por sus propiedades astringentes y tónicas sobre las mucosas intestinales. Las numerosas pepitas del fruto contienen abundante mucílago, un tipo de fibra soluble, que también está en los cartílagos de los carpelos y que se emplea en la industria farmacéutica y en la cosmética.

Se trata de una fruta cuyo contenido en azúcares es bajo y consecuentemente su aporte calórico también, sin embargo dado su sabor agrio y astringente suele consumirse como la conocida “carne de membrillo o dulce de membrillo”, en cuya elaboración se añade azúcar a no ser que se sustituya por edulcorantes, de forma que su aporte calórico se ve aumentado. Otras formas frecuentes de preparación son: mermeladas, compota, pudín, asado…, incluso puede usarse para la elaboración de licor y vino de frutas en algunas zonas. Es por esto, que se recomienda precaución en personas que padezcan diabetes, hipertrigliceridemia, exceso de peso… aunque en estos casos se puede recurrir a su versión con edulcorantes. En muchas ocasiones es también frecuente combinarlo con requesón, queso fresco o nueces constituyendo así una alternativa muy saludable para los almuerzos y las meriendas de los más pequeños. Y en el caso de que se tome acompañado de galletas, tostadas (pan) o frutos secos resulta un aperitivo energético para quienes necesitan un aporte extra de calorías, como deportistas, personas con inapetencia secundaria a diversas enfermedades o quienes desean aumentar de peso.
Si bien es  destacable su escaso contenido en vitaminas y minerales, salvo el potasio y cantidades discretas de vitamina C (aunque esta última, al consumirse habitualmente cocinado), a penas es aprovechable. Por contrapartida es una fuente abundante de fibra (pectina y mucílagos, presentes en la pulpa) y taninos, sustancias que le confieren las diferentes propiedades saludables que le son atribuidas, como por ejemplo su poder astringente por excelencia, ya que por un lado la pectina reduce el tránsito intestinal al retener agua y, los taninos, también presentan propiedades astringentes además de antiinflamatorias al secar y desinflamar la mucosa del intestino, resultando así eficaz en el tratamiento de la diarrea. Por otra parte, la pectina aumenta el pH (disminuye la acidez) al llegar el ácido bien mezclado y neutralizado con los alimentos y la propia fibra, por lo que también se indica su ingesta en caso de trastornos gástricos (estómago delicado, gastritis, úlcera gastroduodenal…).

Además, contiene ácido málico (presente en la pulpa junto a la pectina), ácido orgánico que forma parte del pigmento vegetal que proporciona sabor a la fruta, con propiedad desinfectante y de favorecer la eliminación de ácido úrico. Igualmente, la fibra soluble forma geles viscosos que fijan la grasa y el colesterol, con lo que disminuye la absorción de dichas sustancias, y esto es positivo en caso de hipercolesterolemia.

Por último, dado su elevado contenido en potasio y bajo en sodio, el dulce de membrillo resulta recomendable en personas con hipertensión arterial o afecciones de vasos sanguíneos y corazón, no asociadas a exceso de peso. No obstante, su consumo deberán tenerlo en cuenta quienes padecen de insuficiencia renal y requieren dietas especiales controladas en este mineral. Frente a ellos, quien tome diuréticos (que eliminan potasio) y las personas con bulimia; debido a los episodios de vómitos autoinducidos que provocan grandes pérdidas de este mineral, les conviene consumir esta fruta. Y tampoco olvidemos la importante labor que el potasio juega para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal, así como su papel en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula.