
Un camino es un medio para ir de un lugar a otro.
En el ámbito del desarrollo humano, decimos que un camino es la vía que hemos de seguir para conquistar las metas que nos hayamos propuesto.
Desde el punto de vista de la Sofrodynamia®, existen tres caminos principales en el proceso de desarrollo humano, que no sólo no son excluyentes sino que se complementan mutuamente: el camino del cuerpo, el camino de los sentidos y el camino de la mente.
Si nos referimos al camino de los sentidos, podría decirse que es una herramienta mediante la cual, y utilizando los recursos que nuestra sensorialidad nos ofrece, podemos crecer como personas y alcanzar nuestros objetivos, en lo que a desarrollo humano se refiere.
Esto quiere decir que los sentidos, además de captar la información procedente del mundo exterior, pueden ser utilizados también para alcanzar un mayor grado de crecimiento interior mediante el cultivo apropiado de su increíble potencial.
Los sentidos son como las ventanas de la consciencia que nos permiten aprehender el mundo exterior.
Pero debemos recordar que no son sólo meros receptores fisiológicos de la información, sino que funcionan como entidades participantes, lo cual quiere decir que, influídos por nuestro estado emocional y nuestro modelo del mundo, se orientan a captar aquella parte de la realidad que consideramos significativa para nosotros.
Es por eso que no todas las personas perciben los mismos datos del mundo exterior.
Recordemos que existen procesos neurológicos que condicionan el tipo de información que recibimos, haciendo que ciertos datos sean relevantes mientras que otros no. Sin embargo, no somos conscientes de cómo realizamos dicho proceso. Entonces, ¿cómo “decidimos” captar lo que captamos”? Esta es una buena pregunta que conviene investigar.
Nuestra atención, consciente o inconscientemente, hace que nuestros sentidos se orienten intencionalmente para tratar de percibir aquello que habitualmente confirma nuestro modelo del mundo. Por eso nuestra percepción habitual suele estar sesgada y cada uno de nosotros percibe el mundo según su propia manera de hacerlo.
Entre la consciencia y los sentidos se establece una especie de bucle bidireccional, de tal manera que se influyen mutuamente. Así, el estado de consciencia en el que nos encontremos modificará la percepción sensorial que tengamos, de la misma manera que una información sensorial determinada podrá modificar un estado de consciencia previo. Eso quiere decir que la sensorialidad va a influir tanto en el estado como en los contenidos de consciencia a los que accedemos.
Dicho de otro modo, algo sucede por ahí afuera y una parte de ello lo recogen mis sentidos. A partir de aquí procesamos la información según nuestro propio modelo y procedemos a dar interpretación de lo sucedido.
Todo lo anterior no debiera constituir un problema si después de todo no tuviésemos la pretensión de creer que captamos la realidad nítidamente, ni de que nuestra interpretación sobre las cosas es la única y verdadera.
Un paso importante consiste en reconocer la subjetividad de nuestras percepciones sensoriales y de nuestros contenidos mentales, que son netamente individuales. Admitirlo, es algo que nos permite ser más operativos y flexibles con la realidad, con los demás y con nosotros mismos.
Sea como fuere, el mundo de los sentidos nos permite seguir trabajando en nuestro desarrollo personal para lograr un mayor bienestar.
Entender los sentidos de una manera activa, atenderlos, cuidarlos y cultivar nuestra dimensión sensorial, va a tener más repercusiones sobre nuestra salud y sobre nuestro desarrollo que de las que pudiéramos imaginar.
autorrealización
Estrategias de sanación
Sanar la vida es un proceso ligado al autoconocimiento y al desarrollo humano mediante el cual trascendemos nuestros sufrimientos habituales y somos capaces de vivir una vida más plena y pacífica.
A pesar de lo atractivo de la propuesta y de los beneficios que pueden alcanzarse con ella, no todas las personas están dispuestas a recorrer dicho camino, ya que conlleva necesariamente ciertas cualidades como el valor, la responsabilidad y el sacrificio, capacidades, estas, no demasiado populares en un mundo como el que vivimos. Sigue leyendo
Aprender a disfrutar de los pequeños momentos
A la hora de proponer ciertos consejos o estrategias sobre algún tema de envergadura, parece ser que tratar de elaborar un listado con la pretensión de que sea completo, se antoja una tarea bastante comprometida, incluso poco factible, ya que, por mucho que lo intentemos, suele quedar la impresión de que algo falta.
Máxime cuando dicho listado se refiere a un tema tan amplio y profundo como es el de aprender a disfrutar de la vida y de los pequeños momentos.
A pesar de lo anterior, voy a a atreverme a enumerar algunas estrategias sobre el tema anteriormente citado, sabiendo que lo que sigue no sólo no es en modo alguno un listado exhaustivo sobre el tema, sino un conjunto de ideas para ayudarnos a recordar, en caso de que lo hayamos olvidado, o para poner más énfasis, si es que ya lo tenemos presente, sobre algunos elementos que nos pueden ayudar a mejorar la capacidad para disfrutar los pequeños momentos de la vida diaria.
Dichas estrategias, y algunas otras más, las solemos trabajar en los grupos de Sofrodynamia® como medio de ayudar a los alumnos a llevar una vida más placentera, es decir, cargada de disfrute y de emociones positivas.
1.- Recuerda que cada momento es único e irrepetible y, por tanto, especialmente valioso. Tú también eres único e irrepetible. Toma consciencia de tu incalculable valor y vive conforme a lo que ello significa.
2.- Cultiva tu pasión. Una pasión es algo que surge del interior, algo que nos moviliza hacia una acción y que, cuando la cultivamos, nos permite disfrutar gozosamente de hacerlo.
3.- Desarrolla la generosidad, puesto que ser generoso y solidario aumenta la capacidad de disfrutar más de la vida. Se ha demostrado que ciertas sensaciones de armonía y paz se incrementan con los actos altruistas.
4.- Aprender a reencuadrar los acontecimientos vitales, especialmente aquellos que no salen como teníamos previsto. Tomarlos como un aprendizaje en lugar de como un fracaso nos permite disfrutar de las cosas, incluso cuando los resultados no son los esperados.
5.- No corras tras metas erróneas. Las metas erróneas te harán sufrir, por tanto, cada cierto tiempo revisa si estás siguiendo el camino que has elegido para alcanzar tus propósitos de felicidad y de desarrollo.
6.- Aprender a buscar los aspectos potenciadores de cada acontecimiento. En cada uno de ellos, incluso en los más oscuros, es posible descubrir un poco de luz.
7.- Para poder disfrutar de la vida es necesario saber disfrutar, también, de nuestra soledad. Aprender a estar solos es uno de los mejores modos de aprender a estar con los demás, sin adicciones ni apegos.
8.- Identifica tus habilidades y talentos, sobre todo aquellos que aún no has sacado a la luz. Procura descubrirlos y disfruta del placer de cultivarlos y compartirlos con otras personas.
9.- Aprende a dar gracias por todo lo que tienes, pues un corazón agradecido es un corazón feliz.
10.- Procura descubrir en cada momento y en cada situación la alegría y la bondad que sustenta la vida. Observa tu respiración y recuerda que sigues vivo.
Autocontrol no es ser controlador
Muchas veces nos damos cuenta de que a nuestro alrededor existen personas que prefieren dedicar sus esfuerzos a tratar de controlar a los demás en lugar de afanarse en la difícil, pero provechosa tarea, de aprender a controlarse ellos mismos.
Obviamente, se trata de una estrategia psicológica, a veces no consciente, que desarrollan estos sujetos en un intento de amortiguar sus propias angustias e inseguridades, pero sucede que dicha maniobra acarrea más problemas que otra cosa.
Con frecuencia, se puede constatar que los comportamientos que persiguen la finalidad de mantener el control de los demás, no obtienen buenos resultados, sino más bien lo contrario, de tal manera que su uso continuado llegará a crear tensiones en el ambiente y en las personas sobre las que se ejerce, y, en bastantes ocasiones, suele generar otros conflictos mayores que aquellos otros que se pretendían evitar o aliviar.
Sin embargo, si esta energía que dedicamos erróneamente a tratar de controlar a los demás, la gestionásemos de modo más apropiado en orden a seguir avanzando en la senda de nuestro propio autocontrol, otro gallo cantaría.
Autocontrol es sinónimo de autogestión. Esto incluye el saber gestionar nuestras conductas, nuestros pensamientos y emociones, así como el modo en el que adoptamos ciertas decisiones vitales. Todo ello parece ser muy necesario a la hora de armonizar nuestra vida y de mejorar nuestra relación con los demás, por lo que podríamos afirmar que, avanzar en dicho autocontrol, es equivalente a aseverar que vamos creciendo como seres humanos.
En cierto modo, la práctica del autocontrol está relacionada con la batalla interior que cada uno de nosotros ha de librar para desarrollar el potencial que todos tenemos y, también, para evitar caer en las inercias de la vida diaria que tanto nos condicionan.
Dentro del concepto de autocontrol se incluye la capacidad de ejecutar una acción y, también, la de ser capaz de dejar de llevarla a cabo, es decir, supone tanto un hacer como un dejar de hacer algo, siempre que se considere que eso es lo que más conviene.
Se relaciona, pues, con nuestra fuerza de voluntad y con nuestra libertad para elegir entre distintas opciones. Es una muestra del dominio que ejercemos sobre nosotros mismos, pero en nada tiene que ver con la negación, la represión o la ausencia de respuesta.
Habrá quien confunda autocontrol con una cierta rigidez o con la idea de que todo ha de estar previsto. Nada más lejos de la realidad, ya que la habilidad para controlarnos, no es algo que deba estar en oposición con la noción de fluir con la vida, ni con la natural espontaneidad que ha de presidirla.
Un auténtico autocontrol, sólo será apropiado cuando somos capaces de permanecer abiertos a aquellas sorpresas que la vida nos depara, dejándonos asombrar por lo inesperado y acogiendo con frescura aquello que está por venir.
Existen muchos instrumentos que nos ayudan a mejorar nuestro autocontrol, pero citaré sólo tres estrategias que me parecen fundamentales:
- Entrenar la respiración consciente, ya que es una de las más potentes herramientas de actuación sobre nuestro sistema nervioso, sobre los procesos de atención, concentración, el pensamiento, etc.
- Aprender a dejar pasar. Evitando entrar en todas las batallas (hay situaciones que es mejor dejarlas pasar). Así evitaremos entrar en el ciclo limitante de acción-reacción.
- Ciertas Prácticas mentales: El entrenamiento en relajación, visualización y meditación promueven un nivel de serenidad que favorece la tolerancia a situaciones estresantes y mejoran el autocontrol.
Editorial de septiembre de 2014
Comenzamos el mes de septiembre, al que bien podríamos denominar como el “mes de la vuelta”, porque tenemos la vuelta al cole, la vuelta al trabajo, la vuelta a la rutina de los horarios después del habitual descontrol veraniego, etc.
Es posible que para algunos sea todavía el mes de vacaciones, pero lo normal es que en nuestro medio la gran mayoría de las personas disfrute del merecido descanso entre julio y agosto.
Septiembre es también el mes de los buenos propósitos, casi tanto como lo es el principio de cada año nuevo.
Uno se plantea que ha de adelgazar esos kilos que se suelen acumular debido a la dieta veraniega de más cervecitas y tintos de verano, acompañados de las tapitas correspondientes. Nos planteamos, también, comenzar o retomar el gimnasio, matricularnos en algunas clases, como por ejemplo, clases de idiomas, de informática, de bailes de salón, de yoga, etc.
Para la mayoría de las personas que conozco, septiembre, es también una especie de mes organizativo, es decir, un mes en el que solemos funcionar como si continuásemos manteniendo el esquema estudiantil de pensar en cursos académicos.
Así, echando mano de lo anterior, voy a tratar de exponer mis propios proyectos para este nuevo curso 2014-2015, en lo que se refiere a los diversos talleres y grupos que imparto semanalmente.
Desde hace más de veinticinco años, vengo trabajando con distintos grupos sobre aspectos relacionados con el crecimiento y desarrollo humano. En los últimos diez años, dicho trabajo se ha concretado en los grupos de Sofrodynamia® y de Entrenamiento Gyalpo.
Durante este tiempo, numerosos alumnos de diferentes edades, culturas y profesiones han trabajado con entusiasmo en estas disciplinas. Algunos de ellos han continuado recibiendo enseñanzas ininterrumpidamente desde entonces hasta nuestros días, demostrando con ello un alto nivel de compromiso y de entrega en lo que a su propio desarrollo personal se refiere.
Quiero reconocer públicamente que, estos alumnos, han significado para mi un gran estímulo al que he recurrido en no pocas ocasiones, sobre todo cuando el cansancio o los problemas de la vida diaria, hacían mella en mí.
Así que, además del afecto generado por el propio trabajo en común durante todos estos años, se suma mi agradecimiento por su fidelidad y su constancia.
He de confesar que, por diversas circunstancias, este último curso ha sido especialmente duro para mi, de tal modo que, al finalizar los grupos allá por el mes de junio, me planteaba serias dudas acerca de su continuidad a partir de septiembre. Me parecía que esto podría someterme a un esfuerzo físico y mental que podría superar mis capacidades.
Sin embargo, los días de asueto y descanso del mes de agosto han servido para recuperar fuerzas, para descansar y replantearme el nuevo curso con nuevas energías. El hecho de dormir más de lo que es en mi habitual, con siestas incluidas, ha conllevado una estupenda recuperación que espero completar, más aun si cabe, tras unos días de vacaciones en Asia a partir del 13 de septiembre.
Así que, cuando vuelva, a principios de octubre, espero poder retomar de nuevo mi trabajo con más brío e ilusión.
En lo que a los grupos de Sofrodynamia® se refiere, este año tendremos algunas novedades que comentaré brevemente.
En el Nivel Inicial he aprovechado estas vacaciones para finalizar algo que tenía pensado hace tiempo, renovar totalmente el temario, así como algunos nuevos enfoques para la dinámica de la clase. Esto hará posible que todos aquellos antiguos alumnos que deseen actualizarse o ponerse al día, puedan hacerlo de forma sencilla y novedosa.
En Sofrodynamia® concebimos el trabajo de desarrollo humano como un proceso continuo y permanente de entrenamiento de nuestra propia consciencia. Recordemos que en algunos aspectos, la mente se parece un poco al músculo, en lo que a entrenamiento se refiere, de tal manera que aquellas capacidades que no se entrenan o no se ejercitan, acabarán por disminuir y perderán el tono necesario.
Es por eso que los Niveles de Profundización y Actualización, cumplen un cometido fundamental: aportar a los alumnos que lo deseen la posibilidad de seguir avanzando en el apasionante viaje de su propio crecimiento personal.
En Profundización, nos espera un interesante curso en el que seguir indagando sofrodynámicamente sobre aquellos aspectos que nos hacen más resilientes, es decir más fuertes y resistentes, más capaces de superar el estrés y la adversidad cuando esta aparece.
Me he sentido especialmente satisfecho por el compromiso y trabajo de este grupo durante el curso anterior y espero que los antiguos miembros, así como aquellos nuevos que puedan incorporarse, sigan haciendo gala de dicha entrega y de ese estupendo nivel de trabajo que han acreditado el curso pasado.
Qué decir de los miembros del grupo de Actualización, esa especie de irreductibles que, a pesar de las inclemencias climáticas o las que a cada uno personalmente les depara su vida, se mantienen, año tras año, fieles a su cita de los miércoles.
Es para mi un placer y un orgullo compartir este espacio de crecimiento interior con un grupo en el que no sólo doy, sino que también recibo. Este grupo de los miércoles constituye para mi uno de los principales estímulos de transformación y crecimiento personal dentro de mi propio camino evolutivo.
He de resaltar que es un grupo especialmente acogedor y amigo de los disfrutes, de tal manera que, además de la seriedad propia del trabajo, son frecuentes los momentos de celebración y de distensión en este colectivo. Tengo la certeza de que los nuevos miembros, que los habrá, podrán integrarse en él sin la más mínima dificultad.
Este nuevo curso continuaremos cada miércoles con nuestro increíble reto de profundizar en los aspectos transpersonales del ser, eso sí, con los pies en la tierra, es decir, desde el enraizamiento en nuestro modelo sofrodynámico.
Dedicaremos un tiempo prudencial a explorar algunos aspectos de la sanación emocional desde el punto de vista transpersonal, una especie de “aprender a sanar heridas” que confío interese a cuantos decidan embarcarse en esta aventura de desarrollo humano.
Por otro lado, los grupos de Entrenamiento Gyalpo, presentarán también alguna novedad. A través del cuerpo, el movimiento, la respiración, etc., y, aplicando los principios sofrodynámicos, utilizamos nuestro cuerpo para armonizar nuestra existencia un poco más.
Dicho cambio consistirá en introducir algunas sesiones de Qi Gong para la salud, alternando junto a otras de ejercicios de Gyalpo, tanto conocidos como nuevos. Espero que esto permita cubrir con creces el interés de la mayoría de los alumnos.
Un nuevo curso es al mismo tiempo un reto y una oportunidad. Espero que todo el trabajo de preparación, así como el que se desarrollará en su momentos, nos sirva a todos para continuar creciendo y madurando, para continuar disfrutando del placer de aprender, así como del intercambio afectivo propio de estos grupos de entrenamiento, ya que en todo momento funcionan como auténticos grupos nutricios, tanto para mi como para cada uno de sus componentes.
Mantengo, pues, la esperanza de que en este nuevo curso, gracias al esfuerzo de todos, podamos compartir un tiempo y un espacio que nos haga un poco más felices y un poco más humanos.
¡Feliz septiembre!
¿Quién cuida al cuidador?
Cualquier trabajo que realicemos puede llevarnos a un tipo de cansancio que podríamos asumir como normal, pero en el caso de las personas que se dedican a tareas en las que se establece una relación terapéutica o una relación de ayuda hacia otros, la sobrecarga emocional que se recibe es mucho mayor de lo habitual, porque en dicho ámbito nos encontramos sometidos al continuo influjo de las emociones, tanto personales como ajenas, que habremos de tener en cuenta si queremos mantenernos saludablemente.
Hace mucho tiempo que sabemos que aquellas personas que se dedican a cuidar de otras, bien profesional o familiarmente, sufren un excesivo desgaste mental y corporal, habiéndose constatado que existe un mayor riesgo de padecer la llamada “fatiga por compasión”.
Ultimamente se han publicado interesantes estudios acerca de los efectos físicos y psicológicos que aparecen en dichos cuidadores, así como una serie de estrategias eficaces para su detección y su tratamiento.
Sería, pues, interesante plantearse una curiosa pregunta, ¿quién cuida al cuidador?
Sabemos que el contagio emocional puede ser uno de los precursores del llamado “Síndrome Burnout”, o lo que es lo mismo, sentirse “quemados en el trabajo”, lo que nos lleva a padecer todas las secuelas propias de un cuadro de estrés crónico. No debemos olvidar que, en cierto sentido, las emociones son tan contagiosas como los virus.
En el caso de las personas que tienen bajo su responsabilidad el cuidado de otros, se ven sometidos a un intercambio emocional que puede llevarles a pagar un alto precio, si no ponen remedio. En estos casos se produce una especie de “empatía inconsciente”, mediante la cual, sin que nos demos cuenta, absorbemos las tensiones emocionales de otras personas.
Pero además del nivel puramente emocional, también se ha constatado que podemos vernos influenciados por la llamada “empatía somática”, responsable de que aparezcan en el cuerpo diversas dolencias, como si fuese una especie de “contagio” de los síntomas de otra persona.
El hecho de que nos guste nuestro trabajo no significa que no estemos asumiendo un cierto riesgo. Según describen distintos autores especializados en el tema, como por ejemplo Rothschild, con frecuencia las consecuencias negativas del trabajo terapéutico son inconscientes, y podría ser denominada como “fatiga por compasión” o “trauma vicario”.
Por eso, si estamos atentos, en nuestra relación de terapia podemos observar en nosotros mismos una serie de cambios corporales, respiratorios, pensamientos espontáneos, recuerdos, imágenes mentales, etc. durante la interacción con otras personas.
Hace tiempo que se describió en psicoterapia el “fenómeno de contratransferencia”, definido por Freud como “el influjo que el paciente ejerce sobre el terapeuta acerca de su sentir inconsciente”.
Hoy día, el descubrimiento y posterior estudio de las “neuronas en espejo” explica algunos aspectos de este fenómeno.
Los nuevos descubrimientos de las neurociencias nos dicen que cada emoción se encuentra vinculada a un patrón muscular o gestual propio de cada persona. Se ha demostrado que las emociones pueden ser creadas desde la vía somática mediante la reproducción de contracciones musculares asociadas a dicha emoción.
De manera no consciente tendemos a imitar gestos, posturas, patrones musculares, sentimientos, los cuales se asocian a activaciones del SNV que serán las responsables de los trastornos por estrés.
Para salir indemnes de estos fenómenos, la mayor parte de las veces no consciente, necesitamos identificarlos con la mayor nitidez posible.
¿Pero cómo hacer esto si, como antes se mencionó, suelen ser procesos inconscientes?
Pues bien, es aquí donde entra en juego nuestras capacidades personales para saber reconocer y saber discriminar los cambios sutiles que se producen en nuestro cuerpo y en nuestra mente.
Para ello, la toma de consciencia del patrón respiratorio y de nuestro patrón muscular, según se enseña en Sofrodynamia®, resultan especialmente importantes, sobre todo a la hora de identificar los pequeños cambios que indican una modificación de nuestro fondo emocional.
Existen ciertos investigadores (Forester-2001) que demuestran que lo que hemos descrito anteriormente, es decir, la toma de consciencia corporal, es la clave fundamental para poder evitar el “trauma vicario”.
Una vez nos damos cuenta de que se dan ciertos cambios corporales, respiratorios, etc., necesitamos aplicar el “sentido común” y los principios del autocuidado de una manera temprana, ya que esperar hasta padecer una crisis para iniciar un tratamiento, dificultaría mucho la recuperación.
Entendemos como autocuidado aquellas actividades o conductas que los individuos realizan para el mantenimiento de su propia salud y bienestar. Es algo que la persona ha de hacer para sí misma, aunque de forma indirecta también tendrá repercusiones sobre los demás.
Por tanto, para cuidar al cuidador, podemos hacer lo siguiente.
Lo primero es asumir que cada uno de nosotros somos los auténticos responsables de nuestra propia salud. Es importante, por tanto, aceptar el hecho de que somos nosotros quienes hemos de ser nuestros principales “cuidadores”.
Para ayudar a las personas que quieren practicar el autocuidado, desde el punto de vista de la Sofrodynamia®, necesitamos una serie de conocimientos pero, sobre todo, necesitamos ser capaces de dominar varias herramientas prácticas:
1) Desarrollar los principios del autocuidado, mediante la implantación de un modelo mental saludable.
2) La mejora de la toma de consciencia de la corporalidad y su correspondiente armonización.
3) La práctica de un correcto patrón respiratorio.
4) El manejo de las estrategias de gestión del estrés
Aprender a cuidarse mejor es, pues, uno de los objetivos fundamentales de nuestro adiestramiento sofrodynámico, el cual ha demostrado una importante capacidad para mejorar la salud física y emocional de quienes lo practican.
Tipos de reacciones ante experiencias traumáticas
La psicología convencional sostiene el planteamiento de que ante un hecho traumático la mayoría de las personas que lo padecen desarrollarán síntomas que habrán de ser tratados por profesionales.
También mantienen la creencia de que la presencia de emociones positivas en esos momentos es impropia y que, incluso, podrían retardar la curación. Se invocan fenómenos como los mecanismos psicológicos de negación o de represión para explicar esto.
Todo ello está basado en creencias y en pensamientos especulativos, pero cuando se ha tratado de corroborar dicha premisa mediante estudios científicos actuales, los datos han demostrado justo lo contrario.
Más allá de las creencias especulativas sin fundamento científico, los estudios recientes sobre el campo de la resiliencia, sobre todo por parte de la Psicología Positiva, demuestran algo muy diferente. En términos generales se puede decir que ante los acontecimientos traumáticos de la vida, los seres humanos somos más resistentes de lo que la psicología convencional plantea y que la aparición de trastornos como consecuencia de una experiencia traumática, es sólo una de las diversas posibilidades con las que contamos.
Ante la adversidad, es posible reaccionar de las siguientes maneras:
1.- Aparición de un trastorno
Este ha sido el mecanismo principal invocado por la psicología convencional hasta ahora. Como se dijo anteriormente, plantean que cualquier persona sometida a una situación traumática desarrollará un trastorno y, por tanto, ha de ser tratado por profesionales mediante ciertas estrategias de intervención psicológica.
Pero los estudios actuales revelan que el porcentaje de personas a las que les sucede esto es bastante bajo, y muchos de los que son diagnosticados inicialmente se recuperan de manera espontánea durante los primeros meses sin necesidad de tratamiento.
Hoy día, más que hablar de trastorno, se tiende a pensar que muchos de los síntomas que muestran estas personas (pesadillas, insomnio, etc.) no son más que “reacciones normales ante hechos especiales”.
Un ejemplo de ello han sido los trastornos relacionados con el 11-S en Estados Unidos. Se ha constatado que el porcentaje de personas que han desarrollado un trastorno crónico duradero es mínimo. Como ejemplo, podemos citar los datos referidos a los estudios realizados sobre el Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) en las personas que padecieron directamente el 11-S. En la población general de New York aparecieron síntomas iniciales sólo en el 7’5%, habiéndose reducido a los 6 meses al 0.6%. Nada que ver con la “teoría del trauma” de la que tantos adeptos participan en la psicología actual.
2.- Aparición de un trastorno retardado
Este es el caso de las personas que no desarrollan patología en el primer momento, sino que ésta aparece tiempo después, incluso años más tarde.
A pesar de lo que se pudiera creer, según los modernos estudios sobre resiliencia, este tipo de casos es relativamente infrecuente, aunque también posee muchos partidarios entre la psicología convencional.
3.- Recuperación espontánea
Los estudios realizados revelan que el 85% de las personas sometidas a experiencias traumáticas sufren síntomas disfuncionales, pero se recuperan de forma espontánea.
La psicología convencional ha tendido a ignorar este fenómeno, sobrevalorando la importancia de las intervenciones psicológicas, y creando “enfermos para toda la vida”.
4.- Resiliencia
Son personas que cuando se encuentran sometidas a la adversidad, no experimentan síntomas relevantes, ni ven interrumpido su funcionamiento normal sino que consiguen mantener el equilibrio estable sin que se afecte su vida cotidiana.
No es un fenómeno raro sino común, al que hasta ahora se le ha prestado poca importancia y se ha tendido a pasar por alto.
Existe una fuerte evidencia de que somos más fuertes de lo que pensamos nosotros mismos y muchísimo más de lo que tratan de hacernos creer.
5.- Crecimiento tras la adversidad
Podríamos llamarlo el “Aprendizaje a través de la lucha”. Existe un grupo importante de personas que aprenden y crecen tras la experiencia de un trauma. Existen personas que ante situaciones adversas no se deprimen sino que se fortalecen.
También puede suceder que se vean reforzadas las relaciones interpersonales (“ahora sé quiénes son mis verdaderos amigos”), tanto con los amigos como entre las parejas (casos de hijos con enfermedades graves).
Se ha constatado mediante estudios de campo que de las personas afectadas por una situación adversa, 2/3 encuentran caminos beneficiosos en su experiencia.
Igualmente, las experiencias traumáticas pueden llevarnos a importantes cambios en nuestra escala de valores o en nuestra espiritualidad, sobre todo cuando esta vivencia conlleva hacernos conscientes de la realidad de la muerte.
Es posible que pasar por una experiencia traumática sea una de las situaciones vitales que más aportan a la madurez y crecimiento de un individuo.
Pero no todas las personas son capaces de descubrir los aspectos potenciadores tras una experiencia traumática, y es importante no sentirse culpable en caso de no hacerlo.
En definitiva, lo que se deduce de las investigaciones actuales sobre los traumas y las experiencias de adversidad, es que las personas somos mucho más fuertes de lo que la psicología ha venido considerando hasta ahora.
Finalmente, citemos las palabras de un experto en este campo: “Los psicólogos han subestimado la capacidad natural de los supervivientes de experiencias traumáticas de resistir y rehacerse” (Bonanno, 2004).
10 Estrategias sofrodynámicas para incrementar el bienestar
Hoy día, los científicos del comportamiento humano hablan cada vez más de la felicidad como objeto de sus estudios. Hasta hace no mucho tiempo parecía que dicho asunto era un tema del que se ocupaban solamente la filosofía o la religión, sin embargo, ahora, las modernas investigaciones van aportando un nuevo e interesante punto de vista al respecto, mostrándonos cómo podemos incrementar los estados de felicidad mediante ciertos tipos de estrategias.
En Sofrodynamia®, normalmente, preferimos hablar de bienestar en lugar de felicidad, aunque a veces utilizamos también este término, pero nos parece un poco más abstracto y lejano. Desde el punto de vista sofrodynámico, definimos bienestar como “Un estado armónico y pacífico de la persona que se fundamenta en los siguientes pilares: Autosatisfacción, autoconocimiento, autogestión y desarrollo del potencial”.
Una de las principales finalidades del entrenamiento sofrodynámico consiste, pues, en incrementar el bienestar en las personas, lo cual es semejante a procurar que sean más felices. Para realizar esto, partimos de dos premisas:
1) Que la alegría o el sufrimiento son estados de la mente.
2) Que los estados mentales son construidos y pueden ser modificados y desarrollados.
De aquí se deduce quienes deseen generar estados mentales relacionados con el bienestar y la felicidad, deberán aprender a utilizar su mente de una manera lo suficientemente apropiada como para poder generarlos.
Se han desarrollado diversas investigaciones que confirman la posibilidad de incrementar los niveles de felicidad y el bienestar personal siguiendo programas específicos para ello, pero en este proceso, se ha comprobado que no se trata de cuanta cantidad de información somos capaces de conseguir en un tiempo determinado, sino de cómo somos capaces de gestionarla para que llegue a ser práctica, eficaz y eficiente.
Indudablemente, para que todo esto funcione, hace falta un método que nos aporte un modo sistemático de trabajar sin riesgos de perdernos en nuestra búsqueda.
El método sofrodynámico nos propone una serie de estrategias contrastadas y útiles para desarrollar el bienestar, las cuales habremos de aplicar adaptándolas al estado inicial del sujeto, al entorno en el que se encuentra y a los fines que quiere conseguir.
Las principales estrategias sofrodynámicas para incrementar el bienestar son:
1.- COMENZAR DESARROLLANDO UNA MOTIVACIÓN ADECUADA a) Salir del sufrimiento, b) Desarrollo personal, c) Deseo de liberación de todos
Dicha motivación podrá ser de tres niveles diferentes:
2.- LA RESPIRACIÓN CONSCIENTE
Considerada en Sofrodynamia® como la “Gran Herramienta” debido a los innumerables beneficios que reporta.
3.- NUTRIR EL CUERPO
a) Dietética convencional, b) Movimiento, c) Nutrir los sentidos (en el que participa también la psique), d) Atender a la dimensión energética.
4.- NUTRIR LA PSIQUE
a) Propiciar Pensamientos nutricios, b) Cultivar emociones potenciadoras, c) Grupos y actividades nutricias, d) Caricias mentales, e) Implicarse en actividades gratificantes.
5.- NUTRIR EL ESPACIO INTERIOR
a) Silencio, b) Mente meditativa, c) Ejercicios energéticos.
6.- APRENDER A SOLTAR LASTRES DEL PASADO
Pagar las “deudas existenciales”, b) Aprender a perdonarse y perdonar (el odio, el rencor, cortar con nuestra historia de dolor).
7.- CONEXIÓN CON EL SER INTERIOR
a) Apertura de consciencia, b) Vacío creativo
8.- MODELO FUNCIONAL (CREENCIAS, VALORES)
a) Cuestionar nuestro modelo, b) Instalar creencias funcionales.
9.- DISEÑO DE OBJETIVOS
Saber a dónde queremos ir
10.- DESARROLLAR NUESTRAS CUALIDADES
Aprender a desarrollar nuestro potencial al tiempo que disfrutamos de la vida.
Editorial de agosto de 2014
Comenzamos agosto, el mes que posiblemente sea el de mayor número de personas disfrutando de las vacaciones, aunque para otros constituya el final de las mismas. En este mes se produce el consabido trasiego entre los que se van de vacaciones y los que retornan al trabajo después de haberlas disfrutado.
Parece que en estas fechas todo va a otro ritmo, muchas empresas, excepto las del sector del turismo, cierran o se encuentran con la mitad de personal y, en muchas ocasiones, cualquier nuevo proyecto que nos planteamos es demorado hasta septiembre.
Suelen decir los periodistas que los meses de verano, por lo general, acostumbran ser parcos en noticias destacadas, pues todo se ralentiza por las vacaciones, y han de recurrir a buscar dichas noticias del modo que sea. El verano representa una especie de pausa informativa para los medios de comunicación habitual.
Sin embargo, este pasado mes de julio, la cosa no ha sido así. Diríamos que se ha comportado como una especie de excepción veraniega, ya que entre los aviones que se han estrellado o que han sido derribados, como el caso de Ucrania, los distintos avatares en la política española (siempre llenos de maletines y dineros en Suiza, la segunda patria de todo político que se precie), los problemas sanitarios en África debidos a la expansión epidémica del virus del Ébola o el sangrante conflicto entre israelíes y palestinos, se ha despedido un mes de julio especialmente prolífico, informativamente hablando.
Esperamos que el mes de agosto que ahora comenzamos, traiga la tan anhelada paz y el fin del sufrimiento de tantas víctimas inocentes en los conflictos que todavía acontecen en estos momentos.
Desconozco cuál es el mejor modo de conseguirla. Posiblemente no baste solo con las buenas intenciones. Y aunque los entresijos de la política internacional de alto nivel quedan muy lejos del ciudadano de a pie, resulta difícil permanecer ajenos e impasibles ante una tragedia humanitaria de tal magnitud, que desde hace décadas afecta a dicha zona, y cuya solución definitiva parece no vislumbrarse por ahora.
A nivel de nuestro reducido ámbito de acción, algunos pensamos que para colaborar a la paz mundial, además de manifestar nuestra opinión, nuestra denuncia o nuestra disconformidad con la situación actual, es necesario trabajar por la paz interior en cada uno de nosotros.
Por la paz en nuestra mente, por la paz en nuestras relaciones, en nuestro trabajo, en nuestro barrio… Como si pudiésemos generar una especie de onda sutil de amor y compasión que irradiase hacia el exterior para impregnar todas nuestras acciones y nuestros ambientes.
Así que, una posible propuesta para tener presente durante este mes de agosto que comienza ahora, podría ser, ¿cómo aprender a cultivar la paz en nosotros mismos y en nuestro medio?
Esta práctica se encuentra muy relacionada con la salud, entendiendo ésta como “el verdadero arte de vivir en armonía”.
Podríamos comenzar por construir la paz en nosotros atendiendo a la paz en nuestro cuerpo, en nuestras palabras y en nuestra mente.
Buscar el modo de cuidar y honrar a nuestro cuerpo, aportándole lo que le conviene y evitando hacer aquello que le perjudica.
Armonizar nuestra respiración como herramienta imprescindible para que se genere en nosotros un estado de calma y de claridad mental, que no sólo nos proporcionará bienestar, sino que contribuirá a pacificar los lugares en los que nos encontremos.
Propiciar pensamientos pacíficos dedicando tiempo a reflexiones y lecturas que resulten inspiradoras.
Procurar alejar las emociones perturbadoras y “dar vacaciones” a nuestros miedos, odios y rencores.
¿Por qué no saldar definitivamente la deuda emocional que mantenemos con nosotros mismos (con nuestro pasado) y con los demás?
Poner atención para que nuestro lenguaje sea un “lenguaje de paz”, alejando las palabras ofensivas o hirientes y propiciando un modo de expresión acogedor y curativo. Sabemos que las palabras tiene el poder de herir o de sanar, ¿por qué no cultivar un lenguaje sanador?
Todo lo anterior podría traducirse en una actitud y unos actos muchos más acogedores y pacíficos, con la inevitable repercusión que tendría esto en el ámbito de nuestro pequeño microcosmos.
Como dice Lama Gangchen “paz con todos, todos con paz”.
El periodo vacacional ofrece la potencialidad de servirnos como una especie de pausa recuperativa. Dicha pausa puede ser utilizada para volver, luego, a nuestros trabajos muchos más saludables que cuando nos fuimos, y para hacer, también, que nuestra vida se muestre como una inspiradora metáfora actuacional de aquella paz que tanto decimos anhelar.
¡Ojalá que este mes de agosto resulte próspero y pacífico para todos!
¡Feliz agosto!
Ser Respiración
Una de las herramientas más importantes del entrenamiento sofrodynámico es, sin duda, la respiración.
Con frecuencia, suelo decir a los alumnos que, si sólo pudiera explicar una sola cosa de todas las que comentamos durante un taller de Sofrodynamia®, necesariamente elegiría la respiración.
Y esto es así porque a partir de ella podemos construir todo lo demás, pero sin una respiración armónica y fluida difícilmente avanzaremos en lo que se refiere a la salud y al desarrollo humano.
Dentro del entrenamiento sofrodynámico, la práctica de la respiración consciente posee, pues, una especial relevancia, y se distinguen cuatro niveles diferentes en su aprendizaje.
El primero de ellos se refiere a la toma de consciencia y a la identificación del Patrón Respiratorio Personal, con la posterior eliminación de los bloqueos detectados.
El segundo, está dedicado a expandir la respiración a todo el cuerpo para sentir que, si bien ventilamos con los pulmones, la verdadera respiración es un fenómeno global.
En el tercer nivel el alumno será capaz de proyectar su respiración hacia cualquier parte del cuerpo y focalizarla en esa zona. Aquí existe ya un mayor control de la técnica respiratoria.
Y, finalmente, llegamos al último nivel, pasamos de respirar como fenómeno psicofisiológico a “Ser Respiración”, lo cual inaugura un aspecto espiritual de la misma. De esto último me gustaría comentar algunas cosas.
Conseguimos acceder a este punto cuando somos capaces de gestionar la respiración con un cierto nivel de fluidez. A partir de estos momentos es posible trascender dicha técnica para que aparezca el “arte de respirar”. Es algo así como olvidar lo aprendido para, simplemente, dejarnos respirar.
Suelo decirle a los alumnos “déjate respirar, porque tu respiración sabe qué hacer”, y “trata de respirar como si todo tú fueses respiración, como si la respiración te respirase, como si todo el universo respirase en ti”.
Muchos se preguntan, ¿qué es eso de dejarse respirar?
Dejarse respirar significa ser permeables a la respiración y no ofrecer obstáculos. Es dejarse inundar por la fuerza y el ritmo vital de la respiración como algo que unifica las distintas esferas del ser.
Es algo así como armonizarse con el universo, accediendo a comprensiones más trascendentes, las cuales, muchas veces, tenemos dificultad en explicarlas o en trasmitirlas con palabras comunes, porque “Ser Respiración” es una experiencia radicalmente profunda y no una mera conceptualización.
Ser respiración es algo que aparece de forma espontánea cuando hemos dedicado un tiempo suficiente a practicar la respiración conscientemente, por tanto, es un tipo de “experiencia emergente”, es decir, aquellas que aparecen sin que podamos saber cuándo. Nuestra tarea al respecto consiste en estar preparados para que lo que haya de suceder, suceda. Me recuerda a lo que se decía en un cuento de Tony de Mello, “no podemos hacer nada para que amanezca, pero si podemos tratar de que nos pille despiertos”.
Llegar a “Ser Respiración” constituye, pues, uno de los mejores regalos que podríamos hacernos a nosotros mismos y a quienes nos rodean, porque es la clave para facilitar el encuentro más profundo con nosotros mismos y con los demás.
