La “ciencia y el arte de curar” a la que modernamente llamamos acto médico, posee algunas reglas inexorables que no fueron inventadas por los dioses de la antigüedad, ni tampoco por los profesionales de la salud, sino que su origen se encuentra en la propia naturaleza de las cosas mismas. Algunos lo llaman sentido común.
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¿Problemas o dificultades?
Me resulto curioso cuando hace años escuché decir a Lama Gangchen Rimpoché que la primera palabra que había aprendido al venir a occidente fue la palabra “problema”.
Cada uno que se acerca a mí me dice, “Lama, tengo un problema”- comentaba Rimpoché, mientras sonreía.
Me resultó extraño comprobar como los occidentales, con su alto nivel de vida, sentían que tenían muchos problemas- continuó diciendo.
No había reparado hasta entonces en este hecho, pero lo cierto es que a partir de fijarme en ello un poco más, no pude sino constatar cuánta razón tenía Lama Gangchen. Sigue leyendo
Elementos sofrodynámicos de la motivación
Hay personas que se quejan de su falta de voluntad como, por ejemplo, para hacer una dieta o para estudiar una asignatura tediosa. Sin embargo, esas mismas personas son capaces de aguantar una larga cola, a veces de días, para escuchar un concierto o para que les firme un autógrafo un personaje famoso. ¿De verdad que no tienen fuerza de voluntad?
En cambio yo, que me tengo por voluntarioso, sería incapaz de hacer tales proezas. Es más, se me ponen los pelos de punta sólo de pensar en tener que hacer ese tipo de colas. Y es que además de tener voluntad es necesario tener motivación.
Cuando la motivación es suficientemente fuerte, somos capaces de superar los obstáculos e inconvenientes que aparecen en la vida, pero si carecemos de ella, cualquier pequeña dificultad nos parecerá un mundo. Una motivación apropiada es capaz de transformar en posible aquello que parecía imposible.
Decimos, pues, que la motivación es aquella potente energía que nos impulsa hacia la realización de los actos, por muy difíciles que estos puedan parecer. Por eso, cuando te plantees algo, no te preguntes si es fácil o es difícil, sino si te merece la pena o no realizar el esfuerzo que requiere. La respuesta dependerá de la fuerza de tu motivación.
Cuando aplicamos la motivación al desarrollo humano, podemos decir que es la energía que nos estimula a conseguir los más altos fines de la existencia, a pesar de los obstáculos del camino, porque a nivel emocional y mental, la motivación apropiada, nos permite aceptar la realización del esfuerzo necesario para conseguir una meta deseada.
A propósito de la motivación, conviene recordar, también, que es ella quien cualifica el acto. Eso quiere decir que, según la motivación que generemos, así será el acto realizado. Dos personas pueden hacer aparentemente lo mismo, pero si sus motivaciones son distintas, también lo será el acto en sí, así como sus resultados.
Hay que distinguir entre la motivación externa, la que proviene del exterior, y la motivación interna, la que nace a partir de nuestras profundas convicciones. Un ejemplo de motivación externa pueden ser los incentivos que determinadas empresas dan a sus trabajadores por conseguir ciertos objetivos, mientras que la motivación interna nace desde lo más hondo de nuestro ser y no depende de estímulos exteriores.
También podemos diferenciar la motivación según su nivel. Puede haber motivaciones de bajo nivel, aquellas que miran sólo el beneficio propio, y de alto nivel, cuando nuestra motivación surge de un corazón altruista que procura, en primer término, beneficiar a los demás.
No olvidemos, tampoco, que la motivación es un proceso dinámico, que puede aumentar o decrecer. Se puede cultivar y es posible incrementarla a través de la firme conexión con nuestros propósitos. Para ello, desde el punto de vista de la Sofrodynamia®, entendemos que el proceso motivacional está compuesto por distintos elementos que se pueden desarrollar.
Los más importantes son los siguientes.
a) Centramiento = Conectar con tu Centro Vital
Conectar con tu Centro Vital es lo que te lleva a descubrir y seguir tu pasión. La pasión es una cualidad que hoy día se relaciona con la felicidad.
De alguna manera también tiene que ver con la capacidad para luchar y perseguir nuestros sueños, para no dejar que pasen o se marchiten.
Para la persona que sigue su pasión la vida tiene un significado muy especial, porque seguir tu pasión es lo que te hace único, te conecta con la excelencia, es decir, con tratar de hacer las cosas de la mejor manera posible y con la mejor calidad, porque sólo ponemos pasión en aquello que amamos.
También tiene mucho que ver con el entusiasmo, y esto es lo que, muchas veces, marcará la diferencia entre ser exitoso o fracasar
Vivir con pasión es como dar un sí incondicional a la vida
b) El correcto Alineamiento (buscar nuestro propósito)
¿Qué es un propósito?
Un propósito es a la vez una intención de hacer algo y también es un objetivo
Para que un propósito se transforme en objetivo realizable es necesario una buena dosis de compromiso, es decir, ser capaz de desarrollar “el firme propósito” sin lugar a dudas.
Para poder alcanzar nuestros objetivos, lo primero a tener en cuenta es que han de estar bien formulados, porque un propósito bien formulado no debe depender de la voluntad de terceras personas. Además, para formular bien nuestros objetivos hemos de tener en cuenta nuestro nivel de competencia en el asunto.
También hemos de tener en cuenta la correspondencia entre los recursos disponibles y el nivel de exigencia de los objetivos que formulamos. A esto se le llama en Sofrodynamia®, el Principio de la Congruencia. Es algo así como preguntarse, ¿estoy dispuesto a realizar el esfuerzo que requiere alcanzar mi objetivo?
c) Estar bien enraizados (nutrir nuestra motivación)
Recuerda que vendrán tiempos difíciles, pero que estos no han venido para quedarse en tu vida, sino para pasar, para que aprendas y para hacerte más fuerte. Esto sólo podrás hacerlo si tu motivación se encuentra fuertemente enraizada en lo más profundo de tu ser.
De la misma forma que cuidamos una llama para que no se extinga o un jardín para que florezca, también hemos de aprender a cuidar y mimar nuestras motivaciones.
¿Cómo “nutrir” nuestras motivaciones?
Esto puede hacerse si acudimos a las enseñanzas de alto nivel, es decir, a aquellas que nos conectan con los aspectos más esenciales y elevados de nuestro ser y nos aportan la comprensión y el estímulo necesario para luchar por nuestras metas elevadas.
d) Fidelidad a nuestras convicciones
No hemos venido aquí para cumplir los proyectos de otros, sino para llevar a cabo los nuestros propios.
Para la persona que opta por el desarrollo humano, la fidelidad a este compromiso ha de presidir el resto de su vida. Esto hará que nuestra motivación sea fuerte, indestructible como un diamante.
No tenemos que darle cuentas a nadie, pero sí que hemos de responder ante nuestra propia consciencia, porque somos los responsables de nuestro propio proceso de desarrollo.
Nadie puede dormir en tu lugar para quitarte el sueño, ni beber por ti para quitarte la sed. Tampoco puede desarrollarse en tu lugar. Lo que tu no hagas, en este aspecto, se quedará sin hacer.
Sobre la perseverancia
Todos anhelamos encontrarnos bien y ser felices. Para ello emprendemos el camino del desarrollo humano, pero hemos de tener presente que este viaje será largo, ya que dicha tarea puede durar toda la vida.
Durante todo ese tiempo, es posible que aparezcan momentos de bajón, momentos en los que nos sentimos cansados, desfallecidos, a punto de abandonar o que perdemos la visión de nuestras metas.
En otras ocasiones aparecerá la impaciencia, la cual se caracteriza por hacer estragos en nuestra motivación, fomentando la creencia de que debemos obtener rápidamente aquello que deseamos, y si no es así nos sentimos frustrados o incluso desesperados.
En estos momentos difíciles y de dudas, es donde necesitamos que surja una capacidad de nuestra consciencia para mantenernos en el camino correcto, a pesar de las dificultades que podamos encontrar. La llamamos perseverancia.
Se dice que ella, la perseverancia, es la madre de todos los frutos, porque cualquier talento que poseamos, si carecemos de dicha virtud, difícilmente llegará a desarrollarse.
Pero recordemos su significado, perseverar es “la constancia, firmeza o tesón, en la realización de algo”. Significa, pues, la capacidad para perseguir nuestros objetivos con empeño y sin desfallecer.
Se encuentra relacionada con el espíritu de lucha y con la capacidad de superación. Muchas biografías exitosas han sido fruto de la combinación del talento con la perseverancia. Recordemos que Thomas Edison necesito probar miles de sustancias antes de encontrar la más adecuada para el filamento de la bombilla. Fue él quien afirmó que «el genio es un 99% transpiración y un 1% inspiración”. Por otro lado, el que llegó a ser uno de los presidentes más famosos de Estados Unidos, Abraham Lincoln, perdió seis elecciones y fracasó en dos negocios antes de llegar a ocupar la presidencia de la nación.
Pero ser perseverantes, sin más, puede ser peligroso porque podemos encontrarnos con una dificultad que debemos solventar, la de saber diferenciar cuándo perseverar y cuándo no. Para ello necesitaremos discriminar nítidamente entre la sana perseverancia y la limitante obstinación que nos crea tantos problemas.
Desde el punto de vista sofrodynámico, para ser buenos “perseveradores”, además de la consciencia discriminativa que nos alerta sobre la insana obstinación, hemos de tener en cuenta que necesitamos estar bien enraizados, es decir, “nutrir” aquello que nos mantiene en la acción.
También es importante estar bien alineados, lo que significa dar sentido a lo que hacemos, porque somos mejores perseverantes cuando elegimos nuestra meta voluntariamente, la consideramos importante, disfrutamos en el camino y encontramos el modo de hacer atractiva e interesante nuestra tarea.
Para esto último, resulta especialmente importante el centramiento, es decir, que nuestra acción se encuentre conectada con nuestro Centro Vital, con aquello que consideramos esencial en nuestra vida.
Para finalizar, recuerda que hay “buenos iniciadores” y “buenos mantenedores”. Lo realmente interesante es disponer de estas dos habilidades a la vez, pero no siempre es posible. Los primeros son personas capaces de poner en marcha cualquier proyecto, pero al poco tiempo, cuando su entusiasmo decae, dejan de interesarse por él y cambian a otra cosa. Los segundos, son quienes suelen conseguir sus logros, ya que son aquellos que perseveran y son capaces de mantenerse en la acción a lo largo del tiempo y superando los obstáculos.
Por tanto, saber comenzar algo es importante, pero saber como mantenerlo a lo largo del tiempo es lo que nos conducirá al éxito deseado.