El membrillo

El membrillo

Por Dª Gracia María Casado, Nutricionista y colaboradora del C.M.I. Dr. Nougués

Se encuentra en plena temporada de recolección y por ende en su momento óptimo de consumo, (finales de septiembre, pudiendo alcanzar las variedades más tardías hasta febrero). Tradicionalmente se ha usado en dietoterapia (alimentación aplicada en situación de enfermedad) por sus propiedades astringentes y tónicas sobre las mucosas intestinales. Las numerosas pepitas del fruto contienen abundante mucílago, un tipo de fibra soluble, que también está en los cartílagos de los carpelos y que se emplea en la industria farmacéutica y en la cosmética.

Se trata de una fruta cuyo contenido en azúcares es bajo y consecuentemente su aporte calórico también, sin embargo dado su sabor agrio y astringente suele consumirse como la conocida “carne de membrillo o dulce de membrillo”, en cuya elaboración se añade azúcar a no ser que se sustituya por edulcorantes, de forma que su aporte calórico se ve aumentado. Otras formas frecuentes de preparación son: mermeladas, compota, pudín, asado…, incluso puede usarse para la elaboración de licor y vino de frutas en algunas zonas. Es por esto, que se recomienda precaución en personas que padezcan diabetes, hipertrigliceridemia, exceso de peso… aunque en estos casos se puede recurrir a su versión con edulcorantes. En muchas ocasiones es también frecuente combinarlo con requesón, queso fresco o nueces constituyendo así una alternativa muy saludable para los almuerzos y las meriendas de los más pequeños. Y en el caso de que se tome acompañado de galletas, tostadas (pan) o frutos secos resulta un aperitivo energético para quienes necesitan un aporte extra de calorías, como deportistas, personas con inapetencia secundaria a diversas enfermedades o quienes desean aumentar de peso.
Si bien es  destacable su escaso contenido en vitaminas y minerales, salvo el potasio y cantidades discretas de vitamina C (aunque esta última, al consumirse habitualmente cocinado), a penas es aprovechable. Por contrapartida es una fuente abundante de fibra (pectina y mucílagos, presentes en la pulpa) y taninos, sustancias que le confieren las diferentes propiedades saludables que le son atribuidas, como por ejemplo su poder astringente por excelencia, ya que por un lado la pectina reduce el tránsito intestinal al retener agua y, los taninos, también presentan propiedades astringentes además de antiinflamatorias al secar y desinflamar la mucosa del intestino, resultando así eficaz en el tratamiento de la diarrea. Por otra parte, la pectina aumenta el pH (disminuye la acidez) al llegar el ácido bien mezclado y neutralizado con los alimentos y la propia fibra, por lo que también se indica su ingesta en caso de trastornos gástricos (estómago delicado, gastritis, úlcera gastroduodenal…).

Además, contiene ácido málico (presente en la pulpa junto a la pectina), ácido orgánico que forma parte del pigmento vegetal que proporciona sabor a la fruta, con propiedad desinfectante y de favorecer la eliminación de ácido úrico. Igualmente, la fibra soluble forma geles viscosos que fijan la grasa y el colesterol, con lo que disminuye la absorción de dichas sustancias, y esto es positivo en caso de hipercolesterolemia.

Por último, dado su elevado contenido en potasio y bajo en sodio, el dulce de membrillo resulta recomendable en personas con hipertensión arterial o afecciones de vasos sanguíneos y corazón, no asociadas a exceso de peso. No obstante, su consumo deberán tenerlo en cuenta quienes padecen de insuficiencia renal y requieren dietas especiales controladas en este mineral. Frente a ellos, quien tome diuréticos (que eliminan potasio) y las personas con bulimia; debido a los episodios de vómitos autoinducidos que provocan grandes pérdidas de este mineral, les conviene consumir esta fruta. Y tampoco olvidemos la importante labor que el potasio juega para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal, así como su papel en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula.

Dieta cardiosaludable

Dieta cardiosaludable

Por Dª Gracia María Casado, Nutricionista y colaboradora del C.M.I. Dr. Nougués

Como en muchas otras patologías crónicas, hoy por hoy cada vez son más numerosas las evidencias que ponen de manifiesto la importancia de la dieta como una parte más a considerar dentro del tratamiento terapéutico y general de cualquier patología. La enfermedad cardiovascular es un buen ejemplo de ello. En ella la base de la dieta, a la que denominamos “Dieta Cardiovascular o de Protección Cardiovascular”, es la dieta mediterránea, con las modificaciones que requiere cada paciente de manera totalmente individual, y por supuesto, teniendo en cuenta sus características antropométricas y la/las patología/as que curse junto a la afección cardiaca. Por tanto, no se trata ni existe una dieta  que sea especial y específica frente a la patología cardíaca, sino que se trata de una dieta sana, equilibrada, natural, cuyo máximo exponente en la actualidad es la Dieta Mediterránea, una alimentación caracterizada por el predominio de alimentos de origen vegetal (frutas, verduras y hortalizas, cereales…),

Como es sabido, la dieta tradicional de los países de la cuenca mediterránea, se ha visto influenciada por diversas culturas durante miles de años, y beneficiada por las características geográficas de la zona de comercio marítimo. El concepto de dieta mediterránea y su beneficio para la salud, está actualmente reconocido, gracias a múltiples estudios epidemiológicos, que comenzaron a raíz del estudio de los siete países, base científica que atribuyó virtudes saludables a la dieta mediterránea, puesto que los resultados mostraron un menor índice de mortalidad, principalmente por accidentes cardiovasculares, en las poblaciones desarrolladas alrededor de esta área.

La tradicional dieta mediterránea reúne bajo sus características todos los alimentos recomendados para prevenir la enfermedad cardiovascular o reducir su morbi-mortalidad, como son: un consumo elevado de aceite de oliva, frutas y vegetales frescos, legumbres, cereales y pescado, y por otro lado, una baja ingesta de carnes y grasas saturadas, azúcares simples y lácteos, así como por una ingesta moderada de alcohol. Esto implica desde el punto de vista nutricional un mayor consumo de grasas insaturadas y menor de saturadas, más alimentos naturales con más fibra y sustancias antioxidantes, y una menor ingesta de proteínas y azúcares refinados.

La representación más conocida de esta pauta alimenticia es la Pirámide de la alimentación saludable basada en la Dieta Mediterránea,  en la que se reúnen las fuentes alimentarias más destacables con las reseñas sobre la frecuencia de consumo recomendadas.

En el último siglo la dieta habitual de los países mediterráneos se ha visto modificada notablemente, debido al cambio en los estilos de vida, y a las grandes presiones comerciales que lleva implícita la globalización del mundo actual. El resultado ha sido una importante modificación de la dieta tradicional y sus patrones de ingesta, que han pasado a ser patrones típicos de países industrializados occidentales, con una importante ingesta de alimentos de origen animal (carnes y productos lácteos), y un consumo más bien bajo de alimentos vegetales (frutas, hortalizas, cereales y frutos secos). Este patrón desequilibrado se caracteriza por una  ingesta alta de grasas saturadas y azúcares refinados, y baja de fibras y micronutrientes, complementado con la actual influencia del consumo de alimentos “enriquecidos” y suplementos dietéticos con los que se trata de compensar las carencias vitamínicas y minerales, muy presentes en la población actual de estos países.

La dieta mediterránea se puede considerar “prototipo de dieta” en la prevención de enfermedades cardiovasculares, y un estándar básico de dieta equilibrada y saludable.

Comprender la enfermedad

Comprender la enfermedad

“Además de la importancia de los productos que tomemos o las dietas que hagamos, una parte fundamental de la curación consiste en tomar consciencia de lo que nos sucede, comprendiendo el significado que la enfermedad tiene para nosotros, y logrando así que un proceso desagradable o doloroso, no frene nuestro desarrollo y nos ayude a seguir creciendo como seres humanos” (ANF)

Condimentos y especias

Condimentos y especias

Por Dª Gracia María Casado, Nutricionista y colaboradora del C.M.I. Dr. Nougués

Bajo el nombre de especias o condimentos (provenientes de semillas, frutos o cortezas secas) se denominan ciertos aromatizantes de origen vegetal, usados para preservar o sazonar los alimentos. Su uso, con el objetivo de definir los sabores gracias a sus propiedades aromatizantes, cada vez es mayor y permiten de este modo que alimentos insípidos y/o desagradables, pasen  a ser sabrosos sin perder sus propiedades nutritivas. Si bien el valor nutricional de éstas no es demasiado alto, algunas pueden contener calcio, hierro y alguna vitamina. Sin embargo, su efecto sobre el apetito es relevante.

Igualmente es importante saber que muchas de ellas deben tomarse con precaución ya que pueden resultar tóxicas en concentraciones elevadas, así como otras presentan compuestos incapaces de ser absorbidos por el organismo siendo eliminados directamente y otros son destruidos por las propias enzimas digestivas.

En la actualidad son y se proponen como una alternativa saludable para la condimentación de nuestros platos, reduciendo así el contenido en sal y aceite a usar, lo que resulta de interés frente a numerosas patologías estrechamente relacionadas con su uso (hipertensión, obesidad/sobrepeso, enfermedad cardiovascular…)

Pero sus usos son varios y vienen dándose desde la antigüedad, por ejemplo junto con el comentado anteriormente, puede destacarse también su aplicación con fines medicamentosos, de conservación, de remedio casero, como cosméticos (en perfumería y belleza), etc.

En términos generales podemos clasificarlas en hierbas y especias que modifican el sabor/color (azafrán, canela…) y aquellas que excitan el paladar (pimienta, chile…). Se habla de hierbas (aromáticas) paralelamente, pues de acuerdo a numerosas clasificaciones, bajo el término de especias también quedan englobadas algunas de ellas. En el caso de las hierbas, la procedencia son hojas de plantas. En este caso sólo “perfuman” la comida y no son tan valoradas como las especias propiamente, ya que su cultivo es doméstico y relativamente fácil, pudiendo hacerse en una huerta o jardín pequeño. Algunos ejemplos serían: la albahaca, el laurel, el hinojo, la menta, el orégano, el perejil, el romero y el tomillo.

Existen una variedad enorme de especias en general, pero entre las más destacadas podemos hacer mención a la albahaca, el azafrán, la canela, el jengibre, el orégano, el perejil, la pimienta blanca, el tomillo, etc. Dentro de ellas inclusive podemos  encontrar aquellas que al mismo tiempo son también un alimento en sí, es el caso de la cebolla, el ajo, o el propio pepino (que como encurtido se considera especia), por ejemplo.

Pongamos sabor natural a las comidas, mediante fuentes naturales.

Salud y enfermedad en la Tradición Hipocrática

Salud y enfermedad en la Tradición Hipocrática

No cabe duda de que las llamadas actualmente Medicinas Complementarias en general, y la Medicina Naturista en particular, van adquiriendo un auge y un prestigio cada vez mayor. Parece que la sociedad en su conjunto, y dentro de ella el sector médico convencional,  va constatando cada día más la validez incuestionable de gran número de diferentes terapias como la Homeopatía, la Fitoterapia, la Oligoterapia, etc.

Los más optimistas creemos estar viviendo los albores de una nueva concepción de la Medicina (con mayúsculas) en la que la integración de todo aquello que contribuya a curar o a aliviar el sufrimiento de los seres humanos sea una realidad. Soy consciente de que falta bastante y también de que aun quedan muchos, duros y complejos obstáculos que vencer, pero percibo que vamos por ese camino y en esa dirección.

Tal vez por eso me guste de vez en cuando pararme y mirar atrás, para no olvidar de dónde venimos. Considero que volver al origen para aprender y seguir avanzando mejor, es un magnifico ejercicio. Suele decirse que cuando desconocemos de dónde venimos puede resultar difícil descubrir hacia dónde vamos.

Espero que en el ámbito médico, esta vuelta al origen, nos ayude a retomar una dimensión humanista que la medicina supertecnificada parece haber olvidado y que hoy más que nunca se hace necesario volver a encontrar.

Lo dicho hasta ahora me parecen razones suficientes como para escribir unas  cuantas líneas acerca de la, muchas veces desconocida, Escuela Hipocrática, la cual no es ni más ni menos que la escuela médica occidental de la que, curiosamente, se consideran herederos tanto la Alopatía como la Medicina Naturista. Parece revelador que un punto de origen común en el pasado pueda servirnos para alumbrar nuestro punto de encuentro en el futuro.

La Escuela Hipocrática recibe su nombre de un personaje que raya en lo mítico, el gran Hipócrates. Nacido en Grecia, en la isla de Cos, su vida parece que transcurrió entre los años 470 al 377 a.J.C. Hipócrates es un personaje legendario que los historiadores no han podido llegar actualmente a reconstruir con total certeza. Sus hazañas bordean el mito, la leyenda y la realidad. Es conocido por todo el mundo occidental como el «Padre de la Medicina».

Según la leyenda era descendiente del mismo Esculapio, Dios de la medicina, hijo de Heráclides, que también era médico y hermano de Higea y Panacea, personajes, sin duda puramente simbólicos. Vino a desarrollar su tarea con posterioridad a Empédocles, lo cual facilitó que éste le influenciara con su «física» de los cuatro elementos.

Hipócrates creía profundamente en la importancia del estudio clínico hecho a la cabecera del enfermo. Ejerció una medicina basada en la observación, lo cual hizo que se le considere como el iniciador de la observación clínica.

Comenzó a entender la enfermedad desde el punto de vista humano y naturalista, contemplándola como un proceso «natural» desprovisto del sentido mágico que tenía la medicina en su etapa mítica. Es decir, introduce el “logos” enel campo de la medicina, por lo que si la enfermedad obedecía a causas naturales habría de ser tratada, también, por medio de procedimientos naturales.

Tal ha sido la magnitud de este gran personaje, que es considerado como el médico más relevante de la antigüedad. Los escritos de su escuela se encuentran recogidos bajo el nombre de Corpus Hipocráticum. Dichos escritos, de los que hoy día se admiten unos cincuenta y tres, se fueron elaborando a través de un periodo no menor de trescientos años. Hoy día no podemos llegar a conocer con certeza absoluta si Hipócrates llegó o no a escribir alguno de ellos.

Prestó también atención a lo que hoy llamaríamos medicina preventiva, prescribiendo una dieta adecuada y ejercicio físico como medio de evitar la enfermedad. Igualmente, es posible encontrar también en la escuela hipocrática un aspecto ecológico a la hora de considerar la enfermedad.

Pero para poder entender plenamente los conceptos de salud y enfermedad en la tradición hipocrática necesitaremos  adentrarnos un poco en el conocimiento de la Physis.

Posiblemente, si tuviésemos que elegir uno sólo de entre todos los innumerables conceptos que el mundo de la Antigüedad Clásica Griega supo acuñar y que han tenido influencia en el ámbito de las ciencias, hasta nuestros días, posiblemente sería el de Physis.

Podemos encontrar el antecedente más remoto del término Physis, empleado como sustantivo del verbo Phyeo (nacer, brotar), en la Odisea, cuando Ulises cuenta el modo en que Hermes le enseñó a librarse de los encantamientos de Circe. Dos siglos más tardes los filósofos presocráticos recurrirán a esa palabra para designar el principio y el fundamento de todo lo real.

Este concepto constituye el eje central del pensamiento griego científico y filosófico en general, y piedra angular del pensamiento médico en particular. Para Laín Entralgo: «la palabra physis va a tener dos sentidos principales conexos y complementarios entre sí”. Es, por una parte, la «Naturaleza universal», el divino principio y fundamento de toda realidad, y, por otro lado, la «naturaleza particular» de cada cosa, aquello por lo que ésta es lo que es y como es. «La Naturaleza» y «las naturalezas», si quiere decirse así». Las physis particulares son expresión pues de la Physis universal.

Por lo que sabemos de los escritos que dejaron, para los hipocráticos, la salud era concebida como: «el primero de los bienes”, y también «aquello que para el hombre posee el mas alto valor o «condición y presupuesto de cualquier otro bien”. Podríamos añadir que para los hipocráticos la salud era fundamentalmente «la bien proporcionada mezcla de las cualidades».

Cuatro eran los calificativos que definían el estado de salud para los hipocráticos: Lo justo, lo puro, lo bello y lo proporcionado. La salud sería, pues, un modo de vivir bien proporcionado y armonioso, encontrándose la normalidad en el recto equilibrio. Los hipocráticos entendieron la enfermedad como un desorden morboso, una desproporción, desigualdad o disarmonía respecto al justo equilibrio de la physis.

Pero lo que es mas importante, pilar básico de toda la Medicina Hipocrática, y por tanto también de la Medicina Naturista Neohipocrática, es la afirmación de la Escuela de Cos cuando dicen que: «la physis (léase naturalezas individuales) de los enfermos son los verdaderos médicos de las enfermedades».

Si trasladamos todas estas reflexiones a nuestros días nos daremos cuenta de lo acertado de las mismas. En las palabras de nuestros hipocráticos antepasados se explicitaron conceptos tan básicos y fundamentales como la comprensión de la salud en términos de equilibrio, y la enfermedad como ruptura de dicho equilibrio. Se expresó también la conexión entre el ser humano y todo lo creado a través de su “physis”. Fueron, también, los hipocráticos los primeros en plantear una medicina clínica, al lado del enfermo, basada en la observación  y con una dimensión preventiva y ecológica.

Pero quizás, la aportación hipocrática que más necesitaríamos volver a retomar hoy día, posiblemente fuese su actitud marcadamente humanista, puesto que ellos consideraban el “Ars Médica” (el Arte, como gustaban llamarlo) como uno de los más altos servicios que pudiera prestar un ser humano a otro. Dicho “Arte”  habría de basarse no sólo en la ciencia sino también en el amor, porque, como dijo Hipócrates, “donde no hay amor al hombre no puede haber amor al Arte”

Muchos tenemos la esperanza de que ese manantial de sabiduría que surgió de la escuela de Cos, hace ya 2.500 años, vuelva de nuevo a alumbrar a todos los profesionales de la salud.

Cada vez mas…

Por Dª Gracia María Casado, Nutricionista y colaboradora del C.M.I. Dr. Nougués

Con este artículo y dada la repercusión que éstos tienen en la alimentación, nos centramos en dos nuevos términos relacionados con los trastornos de la conducta alimentaria. No cabe duda que la sociedad actual y estilo de vida en el que como ciudadanos estamos inmersos, cada vez se hace más patente y deja una huella desafortunadamente y aunque pueda sonar duro, hacia  nuestra autodestrucción. Piensen fríamente y vean la paradoja: ¿preocupación por la salud y responder de este modo?, ¿ilógico no les parece?

 

DIABULIMIA, se trata de un trastorno de la conducta alimentaria y si queremos catalogarlo por su gravedad, podemos decir que sus consecuencias son fatales. Entre los síntomas característicos, que pueden aparecer bruscamente y se parecen a los de la diabetes, destacan la fatiga, sed, ganas de orinar constante, apetito excesivo, dificultades en la concentración… Este trastorno sobre el que se retoma el interés en nuestros días, si bien aún no es un término médico reconocido como tal, sino que se estudia como la combinación de ambos cuadros, se relaciona con personas diagnosticadas de diabetes tipo I o insulinodependientes. En él, el control dietético y el uso de insulina que precisa la diabetes tipo I, enmascaran un trastorno alimentario que tiene como objetivo perder peso de manera descontrolada. Así, una de las técnicas de los diabulímicos es reducir su dosis de insulina para que el cuerpo no pueda incorporar azúcares y así se limite el aporte calórico, lo que consecuentemente permite la pérdida de peso. Pero se está jugando “con fuego” al dejar que grandes cantidades de azúcar transiten por el organismo sin que éste pueda aprovecharlo, pues no hay insulina necesaria y esto origina, de mayor a menor gravedad: hipoglucemias, hiperglucemia y cetoacidosis y  coma diabético que puede acabar en la muerte. Del mismo modo, complicaciones crónicas tales como las neuropatías (ej: ceguera si se afectan los vasos sanguíneos del ojo, u otras), fallo renal o la amputación de miembros pueden ser consecuencias graves del mal control metabólico, mantenido a largo plazo.

Algunos de los signos de alarma que pueden ser un  indicio de sospecha, o al menos orientativos de este  trastorno, son:

  • valores muy altos de hemoglobina glicosilada (parámetro que mide niveles de glucosa en sangre)
  • ansiedad ante los controles de peso (rechazo o compulsión)
  • episodios frecuentes de hipoglucemias, aún cuando tienen asistencia por especialistas.
  • demanda de cambios en el patrón alimenticio
  • alteraciones en el ciclo menstrual (irregularidad, ausencia, demora)
  • episodios de atracones al menos 2veces/semana.
  • situaciones de tensión familiar
  • práctica excesiva de perdida peso

 

DRUNKOREXIA: se define como dejar de comer para poder beber alcohol. Es decir, teniendo en cuenta que beber alcohol es ingerir muchas calorías vacías y por tanto engorda, se dejan de ingerir las comidas principales para “compensar” y así mantener el peso a raya. Esta conducta es típica de jóvenes (adolescentes o no) habituales del botellón. Esta situación conlleva a largo plazo a deficiencia vitamínica, mineral y de nutrientes primarios que llevan a un estado crónico de cansancio y hacen a la persona más propensa a caer enferma.

El tratamiento e intervención en estos casos debe ser multidisciplinar y si bien los efectos más directos se perciben a nivel de la alimentación y conducta alimenticia del sujeto, siendo fundamental la educación y adquisición de un patrón nutricional adecuado, no debemos olvidar en ningún caso, su importante componente psicológico.

 

Uvas: Benefíciaté de sus propiedades

Por Dª Gracia María Casado, Nutricionista y colaboradora del C.M.I. Dr. Nougués

La uva o grano de uva es el nombre que recibe el fruto que crece formando racimos de la vid, planta que fue de las primeras cultivadas por el hombre y cuyo consumo a lo largo de la historia de la humanidad, se ha visto influenciado por numerosos hechos (mitificación del vino por el cristianismo, plagas…).

Existen innumerables variedades de uvas con grandes diferencias entre sí; en forma, tamaño, tonalidad de los frutos, productividad, calidad, etc. Todas ellas se han clasificado tradicionalmente según su destino final sea para vinificación o para consumo de mesa. La uva de mesa ha de tener acidez baja, ser pobre en azúcares y cumplir ciertas normas de tamaño, color y forma. La uva Moscatel quizás sea la variedad más popular, (si bien hay muchas más), debido a su delicado aroma y su delicioso sabor dulce. Los granos son grandes, redondos, muy lisos, con la piel blanca, negra o roja. Las uvas pasas más apreciadas se obtienen de las variedades sin semillas, de acidez baja y ricas en azúcares. Por su parte las variedades destinadas a elaborar el vino de mesa, han de tener acidez relativamente alta y un contenido medio de azúcares.

Esta fruta va madurando según las variedades y las zonas de cultivo desde mediados de verano hasta principios del invierno. Su recolección se lleva a cabo en cuanto es posible la etapa de maduración, (mediados de septiembre y final de noviembre). Por tanto, las uvas frescas de temporada se pueden degustar durante los meses de otoño y principios de invierno. Conocer estos aspectos al igual que en cualquier otra fruta, es importante pues será en su temporada cuando nos beneficiemos de su máximo contenido nutricional y de unas óptimas características organolépticas.

Su composición varía según se trate de uvas blancas o negras. En ambas destacan dos tipos de nutrientes: los azúcares, principalmente glucosa y fructosa, más abundantes en las uvas blancas y las vitaminas (ácido fólico y vitamina B6), ésta última en una cantidad que solo se ve superada por las frutas desecadas y las frutas tropicales. Su riqueza en azúcares, les convierte en una de las frutas más calóricas. Estos azúcares se absorben rápidamente, proporcionando energía rápida e inmediata, con muy poco gasto energético y por ello se puede decir que la uva es un excelente recuperador energético, sin embargo, por este alto contenido se recomienda un consumo moderado en caso de diabetes. En cualquier caso, destacar que las uvas cultivadas en regiones frías suelen tener menor contenido que las cultivadas en terrenos cálidos y secos. Entre los minerales, el potasio es el más abundante y se encuentra en mayor cantidad en la uva negra; mientras que el magnesio y el calcio están en cantidades moderadas y son más abundantes en la uva blanca.

 Además de los efectos beneficiosos por su composición nutricional, hay que destacar los derivados de otra serie de sustancias, cuyas propiedades son objeto de estudio en recientes investigaciones. Es el caso de los compuestos fenólicos, (abundantes en las uvas y responsables de su color y sabor), tales como antocianos, taninos y flavonoides (resveratrol, predominante en uvas negras y rojas), todos ellos con potente acción antioxidante. De ahí las propiedades atribuidas a un consumo moderado de vino tinto, pero sin olvidarnos que no hay necesidad de incorporara alcohol en la dieta, pues la fruta en sí ya las aporta.

Por último si comparamos las uvas frescas y las pasas, tanto a nivel nutritivo como energético las diferencias son notables, pues estas últimas son mucho más energéticas, (hasta cuatro veces superior). Del mismo modo el resto de nutrientes también está más concentrado, por lo que el contenido en fibra, vitaminas y minerales es mayor. Así por ejemplo, el ácido fólico interviene en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la síntesis material genético y la formación anticuerpos del sistema inmunológico. La vitamina B6 ayuda a mantener la función normal del cerebro, actúa en la formación de glóbulos rojos e interviene en el metabolismo de las proteínas. El potasio es necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso, para la actividad muscular normal e interviene en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula.

Plantas para la salud: Lino (Linus ussitatissimun)

El lino (Linum ussitatissimun) es una planta originaria de la región del Nilo y Mesopotamia, cultivada por los seres humanos desde tiempos inmemoriales. Conocido en Babilonia hace más de siete mil años, ha sido ampliamente trabajado en las regiones de Asía Menor y Palestina.

Desde la antigüedad, ha servido a la humanidad para fabricar tejidos a partir de sus fibras, y sus semillas se han utilizado para obtener harina con la que hacer panes, galletas, etc,  y un aceite muy utilizado para diversos usos, no sólo alimentario.

Es rico en fibras vegetales, mucílago,  vitaminas E y del grupo B, oligoelementos y  minerales, ácidos grasos omega-3 y omega-6, por lo que también es útil para el control del colesterol. Contiene lignanos que ejercen un efecto protector sobre el cáncer de colon.

Hoy día la Agencia Europea del Medicamento reconoce su uso para el tratamiento del estreñimiento habitual y para el alivio sintomático de molestias intestinales leves, así como en colon irritable, diverticulosis, gastritis, etc.

También puede usarse por vía externa para afecciones cutáneas  y procesos dolorosos.

RECETA PARA EL ESTREÑIMIENTO: Póngase una cucharada sopera de semillas de lino en un vaso de agua mineral sin gas. Taparlo y dejarlo macerar durante doce horas. Se hará una preparación por la mañana y se toma por la noche, y otra preparación por la noche para tomarlo por la mañana. Tómese el contenido, con el agua, masticando bien las semillas, y después tomar otro vaso de agua.

No debe esperar un efecto laxante brusco, sino una regulación progresiva del tránsito intestinal.

La L-Glutamina

La L-Glutamina

Es un aminoácido no esencial que en determinadas situaciones necesitamos suplementar para mantenernos en el estado más saludable posible. En el organismo abunda en el músculo y es bastante usada por los deportistas para ayudar a la recuperación muscular.

La L-Glutamina es capaz de disminuir la destrucción de las células musculares tras el ejercicio y, además, ayuda a la construcción de músculo nuevo cuando el cuerpo está desgastado por ejercicio intenso o en las situaciones de estrés o reposo prolongado tras una enfermedad o después de un traumatismo. Pero además de lo anterior también aporta otros indiscutibles beneficios en otros muchos campos de la salud.

Otras importantes zonas diana de la L-Glutamina en el organismo son el intestino y el cerebro. También posee una gran importancia para amortiguar el estrés oxidativo, para ayudar a la depuración hepática y para la mejora del sistema inmunológico.

También es un importante componente del tejido conectivo en el intestino, y posee una especial relevancia para prevenir la atrofia de la mucosa intestinal. Es la principal fuente de energía para el enterocito y ayuda a reducir la permeabilidad intestinal, lo cual lo hace especialmente útil para tratar diversas dolencias intestinales. Sabemos que las infecciones, la desnutrición, la quimioterapia y otros estresores, causan alteraciones de la permeabilidad intestinal normal, por lo que puede ser muy beneficioso administrarlo en dichos casos.

Es, además, un aminoácido con una función muy destacada en el metabolismo del cerebro. Atraviesa la barrera hemtoencefáica y se convierte en ácido glutámico, importante neurotransmisor para el cerebro. Disminuye la ansiedad frente a las adicciones, sobre todo al alcohol y a los medicamentos y, en muchos casos, reduce también la adicción al dulce.

La L-Glutamina es un precursor del Glutation, uno de los más importantes antioxidantes de nuestro organismo. Son alimentos ricos en L-Glutamina los lácteos, las espinacas, las almendras, el perejil, la soja y los pescados. No obstante, en numerosas ocasiones es necesario recurrir a la suplementación mediante productos específicos cuando queremos conseguir un determinado efecto terapéutico.

Aceite esencial de Lavanda

Es uno de las más conocidos y utilizados aceites esenciales debido a la gran cantidad de usos recomendados que posee. Se obtiene a partir de la Lavandula angustifolia y también de la Lavándula officinalis. Menos conocido es el que se obtiene a partir de la Lavandula Vera, aunque este último posee la característica de que se puede aplicar directamente sobre la piel.

Es un aceite que podríamos denominar “de amplio espectro”, por lo que se usa para un gran número de afecciones diferentes.

Es un gran antiséptico y cicatrizante que ayuda a curar las heridas. También mejora la calidad del sueño y alivia las cefaleas y otros tipos de dolores. Se usa además en cistitis, leucorreas, y para también en el tratamiento de cuadros gripales y catarrales.

Desde el punto de vista emocional es muy útil para combatir la ansiedad y la agitación, la impaciencia, el desasosiego y la angustia. También surte buenos efectos sobre el cansancio y el abatimiento, sobre todo en personas inquietas y estresadas.

La lavanda armoniza las emociones y nos ayuda a obtener calma espiritual y sosiego interio