Editorial de agosto 2013

agostoEl calendario corre que se las pela, al menos esa es la impresión que me da, y casi sin darnos cuenta estamos inaugurando el mes de agosto, puerta de entrada al último trimestre del año en curso.  

Por desgracia, hemos despedido julio con un lamentable y mortífero suceso ferroviario que ha conmovido a todo el país sin excepción. No hay persona que conozca que no se haya estremecido ante las imágenes de la tragedia emitidas por los diversos medios informativos. 

Ya en otros momentos hemos experimentado dramas similares en este país, y en todas las ocasiones, además del dolor y la consternación, se han vivido al mismo tiempo inequívocas señales de apoyo, cariño y solidaridad hacia las víctimas y sus familiares. De alguna manera esto constituye un valioso consuelo para aquellos que de un modo absurdo e inesperado han sido visitados por la fatalidad y por la pérdida de sus seres queridos.

Creo que sentir el calor de las personas cercanas, o incluso de las distantes, pudiera ser una especie de bálsamo reparador, aunque ni estos signos de apoyo, ni otros similares, devuelvan la vida a los fallecidos ni subsane el profundo dolor de sus familiares. 

Muchos piensan que rezar no sirve para nada. Yo soy de los que opinan lo contrario. Y no sólo es cuestión de fe, los estudios de Harold Koenig en la Universidad de Duke, dan  fundamento científico al hecho de que rezar es especialmente útil para quien lo hace y para los demás. En algunos otros artículos me he referido a ellos.

Este dramático acontecimiento nos ha hecho pensar a todos en la enorme fragilidad de la condición humana y en lo poco que controlamos nuestro destino. Un desplazamiento en uno de los medios de transporte más seguros que existen se puede convertir en tu último viaje.

Soy consciente de que la muerte no está al final de la vida, sino que más bien nos acompaña siempre a lo largo de nuestro camino, muertey que una vez llegado el momento nos abraza, nos toma de la mano, ya estemos sanos o enfermos, seamos ricos o pobres, jóvenes o viejos… para decirnos que nuestros días en este mundo han tocado a su fin.

Con frecuencia, cuando comento cosas de este tipo, observo como algunas personas se consternan y me dicen que hablar o pensar en ello les hace sentirse más inseguros y vulnerables. Yo, por el contrario, pienso que la seguridad no puede nunca sustentarse en el hecho de evitar mirar la realidad, sino que más bien debiera fundamentarse en afrontar e integrar en nuestras vidas las cosas tal como son. Y lo cierto es que somos mortales y que no sabemos el momento en el que llegará nuestra muerte. Estas dos afirmaciones constituyen de las pocas certezas vitales que podemos sostener sin la menor duda.

No querer pensar en ello no añadirá ni un sólo día más a tu vida, pero es posible que te haga vivir bastante más temeroso e inseguro de lo que lo harías si supieses afrontar cara a cara esta cuestión.

Y el que la cosa sea de este modo, lo que me lleva es a revalorizar cada instante como algo único e irrepetible, a dar gracias por todo lo que me rodea, y a desear disfrutar tanto como pueda de cada momento vivido, así como de la presencia de los seres queridos que me rodean. 

familiaMe lleva, también, a enfocar mi atención y mi energía hacia aquello que considero valioso y digno de ser vivido, a no perderme por las ramas en asuntos que ni me van ni me vienen, y a procurar con todas mis fuerzas que mi vida sea lo suficientemente significativa para que, llegado el momento, pueda despedirme con la tranquilidad y el sosiego de espíritu de haber vivido con el máximo de plenitud que haya podido lograr. No quiero decir adiós a este mundo con la sensación de tener muchos “deberes por hacer”. 

Por eso soy de los que piensan que hoy es el mejor momento, y ahora es el mejor lugar para comenzar a vivir aquello que queremos vivir. Demorarlo indefinidamente sólo nos puede hacer más infelices.

Una paciente me contaba hace poco, “mi marido ha dejado aplazada muchas cosas para la jubilación. Ibamos a ir a muchos sitios, y, ahora, antes de jubilarse, le han diagnósticado una demencia y ya no podemos hacer nada de lo que habíamos dejado pendiente”. Aunque no se trate de un caso de muerte, saque usted mismo la moraleja de este breve relato.

Opino, por tanto, que ser consciente de la muerte no es algo que nos deba entristecer sino que por el contrario nos ayuda a disfrutar del presente y nos permite iluminar nuestra vida, haciendo resaltar aquellos asuntos que son significativamente valiosos para nosotros.

El mes de agosto, mes vacacional por antonomasia, es un momento del año tendente al disfrute, al descanso, al fomento de las relaciones, a los viajes… y a tantas y tantas cosas que normalmente no podemos hacer por falta de tiempo en los momentos en los que nos encontramos sometidos a un horario laboral, y que por eso dejamos para estas fechas.

Es cierto que cada uno disfruta a su manera. Y también es cierto que como están las cosas, muchas personas habrán tenido que renunciar a lo que otros años han podido hacer. Pero sea como fuere, a lo que nunca deberíamos renunciar es a la opción de poner todos nuestros medios para tratar de ser felices aquí y ahora, para promover nuestro bienestar, para disfrutar del hecho de estar vivos y de lo que cada día la vida nos ofrece, y, sobre todo, para regocijarnos con el regalo de la presencia de nuestros seres queridos (que a veces sólo lo valoramos cuando los perdemos). 

Es un buen momento para compartir penas y alegrías con nuestros amigos, para recargar nuestra deteriorada energía y para reflexionar a cerca de cómo desarrollar el inmenso potencial que cada uno de nosotros poseemos en nuestro interior y que hemos venido a explicitar en este mundo.

A estas alturas del año, y después de unos meses que me han requerido una cierta  intensidad de esfuerzo en lo laboral, familiar y personal, y tras algunas contingencias de diverso tipo, siento que necesito descansar. 

A pesar de que tengo aguante para el esfuerzo, cuando me voy quedando dormido en el sofá a la hora de la siesta (cosa que habitualmente no tengo costumbre de dormir), es que mi cuerpo me va pidiendo descanso.

Así que dentro de unos días comenzaré mis vacaciones, de las que además de disfrutar lo máximo posible, espero que puedan servirme para seguir descubriendo y agradeciendo el maravilloso don que constituye el hecho de estar vivos.

Os invito a que también las aprovechéis al máximo.

¡Feliz Agosto! 

 

Mantener la mente del estudiante

Mantener la mente del estudiante

Mente del estudianteLa Mente del Estudiante es una de las actitudes mentales que en Sofrodynamia® llamamos «sanadoras», porque todo aquel que quiera aprender y desarrollarse ha de procurar mantener dicha actitud mental.  Esto implica que ha de renunciar al “ya me lo sé” o “esto ya lo he dado”.

La Mente del Estudiante consiste en establecerse en  humilde actitud de reconocerse como alumnos en continuo proceso de aprendizaje, huyendo de la pretenciosidad de creerse que ya lo sabemos todo. No te importe repetir lo mismo muchas veces, porque cada una de ella te desvelará una nueva perspectiva y un significado cae vez más profundo.

Desde esta actitud que aporta la Mente del Estudiante, trataremos de acercarnos a cada materia con curiosidad y deseo de aprender, como si si todo fuese nuevo, como si lo viésemos por primera vez, y buscando descubrir lo que todavía no hemos llegado a captar.

Posiblemente todos hemos tenido la experiencia de leer el mismo texto muchas veces y, si lo hacemos desde esta actitud mental, en cada una de las diferentes lecturas descubriremos cosas diferentes, porque cada uno de nosotros vamos cambiando en cada momento y podemos comprender cosas diferentes en toda nueva ocasión.

He de recordar, también, que las enseñanzas importantes a propósito del mundo interior, poseen distintos niveles de complejidad y sólo desvelarán su secreto a quienes con constancia y respeto, a través de la Mente del Estudiante, se acerquen a ellas.

Una razón para cambiar

Una razón para cambiar

Una razón para cambiar¿Crees que deberías cambiar algo en tu vida?

Tal vez pienses que sí porque hay asuntos que te hacen sufrir y te gustaría modificar lo que sientes al respecto. Pero quizás pienses que no, que no es necesario realizar ningún cambio porque ya te sientes suficientemente bien.

No obstante, sea cual sea tu caso, tenemos una importante y poderosa razón para establecer cambios en nuestra vida: la posibilidad de vivir mejor cada día.

¿Te convence dicha razón?

Como dije antes, hay personas que encontrándose bien quieren vivir mejor. Son personas inquietas, curiosas y comprometidas consigo mismo en lo que se refiere a cumplir sus propósitos vitales. Podríamos llamarlos “los buscadores de la excelencia”, y son aquellos que no se conforman con ir por la vida tirando sin más, sino que quieren desarrollar al máximo su potencial. Obsérvalos bien porque puedes aprender muchas cosas de ellos.

Pero también habrá otros que sufren más de lo que les gustaría. De este grupo, algunos se conforman con sobrevivir en “este Valle de Lágrimas” con un nivel tolerable de sufrimiento. Otros, en cambio, se rebelan frente a esta situación y luchan por cambiarla. Buscan un modo de salir de dicho sufrimiento y mejorar su vida. Los primeros y los últimos, evidentemente, tendrán motivaciones diferentes y es seguro que sus caminos y destinos serán muy distintos.

Sea como fuere, te encuentres como te encuentres, lo realmente relevante es la importancia de realizar un cambio positivo en nuestra vida. Porque no nos interesa cualquier tipo de cambio, ya que el hecho de cambiar sin rumbo ni dirección viene dado por el simple devenir de la existencia. Me refiero a aquel cambio potenciador  que se encuentra conectado con los procesos de crecimiento y desarrollo humano y que, en última instancia, nos llevará a incrementar nuestro nivel de bienestar.

Y cuando nos planteamos que queremos crecer y desarrollarnos como seres humanos, de alguna manera, lo que estamos afirmando es que queremos vivir mejor que en el momento actual, sea éste como sea.

En otras palabras, se podría decir que lo que realmente queremos es pacificar y armonizar la vida un poco más, entendiendo por ello una mejora en las relaciones con nosotros mismos y con los demás para solucionar nuestros conflictos personales y relacionales y, además de todo ello, para mejorar nuestra salud en sentido amplio del término.

El proceso de cambio no debería ser considerado como algo que tenga que ser experimentado como una obligación impuesta desde fuera por un monitor o por un ambiente de grupo, sino como una elección personal que nos acerca a disfrutar de la vida y a expresar nuestro potencial. No podemos perder de vista que este proceso de cambio, lejos de ser algo cansado o tedioso, ha de verse complementado con un cierto grado de placer.

Por eso, al tiempo que vamos recorriendo nuestro camino, aprenderemos también a disfrutar más y mejor de nosotros mismos y de los demás, así como de aquellos paisajes íntimos que iremos descubriendo a lo largo del fascinante viaje del proceso de cambio interior. Porque un ser humano que crece y se desarrolla es alguien que está progresando continuamente, al mismo tiempo que disfruta de cualquier cosa que hace.

Tal vez por eso, he de insistir en que hablar de un proceso sofrodynámico de cambio y desarrollo humano no es un asunto meramente intelectual, sino que tiene que ver con nuestra curación y nuestra salud en términos globales, y esto es algo eminentemente práctico.

Así que, según opino, la búsqueda de la felicidad y el bienestar son razones suficientemente poderosas como para plantearse llevar a cabo un cambio vital potenciador.

Las claves del éxito

Las claves del éxito

clave de éxito“Si eres capaz de darte cuenta de tus mejores talentos y además consigues conectar con aquellos con los que realmente disfrutas, habrás descubierto la fórmula necesaria para ser exitoso en lo que emprendas, porque capacidad +  placer + entrega = éxito” (ANF)

Editorial de Julio 2013

Editorial de Julio 2013

julio-1Julio ya está aquí. Por fin tras un largo periodo de lluvias y de inestabilidades atmosféricas podemos disfrutar de un tiempo estable, soleado y seco. No obstante, como dice el refrán, “nunca llueve a gusto de todos”, y apenas han comenzado los calores veraniegos ya hay quienes añoran el frescor de otras estaciones. 

En este sentido parece como si con frecuencia echásemos de menos aquello que no tenemos, lo que nos falta, y sin embargo olvidamos sacar el máximo partido a aquello que sí que poseemos en el momento presente. 

La actitud anteriormente descrita constituye un modo de afrontar la vida con el que sufrimos más de lo que sería deseable, sobre todo porque perdidos entre las nubes de la nostalgia y la añoranza, se desvanece ante nosotros la posibilidad real de disfrutar el presente.

Siempre hay quienes se quejan de lo mal que le sienta el verano y los calores. Y es verdad que un calor excesivo representa una cierta incomodidad, incluso para algunas personas constituye una determinada limitación, como por ejemplo le hecho de salir para las personas mayores con elevadas temperaturas en horas centrales del día. Pero no es menos cierto que, al mismo tiempo, el verano aporta otra serie de aspectos positivos que hacen de dicha estación que sea considerada como unos meses en los que predomina el disfrute, el aspecto lúdico y vacacional, esto último incluso cuando no se tienen vacaciones oficiales.

Y es que cada época del año posee su propia peculiaridad y su propio encanto. De todos ellos podemos aprender a deleitarnos si somos capaces de ver lo bueno que aporta cada momento y cada estación climática.

Pero a pesar de todas las virtudes de esta época, me asalta un cierto temor y preocupación con esto del verano, porque como dice el título de una película “Las bicicletas son para el verano”, y me temo que aumentará el tráfico rodado de dichos vehículos, y eso me produce una cierta desazón.

Me explico. En realidad, la bici, siempre me ha parecido un medio de transporte entrañable y simpático, y por supuesto ecológico. Yo tuve la mía hace ya muchos años, cuando era pequeño. Disfrutaba los veranos dando numerosos paseos por una zona más bien campestres, y la compartía turnándome con mis hermanos más pequeños. En realidad más que una bici propia, aunque me la regalaron por mi cumple, era una bici comunitaria.

Pero los tiempos han cambiado, y aunque los materiales y diseños de las bicicletas han mejorado bastante, en realidad los variopintos velocípedos siguen siendo, básicamente, parecidos a los de antaño. Así que mi desazón parece que no proviene del vehículo en sí, sino más bien del uso que algunos hacen de él.

He de decir que, como peatón, nunca he tenido incidente alguno cercano al atropello con un vehículo de motor, pero en estos últimos meses, julio-2distintos ciclistas, haciendo eslalon entre los peatones, me han golpeado por la espalda en los brazos en varias ocasiones mientras caminaba por una zona peatonal. Es decir, he sufrido lo que podríamos denominar como “pequeño atropello parcial sin secuelas”. Nada relevante en término de lesiones, pero preocupante en cuanto a la posibilidad de sufrir algo más grave cuando aumente la densidad del tráfico debido al buen tiempo. 

Posiblemente, esto se haya debido a que al haberse masificado mucho más el número de usuarios, a los prudentes y respetuosos ciclistas de toda la vida se le hayan sumado otros muchos menos prudentes y respetuosos.

Así, cuando era pequeño se decía, “esto es más difícil que ver un burro volando”. Hoy día esta frase ya no es significativa, porque basta con ir a clase preferente de cualquier vuelo y encontrar a un político allí cómodamente sentado. ¡Frase superada!

Ahora,en los momentos actuales, como paradigma de algo realmente extraño y poco habitual, habría que decir “anda que eres más raro que ver a un ciclista parado en un semáforo”.

He de aclarar que hablo desde lo que yo veo cada día en la ciudad donde vivo y en la ruta que realizo. Así que espero que nadie se ofenda diciendo que en tal o cual ciudad las cosas no son así, o que conoce un semáforo en el que todos los ciclistas se paran. Tampoco quiero que crean que por el hecho de ser andaluz soy persona dada a la exageración de los relatos. Nada de eso.

Hablaré sólo de mi experiencia, aunque podría citar la de algún conocido que ha sido atropellado por la espalda dos veces por el mismo individuo (en este caso con lesiones). ¡Esto es puntería, ¿no?!

Como digo hablaré sólo de mi propia experiencia, habiéndome dado un  tiempo prudencial de observación de campo con la intención de documentarme.

He tomado como referencia temporal los dos o tres últimos meses. En ellos sólo en una ocasión, el ciclista se ha parado junto a mí respetando el semáforo. Insisto ¡sólo uno!. Todos los demás se lo saltaron. ¡Y he coincidido con  unos pocos!

En varias ocasiones y durante este mismo periodo de tiempo, conduciendo un coche, he tenido que frenar bruscamente ante unos ciclistas que iban a contravía es decir en dirección prohibida. En uno de los casos, la mama, el papa, y dos rubitos en sendas bicis, muy  monos todos y sonrientes, pero “a pique de un repique”.

Otros frenazos han sido ocasionados por cruces perpendiculares en zonas no reguladas por semáforos es decir, cruzar desde una acera a la contraria, saltándose dos vías con circulación de vehículos en esos momentos, ¡toda un a temeridad!

Y qué me dicen del denominado “carril bici”, ese lugar pintado de rojo que el ciclista contempla desde su sillín mientras conduce por donde le apetece.

Y podría seguir relatando algunos otros diversos incidentes, pero no quiero extenderme demasiado en el tema. 

He de aclarar que no tengo nada en contra de las bicis, ni de quienes la utilizan como medio de transporte, de disfrute o con intención deportiva, siempre que se haga con prudencia y respeto a las normas de tráfico y a la integridad física de los peatones. Porque, según pienso, vivir en comunidad significa respetar el derecho de los demás y pedir respeto al tuyo propio.

julio-3Pero hablando de otra cosa, me llama también la atención de que son muchas las actividades que se organizan a modo de curso escolar, y para muchas personas el año comienza en septiembre y finaliza los últimos días de junio, siendo julio y sobre todo agosto, una especie de tiempo muerto (como en el baloncesto) o de pausa generalizada en la que todo el país parece ralentizarse, con la salvedad de los que están ya suficientemente ralentizados, porque, la verdad, es que conozco a algunos que como se ralenticen más se caen del planeta por falta de atracción gravitatoria.

En estos días, me he dado cuenta de que cuando se despiden de mí, muchas personas me dicen “feliz verano”. Y la verdad es que me alegro de escuchar dicha frase a la que yo, de modo recíproco, como no podía ser de otro modo, también respondo.

Y me alegro mucho por varias razones. La primera es que el hecho de desear felicidad a otra persona es siempre algo digno de agradecer, ya que denota una cierta delicadeza, cariño o, cuando menos, educación, un bien tan escaso últimamente.

Por otro lado, hace que me enfoque un poco más en atender a crear las circunstancias mas propicias para que emerja dicha felicidad deseada. Y eso siempre es un plus. 

Lo vivo como si esas despedidas constituyesen una oportunidad para realizar una toma continuada de consciencia, con la esperanza de que por mera repetición, de una u otra manera, acabará calando en mi interior y haciéndose realidad.

Es curioso que no decimos, o al menos yo no lo he escuchado, feliz otoño o feliz invierno. No son frases frecuentes. Pero no nos extraña nada escuchar aquello de feliz verano. 

Y aunque lo deseable sería desear felicidad en cada momento del año, lo cierto es que sólo lo hacemos en ocasiones puntuales, Navidad, Pascua, y algunas fiestas en determinados lugares. 

Así que, sea por la razón que sea, podemos aprovecharnos de esos deseos recíprocos de que nuestro verano y el de las demás personas sea lo más feliz posible.

Feliz Julio

 

Vivir con pasión

Vivir con pasión

vivir con pasión“Si tu trabajo o tu actividad diaria no te lo proporciona, habrás de buscar algún otro quehacer en tu vida que realmente te apasione y  te haga vibrar, porque vivir apasionadamente y con profunda convicción aquello que hacemos es un ingrediente imprescindible para la felicidad y un antídoto eficaz contra la apatía y el hastío” (ANF)

Celebra tus logros y disfruta lo inesperado

Celebra tus logros y disfruta lo inesperado

disfrutar“Si eres capaz de saborear los logros que consigues como fruto de haberlos  planificado, y además eres capaz de acoger aquello que la vida te trae por sorpresa, permitiéndote disfrutar también de lo inesperado, entonces habrás sentado las bases de una vida mucho más gozosa” (ANF)

Editorial de junio 2013

Editorial de junio 2013

junio1La mayoría de las personas con las que he hablado al respecto estaban ya deseosas de disfrutar de un poquito más de calor así como de los cielos azules y luminosos, tal como corresponde a esta época del año. Porque a decir verdad, mayo, se ha comportado de una forma más bien otoñal que no del suave modo al que nos tenía acostumbrado en años anterior. El calendario nos indica que en pocos días comenzaremos oficialmente el verano, tiempo propicio a la expansión, los viajes, el ocio y las vacaciones, sobre todo para quienes todavía tienen la fortuna de seguir trabajando, que espero y deseo que cada día sean más. El verano que pronto comenzaremos, se asocia desde tiempos ancestrales al elemento fuego, y se considera al sol como majestuoso representante en el firmamento de dicho elemento. Son la luz, el calor, la energía yang, la expansión, la energía ascendente, la alegría, la renovación o la purificación características que se atribuyen a este elemento. Además, el fuego, también purifica y desinfecta, elimina todo rastro de inmundicia y, simbólicamente, tiene la propiedad de quemar todas aquellas negatividades y toxinas que queremos soltar y dejar atrás. Es un elemento liberador y transformador, y en cierto modo imprescindible para realizar la alquimia interna que transforma el plomo denso y material en oro puro y espiritual. Un tiempo, pues, propicio para desprenderse de lo que sobra, para hacer limpieza externa e interna, para librarse de ataduras, de lastres innecesarios y para ofrecer a la llama de la hoguera, gozosamente y sin nostalgias, aquello de lo que deseamos desprendernos. ¿Qué sería lo más apropiado para quemar y purificar de nuestras vidas este nuevo solsticio de verano? El sol nos aporta múltiples beneficios, comenzando por ser esencial para el mantenimiento de la vida en el planeta. Sin él ninguna forma de vida existiría sobre la tierra, pero, al mismo tiempo, y esta es la otra cara de la moneda, si no tuviésemos la capa protectora de la atmosfera que filtra sus rayos, tampoco nada ni nadie sobreviviría a su radiación. Se cumple pues que, como en casi todas las cosas en la vida, es “la justa medida” lo que permite que todo se desarrolle del mejor modo posible. Como efectos no deseables, el sol también produce una mayor oxidación en los tejidos con un aumento de los radicales libres junio2frente a los cuales es necesario defenderse. Por tanto, para quienes lo toman con cierta frecuencia, no sólo necesitarán una protección cutánea adecuada, sino que también habrán de tener una buena hidratación, así como tomar suplementos apropiados de productos antioxidantes. En los últimos tiempos se ha podido constatar un aumento de la incidencia de procesos oncológicos en piel relacionados con el exceso de radiación solar, tales como los melanomas o los carcinomas basocelulares, entre otros. Para prevenir estos casos lo más apropiado es evitar la exposición solar excesiva, y si se hace, llevarlo a cabo utilizando las cremas protectoras con filtros solares, además de hacer las revisiones dermatológicas necesarias cuando encontramos lunares o manchas sospechosas. Afortunadamente, cada día se van conociendo nuevos tratamientos para estos tumores y recientemente, hace unos días, saltó a la prensa el descubrimiento  de una nueva familia de fármacos que se utilizan para tratar el melanoma, y que actúan estimulando el sistema inmunitario del huésped. Según lo publicado, dichos productos parecen estar consiguiendo muy buenos resultados, tanto en laboratorio como en humanos, habiendo sido constatados mediante los correspondientes ensayos clínicos. No obstante, todas estas noticias han de ser siempre recibidas no sólo con esperanza sino también al mismo tiempo con un cierto espíritu crítico, pues muchas veces los titulares de prensa, que ya sabemos que son tendentes al sensacionalismo, no corresponden con lo que luego se lee en la letra pequeña. Por otro lado, desde que la noticia sale publicada hasta que dicho descubrimiento llega directamente al usuario suele pasar a veces demasiado tiempo y, en ocasiones, ni siquiera  llega al público sino que se queda por el camino al no haber superado los requisitos legales o bien por encontrar alguna otra traba para su comercialización. Esperamos que podamos ver los frutos tanto de ésta como de otras noticias similares, beneficiando en el futuro a muchos enfermos. Lo comentado anteriormente me ha hecho recordar de nuevo algo que está en mente de casi todos y no siempre se dice, y es la importancia que tiene la investigación en general y la que se realiza en el campo de la salud en particular. Esto es algo de lo que hablaré en otro momento más extensamente porque creo que la situación actual en nuestro país es bastante lamentable. Pero, en este contexto que estoy exponiendo ahora, no sólo quiero referirme a la investigación puntera, la verdaderamente científica que se lleva a cabo en los laboratorios, sino también a otro tipo de investigación que, siendo más modesta, influye directamente en la vida de cada uno de nosotros, la investigación de nuestro propio mundo interior  que cada cual ha de llevar a cabo cuando se posee la firme determinación de mejorar la vida. Dicha investigación nos lleva al autoconocimiento y éste es uno de los ingredientes imprescindibles para una vida más feliz, que es de lo que se trata. Llamamos autoconocimiento al resultado de una minuciosa investigación y comprensión de quienes somos, de qué hacemos aquí y del modo en el que nos relacionamos con los demás y con el mundo. Nos lleva a tener la mente clara y a sentir, pensar y actuar de un modo congruente con nuestros principios. Y eso sólo puede hacerse cuando la luz de la consciencia, que metafóricamente se compara con el sol, alumbra nuestra vida. Por tanto, como moraleja apropiada para este mes de junio que comienza, podríamos decir que, al igual que a nivel macrocósmicojunio03 empezamos a experimentar el triunfo del sol en el firmamento, nos vendría bien aprovechar estas fechas para intentar, a nivel de nuestro propio microcosmos, que la luz de la consciencia triunfase, también, sobre las sombras de la ignorancia y el desconocimiento. Un buen momento, pues, para conocerse mejor al tiempo que podemos además disfrutar relacionándonos con los demás y con el mundo que nos rodea de un modo más positivo y alegre. Feliz Junio

Superar la envidia

Superar la envidia

regocijo“Aunque no sea frecuente, ni tampoco popular, alegrarse y disfrutar por el éxito ajeno es algo que nos beneficia más de lo que imaginamos, porque es la clave del regocijo, el antídoto de la envidia y la puerta a un corazón satisfecho y pacífico” (ANF)

Emociones inteligentes

Emociones inteligentes

emociones inteligentes1“Siempre me ha fascinado el tema de las emociones y la repercusión que éstas tienen para nuestra vida en general y para la salud en particular.

De pequeño me contaron aquello de que los seres humanos somos “animales racionales”, ya lo dijo Aristóteles, y todos sabemos cuanta razón solía tener el estagirita cuando hablaba sobre sesudos asuntos. 

Pero un día, llamó mi atención sobremanera, tanto que aun lo recuerdo, que mi profesora de Filosofía en sexto del bachiller antiguo, al comentarnos dicha frase, musitó con la mirada algo ensimismada, “a saber lo que quiso decir el bueno de Aristóteles con esto”. Y lo cierto es que pensé que tenía toda la razón, “a saber lo que Aristóteles quiso decir”.

Durante mucho tiempo, sobre todo tras la victoria del pensamiento dualista cartesiano, se enfatizó la vía del pensamiento racional, pues se afirmaba con rotundidad “pienso, luego existo”, elevando el pensamiento a núcleo fundamental de la existencia. Esto, unido al triunfo de la razón y a la exaltación del método científico como única vía de conocimiento de la realidad, nos llevaron a creer, de modo erróneo según mi modesta opinión, que es el pensamiento racional el que preside nuestra vida, el motor de nuestro destino y el culmen de todo lo humano.

A pesar de las tímidas voces que de vez en cuando se alzaban planteado una visión diferente, no fue hasta la década de los 80, sobre todo a partir de que Goleman y su libro “La inteligencia emocional” llegara al gran público, que comenzara a cobrar importancia la esfera emocional en aspectos tan fundamentales como la toma de decisiones, el aprendizaje  o la búsqueda de la felicidad, por citar sólo algunos de los más relevantes.

Pero la principal dificultad en este asunto radica en que la mayoría de las personas no tienen demasiado claro qué es una emoción, y mucho menos qué papel desempeñan en nuestra vida o cómo gestionarlas apropiadamente.

Muchos autores han tratado de definir la emoción. Así tenemos que para el profesor Guirao una emoción es “un estado de conmoción afectiva con claro componente corporal y participación somática, de súbita presentación y de cierta intensidad”, o lo que es lo mismo, “un estado no aprendido de agitación interior”. 

Para otros como Le Doux, la emociones son “funciones biológicas fundamentales, productos de la evolución, que permiten al organismo sobrevivir en entornos hostiles, por lo que se han conservado prácticamente intactas a través de la historia evolutiva”. 

Pero hay quienes simplemente las definen como “energía en movimiento”.

No trato aquí de buscar la definición más certera, ni tampoco la académicamente más exacta, sino de reflexionar acerca de la importancia de las emociones en nuestras vidas.

Así, podríamos decir que a nivel corporal, las emociones se perciben como una conmoción más o menos intensa de algunas de sus funciones. A nivel psíquico las experimentamos como un sentimiento, un afecto o una sensación.

Lo cierto es que las emociones no existen aisladamente, sino que lo hacen como elementos que forman parte de un sistema, de tal manera que a través de los mecanismos de somatización influyen en nuestra biología realizando cambios que, en función de su naturaleza, pudieran enfermarnos o sanarnos. 

Todas ellas tienen una finalidad biológica que es útil llegar a comprender. La mayoría están diseñadas para conseguir la supervivencia del sujeto o de la especie, así como la mejor adaptación a un medio cambiante, es decir, existe una cierta inteligencia en sus propósitos y forman parte del proceso de desarrollo humano.

Personalmente soy de la opinión que los seres humanos somos seres especialmente emocionales, ya que nuestra reacción primaria ante cualquier acontecimiento es de tipo emocional (que posteriormente racionalizamos), y, además, aquello que consideramos valioso en nuestra vida suele estar ligado a la esfera emocional. Para la mayoría de las personas lo que nos hace verdaderamente felices son cosas como amar y ser amados, lo cual, para muchas personas, constituye un asunto más importante que aquellos logros que pudieran obtener a otros niveles.

Pero como seres humanos en proceso de crecimiento y desarrollo, las emociones no sólo han de ser vividas, experimentadas e integradas, sino que, sobre todo, han de ser trascendidas y desde ellas, en comunión con la esfera racional, ha de surgir un nivel más alto y sutil de inteligencia profundamente humana.

Es por eso que soy mas partidario de la “emoción inteligente” que de la llamada “inteligencia emocional”. Pareciera lo mismo, pero no lo es. La propuesta de la “Inteligencia emocional” prioriza los pensamientos y trata de conectarlos con las emociones, y es algo que está muy bien, no trato de menospreciarlo o desvalorizarlo, solo quiero exponer que mi camino es otro bien distinto, va por otros derroteros.

Entiendo que somos seres básicamente emocionales y desde ahí, desde la emoción, una vez somos capaces de gestionarlas de modo apropiado, hemos de hacer surgir el pensamiento que las module y matices. Es algo así como que la emoción pone el impulso y el pensamiento la dirección, pero nunca el pensamiento ha de tornarse frío o distante, ni tampoco olvidar la verdadera ruta que nos enseña y nos marca la esfera emocional, “el camino del corazón”, ya que por él han de transitar todos aquellos que aspiran a despertar y tienen como meta su propia Autorrealización. (ANF)