Elementos sofrodynámicos de la motivación

Elementos sofrodynámicos de la motivación

elementos sofrodynamicos de la motivaciónHay personas que se quejan de su falta de voluntad como, por ejemplo, para hacer una dieta o para estudiar una asignatura tediosa. Sin embargo, esas mismas personas son capaces de aguantar una larga cola, a veces de días, para escuchar un concierto o para que les firme un autógrafo un personaje famoso. ¿De verdad que no tienen fuerza de voluntad?

En cambio yo, que me tengo por voluntarioso, sería incapaz de hacer tales proezas. Es más, se me ponen los pelos de punta sólo de pensar en tener que hacer ese tipo de colas. Y es que además de tener voluntad es necesario tener motivación.

Cuando la motivación es suficientemente fuerte, somos capaces de superar los obstáculos e inconvenientes que aparecen en la vida, pero si carecemos de ella, cualquier pequeña dificultad nos parecerá un mundo. Una motivación apropiada es capaz de transformar en posible aquello que parecía imposible.

Decimos, pues, que la motivación es aquella potente energía que nos impulsa hacia la realización de los actos, por  muy difíciles que estos puedan parecer. Por eso, cuando te plantees algo, no te preguntes si es fácil o es difícil, sino si te merece la pena o no realizar el esfuerzo que requiere. La respuesta dependerá de la fuerza de tu motivación.

Cuando aplicamos la motivación al desarrollo humano, podemos decir que es la energía que nos estimula a conseguir los más altos fines de la existencia, a pesar de los obstáculos del camino, porque a nivel emocional y mental, la motivación apropiada, nos permite aceptar la realización del esfuerzo necesario para conseguir una meta deseada.

A propósito de la motivación, conviene recordar, también, que es ella quien cualifica el acto. Eso quiere decir que, según la motivación que generemos, así será el acto realizado. Dos personas pueden hacer aparentemente lo mismo, pero si sus motivaciones son distintas, también lo será el acto en sí, así como sus resultados.

Hay que distinguir entre la motivación externa, la que proviene del exterior, y la motivación interna, la que nace a partir de nuestras profundas convicciones. Un ejemplo de motivación externa pueden ser los incentivos que determinadas empresas dan a sus trabajadores por conseguir ciertos objetivos, mientras que la motivación interna nace desde lo más hondo de nuestro ser y no depende de estímulos exteriores.

También podemos diferenciar la motivación según su nivel. Puede haber motivaciones de bajo nivel, aquellas que miran sólo el beneficio propio, y de alto nivel, cuando nuestra motivación surge de un corazón altruista que procura, en primer término, beneficiar a los demás.

No olvidemos, tampoco, que la motivación es un proceso dinámico, que puede aumentar o decrecer. Se puede cultivar y es posible incrementarla a través de la firme conexión con nuestros propósitos. Para ello, desde el punto de vista de la Sofrodynamia®, entendemos que el proceso motivacional está compuesto por distintos elementos que se pueden desarrollar.

Los más importantes son los siguientes.

a) Centramiento = Conectar con tu Centro Vital

Conectar con tu Centro Vital es lo que te lleva a descubrir y seguir tu pasión. La pasión es una cualidad que hoy día se relaciona con la felicidad.

De alguna manera también tiene que ver con la capacidad para luchar y perseguir nuestros sueños, para no dejar que pasen o se marchiten.

Para la persona que sigue su pasión la vida tiene un significado muy especial, porque  seguir tu pasión es lo que te hace único, te conecta con la excelencia, es decir, con tratar de hacer las cosas de la mejor manera posible y con la mejor calidad, porque sólo ponemos pasión en aquello que amamos.

También tiene mucho que ver con el entusiasmo, y esto es lo que, muchas veces, marcará la diferencia entre ser exitoso o fracasar

Vivir con pasión es como dar un sí incondicional a la vida

b) El correcto Alineamiento (buscar nuestro propósito)

¿Qué es un propósito?

Un propósito es a la vez una intención de hacer algo y también es un objetivo

Para que un propósito se transforme en objetivo realizable es necesario una buena dosis de compromiso, es decir, ser capaz de desarrollar “el firme propósito” sin lugar a dudas.

Para poder alcanzar nuestros objetivos, lo primero a tener en cuenta es que han de estar bien formulados, porque un propósito bien formulado no debe depender de la voluntad de terceras personas. Además, para formular bien nuestros objetivos hemos de tener en cuenta nuestro nivel de competencia en el asunto.

También hemos de tener en cuenta la correspondencia entre los recursos disponibles y el nivel de exigencia de los objetivos que formulamos. A esto se le llama en Sofrodynamia®, el Principio de la Congruencia. Es algo así como preguntarse, ¿estoy dispuesto a realizar el esfuerzo que requiere alcanzar mi objetivo?

c) Estar bien enraizados (nutrir nuestra motivación)

Recuerda que vendrán tiempos difíciles, pero que estos no han venido para quedarse en tu vida, sino para pasar, para que aprendas y para hacerte más fuerte. Esto sólo podrás hacerlo si tu motivación se encuentra fuertemente enraizada en lo más profundo de tu ser.

De la misma forma que cuidamos una llama para que no se extinga o un jardín para que florezca, también hemos de aprender a cuidar y mimar nuestras motivaciones.

¿Cómo “nutrir”  nuestras motivaciones?

Esto puede hacerse si acudimos a las enseñanzas de alto nivel, es decir, a aquellas que nos conectan con los aspectos más esenciales y elevados de nuestro ser y nos aportan la comprensión y el estímulo necesario para luchar por nuestras metas elevadas.

d) Fidelidad a nuestras convicciones

No hemos venido aquí para cumplir los proyectos de otros, sino para llevar a cabo los nuestros propios.

Para la persona que opta por el desarrollo humano, la fidelidad a este compromiso ha de presidir el resto de su vida. Esto hará que nuestra motivación sea fuerte, indestructible como un diamante.

No tenemos que darle cuentas a nadie, pero sí que hemos de responder ante nuestra propia consciencia, porque somos los responsables de nuestro propio proceso de desarrollo.

Nadie puede dormir en tu lugar para quitarte el sueño, ni beber por ti para quitarte la sed. Tampoco puede desarrollarse en tu lugar. Lo que tu no hagas, en este aspecto, se quedará sin hacer.

 

Valor y coraje

Valor y coraje

valor y coraje1Aspirar a desarrollar tus potencialidades mediante la práctica y el entrenamiento de la mente no puede decirse que sea un camino fácil ni cómodo, pero sí se puede afirmar  con total rotundidad que es una elección que merece la pena. Sobre todo si aspiras a ser feliz.

Dicha elección está abierta a cualquier persona, pero sólo los espíritus más valientes y luchadores son los que generan la determinación necesaria para aceptar los compromisos que todo trabajo de desarrollo humano lleva consigo.

Hay un par de cualidades especialmente importantes para quienes eligen este camino, el valor y el coraje.

Decimos que una persona es valerosa cuando es capaz de enfrentarse a las situaciones arriesgadas o difíciles que la vida nos trae cada día, mientras que utilizamos el término coraje para referirnos a la determinación con la que se enfrenta a un peligro o una dificultad.

Hemos de tener presente que la valentía y el coraje son cualidades que tienen la virtud de transformar a personas corrientes en seres extraordinarios, capaces de las más importantes proezas.

Pero tener valor es distinto a no tener miedo. Porque quien no tiene miedo puede llegar a ser un temerario y eso, a veces, entorpece más que ayuda.

El miedo es una emoción básica que cumple una función muy importante para la conservación de la vida en diferentes especies. Si aprendemos su utilidad, podremos sacarle el partido necesario sin sufrir las limitaciones que con frecuencia aparecen en quienes lo padecen. Hacerse amigo de nuestros miedos es una de las vías para incrementar el valor y el coraje.

Porque un valiente es aquel que hace lo que debe hacer a pesar de que tenga miedo y, a veces, tiemble.

Tener valor y coraje se relaciona con la capacidad que poseemos los seres humanos para correr riesgos, es decir, para salir más allá de nuestra zona de comodidad y confort, y para abrirnos a la posibilidad de experimentar nuevas situaciones vitales.

Esta actitud ha sido el motor que ha hecho posible muchos de los logros de los seres humanos a lo largo del camino evolutivo. Si no hubiésemos traspasados nuestros límites de seguridad, todavía permaneceríamos en las cavernas. Por tanto, ser capaz de correr riesgos es fundamental para nuestro desarrollo como individuo y como especie.

También es importante aprender a confiar en nuestras propias posibilidades, es decir, afirmar “yo soy capaz”, y a partir de ahí generar el coraje necesario para dar respuestas a nuestros retos vitales.

Quien posee el valor y coraje necesario es quien asume la responsabilidad de sus actos y no huye cuando hay que dar la cara. Esto tiene mucho que ver con lo que llamamos tener fuerza de ánimo. Te has preguntado alguna vez de dónde surge tu fuerza de ánimo. Es algo interesante que debieras explorar.

Hay quienes creen que el antídoto del miedo es el valor, pero eso no es cierto.El antídoto del miedo no es el valor, ya que puedes ser valiente y tener miedo. El verdadero antídoto del miedo es el amor, porque allí donde hay amor no hay espacio para el miedo.

¿Cómo harás para incrementar el valor y el amor en tu vida?

 

Importancia de la disciplina

Importancia de la disciplina

disciplinaHay veces que hemos de realizar alguna tarea pero parece como si nuestra mente nos dijese lo contrario. Nos susurra sutilmente que no nos apetece demasiado hacer lo que sea en ese momento, y entonces buscamos alguna excusa lo suficientemente buena como para demorarlo o no hacerlo.

Las excusas son razonamientos cuya finalidad consiste en aquietar nuestra consciencia, por eso han de ser lo suficientemente plausibles como para que nosotros mismos nos las lleguemos a creer. Esto es bastante frecuente, y para muchas personas incluso les parece normal. Se dicen a sí mismos “¿por qué hacer algo que no me apetece?”

Pero para aquellos que hayan elegido realizar un trabajo personal en el sentido del desarrollo humano, este modelo no resulta válido. No funciona, porque evitar hacer lo que debemos o demorarlo, no suele ser una buena solución. Tampoco nos ayuda a alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto.

Entonces, qué hacer cuando el cansancio, la pereza o cualquier otro estado emocional o mental nos invitan a no hacer lo que deberíamos.

Pues para solucionar esto echamos mano de la disciplina.

En ciertos círculos parece como que no tiene demasiada buena fama, tal vez porque lo confundan con autoritarismo o con la disciplina externa de ciertas organizaciones o sectas. Además, en una sociedad donde se preconiza “lo rápido, “lo fácil”, “hágalo sin esfuerzo”, etc. ¿qué valor tendría ser disciplinado?

Hay que aclarar que cuando hablamos de desarrollo personal, la disciplina a la que hacemos referencia es una disciplina interna, y la podríamos definir como aquella capacidad que nos permite mantener la coherencia necesaria para cumplir con nuestras propias reglas, según nuestras propias elecciones y convicciones.

Por tanto, más que a unas normas externas me estoy refiriendo a la autodisciplina como capacidad de nuestra consciencia para gestionar mejor nuestros actos. Tener autodisciplina es como hacerse “discípulo de uno mismo”. Tú eliges qué cumplir y generas el compromiso de hacerlo.

También podríamos decir que disciplina es la capacidad que nos permite llevar a cabo aquellas cosas que son necesarias para obtener nuestras metas, aunque no nos guste demasiado el esfuerzo que hemos de realizar.

Por tanto, la disciplina, hace posible realizar una acción independientemente de nuestro estado emocional (hacer lo que tienes que hacer, tanto si te apetece como si no). Es una herramienta que nos ayuda a superar los estados emocionales de apatía, indiferencia, tristeza, hastío, etc. Nos saca de la inmovilidad, la pasividad o el bloqueo mental. Por tanto, es bastante más importante de lo que muchos piensan.

Algunas personas la confunden con la fuerza de voluntad, y la verdad es que se encuentran íntimamente relacionadas. Pero para diferenciarlas, podría decirse que, si bien la disciplina nos permite cumplir con nuestras normas internas, la voluntad aporta la fuerza que nos posibilita hacerlo. Dicho con un ejemplo, la voluntad es comparable al motor de un coche, mientras que la disciplina es como el volante. Una da la energía para el movimiento, la otra la dirección.

Desde el punto de vista sofrodynámico, cuando aplicamos la disciplina, debemos considerarlo como un esfuerzo positivo orientado hacia nuestras metas, en lugar de una negación o una renuncia a algo.

También entendemos que está muy relacionada con la firmeza, es decir con la capacidad para mantenerse estables realizando un acto para conseguir un propósito.

Cuando la recompensa es inmediata no suele hacer falta ser muy disciplinados, pero cuando la recompensa es diferida necesitaremos echar mano a nuestra autodisciplina para conseguir lo que nos proponemos.

Como otras tantas capacidades de nuestra consciencia, la disciplina, puede incrementarse mediante el entrenamiento. En cierta medida se parece a un músculo que si no se ejercita se atrofia y si se entrena se fortalece.

Desarrollar la disciplina posee múltiples ventajas, ya que es una de las herramientas claves para alcanzar el éxito. También nos enseña a atender a nuestros compromisos y a focalizar el esfuerzo.

Pero la disciplina ha de encontrarse alejada de la excesiva exigencia o del autocastigo. Es un error exigirse demasiado cuando no se está preparado para ello. Eso sólo genera infelicidad y frustración. Por eso, además de ser disciplinados, hemos de echar mano a nuestro corazón benevolente para tratarnos a nosotros mismos con la amabilidad y el respeto que merecemos.

Por tanto, recuerda siempre que ser disciplinados no está reñido con la ternura ni con la amabilidad hacia tu propia persona.

Sobre la perseverancia

Sobre la perseverancia

perseveranciaTodos anhelamos encontrarnos bien y ser felices. Para ello emprendemos el camino del desarrollo humano, pero hemos de tener presente que este viaje será largo, ya que dicha tarea  puede durar toda la vida.

Durante todo ese tiempo, es posible que aparezcan momentos de bajón, momentos en los que nos sentimos cansados, desfallecidos, a punto de abandonar o que perdemos la visión de nuestras metas.

En otras ocasiones aparecerá la impaciencia, la cual se caracteriza por hacer estragos en nuestra motivación, fomentando la creencia de que debemos obtener rápidamente aquello que deseamos, y si no es así nos sentimos frustrados o incluso desesperados.

En estos momentos difíciles y de dudas, es donde necesitamos que surja una capacidad de nuestra consciencia para mantenernos en el camino correcto, a pesar de las dificultades que podamos encontrar. La llamamos perseverancia.

Se dice que ella, la perseverancia, es la madre de todos los frutos, porque cualquier talento que poseamos, si carecemos de dicha virtud, difícilmente llegará a desarrollarse.

Pero recordemos su significado, perseverar es “la constancia, firmeza o tesón, en la realización de algo”. Significa, pues, la capacidad para perseguir nuestros objetivos con empeño y sin desfallecer.

Se encuentra relacionada con el espíritu de lucha y con  la capacidad de superación. Muchas biografías exitosas han sido fruto de la combinación del talento con la perseverancia. Recordemos que Thomas Edison necesito probar miles de sustancias antes de encontrar la más adecuada para el filamento de la bombilla. Fue él quien afirmó que «el genio es un 99% transpiración y un 1% inspiración”. Por otro lado, el que llegó a ser uno de los presidentes más famosos de Estados Unidos, Abraham Lincoln,  perdió seis elecciones y fracasó en dos negocios antes de llegar a ocupar la presidencia de la nación.

Pero ser perseverantes, sin más, puede ser peligroso porque podemos encontrarnos con una dificultad que debemos solventar, la de saber diferenciar cuándo perseverar y cuándo no. Para ello necesitaremos discriminar nítidamente entre la sana perseverancia y la limitante obstinación que nos crea tantos problemas.

Desde el punto de vista sofrodynámico, para ser buenos “perseveradores”, además de la consciencia discriminativa que nos alerta sobre la insana obstinación, hemos de tener en cuenta que necesitamos estar bien enraizados, es decir, “nutrir” aquello que nos mantiene en la acción.

También es importante estar bien alineados, lo que significa dar sentido a lo que hacemos, porque somos mejores perseverantes cuando elegimos nuestra meta voluntariamente, la consideramos importante, disfrutamos en el camino y encontramos el modo de hacer atractiva e interesante nuestra tarea.

Para esto último, resulta especialmente importante el centramiento, es decir, que nuestra acción se encuentre conectada con nuestro Centro Vital, con aquello que consideramos esencial en nuestra vida.

Para finalizar, recuerda que hay “buenos iniciadores” y “buenos mantenedores”. Lo realmente interesante es disponer de estas dos habilidades a la vez, pero no siempre es posible. Los primeros son personas capaces de poner en marcha cualquier proyecto, pero al poco tiempo, cuando su entusiasmo decae, dejan de interesarse por él y cambian a otra cosa. Los segundos, son quienes suelen conseguir sus logros, ya que son aquellos que perseveran y son capaces de mantenerse en la acción a lo largo del tiempo y superando los obstáculos.

Por tanto, saber comenzar algo es importante, pero saber como mantenerlo a lo largo del tiempo es lo que nos conducirá al éxito deseado.

 

 

Capacidad de superación

Capacidad de superación

capacidad de superaciónDice un proverbio ruso, “caerse es posible, levantarse obligatorio”.

¡Que bueno sería para nosotros aplicarlo en nuestra vida! Porque en ciertas ocasiones nos suceden cosas que podríamos calificar como terribles, pero los seres humanos poseemos una increíble y fascinante capacidad para superarnos, es decir, para levantarnos después de habernos caído.

La capacidad de superación es el distintivo principal de los luchadores.

Esta energía que nos impulsa a superar obstáculos y adversidades se encuentra relacionada con una cierta dosis de inconformismo que hace que nos rebelemos contra el hecho de sufrir pasivamente un destino que no nos gusta.

El inconformismo puede ser una gran ayuda o una gran limitación. Dependerá de cómo se gestione en cada momento.

Por un lado, nos impulsa hacia la superación, ya que no sólo está presente cuando las cosas salen mal, sino también cuando las cosas salen bien, porque en ese caso nos plantearemos el reto de hacer de forma excelente aquello que ya hacíamos suficientemente bien.

Pero, como dije antes, deberíamos tener en cuenta que si no gestionamos nuestro inconformismo de manera apropiada, puede que no nos encontremos satisfecho con nada, y eso es más una limitación que una ayuda.

Así que, una interesante pregunta para contestar sería, ¿cómo ser capaz de gestionar nuestro inconformismo y rebeldía de forma adecuada?

La capacidad de superación también se relaciona con atreverse a superar los propios límites, que en muchas ocasiones son autoimpuestos. Una cierta dosis de osadía será necesaria para dicha tarea.

Tener capacidad de superación es lo que nos permite hacer frente a los eventos negativos gracias a nuestro espíritu de lucha. Obviamente, los aspectos anteriores, se encuentran muy relacionados con un  aspecto fundamental en nuestra vida, el desarrollo de la resiliencia.

Existen algunos consejos que nos pueden ayudar a desarrollar una mayor capacidad de superación.

 

CONSEJOS SOFRODYNÁMICOS PARA DESARROLLAR LA CAPACIDAD DE SUPERACIÓN

1.- Trata de conocer tus puntos fuertes, para recurrir a ellos cuando sea necesario.

2.- Investiga y acepta tus puntos débiles, ya que estos son lugares por donde puedes crecer.

3.- Procura disponer de una cierta metodología potenciadora sobre el Mundo Interior y sus procesos.

4.- Si no te sientes capaz de resolver algo, aprende a pedir ayuda cuando sea necesario.

5.- El pasado es un gran almacén de recursos. Utilízalo para aprender y no para machacarte.

6.- Mantente conectado con: a) Lo que te nutre (Enraizamiento); b) Con tus metas y logros en el camino (Alineamiento); c) Con tu Centro vital (Centramiento)

7) Procura reencuadrar cada adversidad desde un marco de aprendizaje (¿qué aprendes de cada fracaso?)

8) Utiliza lo inesperado para seguir creciendo. Hay en ello una gran potencialidad.

9) Procura estar atento a las “pequeñas recompensas del camino”.

10) Toma cada adversidad, grande o pequeña, como parte de tu entrenamiento, ya que superar obstáculos cotidianos te facilitará poder hacer frente a obstáculos mayores.

 

La importancia de disfrutar

La importancia de disfrutar

la importancia de disfrutarCuando he conocido personas a las que he atribuido un alto nivel de desarrollo espiritual o que he considerado como maestros, una de las cosas que más me ha llamado la atención no han sido sus elevados conocimientos,  ni su claridad mental, ni la talla de su presencia, sino su capacidad para disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, para sonreír con lo simple y para crear armonía a su alrededor con su sonrisa.

Según parece, disfrutar es uno de los rasgos característicos de las personas desarrolladas, y posee tantas repercusiones provechosas que trasciende el propio ámbito de lo individual para proyectarse hacia lo colectivo, porque cada vez que disfrutamos, de alguna manera, ayudamos también a transformar los ambientes de forma positiva.

Las personas que saben disfrutar transmiten alegría y bienestar a su alrededor y,eso, en mundo como el nuestro lleno de estrés y tensiones, es algo bastante valioso.

Podríamos decir que disfrutar de las cosas es una sana capacidad de la que disponemos los seres humanos, y gracias a la cual es posible sentir placer o alegría con aquello que nos acontece en nuestra vida diaria, por muy nimio   o insignificante que esto pudiera parecer.

Internamente siento que disfrutar es como saber sacarle el jugo a la vida; como atrapar el momento presente para hacerlo infinito; es como reconocer lo valioso de lo modesto o insignificante, o como dejarse embriagar por el amor que subyace más allá de lo aparente… Disfrutar no sólo es un regalo para nosotros mismos, sino también para los demás

En cierto modo, disfrutar, no es más que ser capaz de sentirnos contentos y felices por lo que somos, por lo que hacemos y por lo que tenemos.

Esto se incrementa cuando además de alegrarnos por el bien propio también somos capaces de hacerlo por lo bueno que le sucede a los demás. Ser capaz de sentir regocijo por el bien ajeno es una auténtica bendición para quien lo percibe  y una manera de incrementar la alegría colectiva.

Disfrutar de la vida es lo contrario de la anhedonia (incapacidad para disfrutar de las cosas), aspecto este que suele acompañar con frecuencia a los cuadros de tipo depresivo. Así que, cuando incrementamos nuestra capacidad para el disfrute, estamos generando uno de los mejores antídotos contra la depresión.

Según parece, disfrutar de la vida, depende más de nuestro propio modelo del mundo para interpretar los acontecimientos que de los factores externos, a pesar de que muchas personas piensan que sólo se puede disfrutar si te suceden cosas agradables y si, además, no ocurre nada negativo.

Sin embargo, la realidad nos muestra que esto no es así. Es posible constatar que existen muchos ejemplos de personas cuya vida ha sido muy difícil y compleja y poseen una alta capacidad para disfrutar, del mismo modo que también disponemos de numerosos ejemplos de lo contrario.

Sea como fuere, parece claro que para poder disfrutar de la vida es muy importante sentirse en paz consigo mismo, porque si te conviertes en tu propio enemigo, ¿cómo podrás ser feliz?

Para perfeccionar el disfrute es fundamental que sepamos gestionar las pequeñas contingencias vitales de un modo apropiado. Recordemos que hay quienes viven las pequeñas contrariedades cotidianas con un alto nivel de dramatismo, y esto les hace sufrir mucho más de lo necesario.

Al arte del disfrute se relaciona con otras capacidades humanas, tales como la capacidad para superar la adversidad, la capacidad de mostrar gratitud o la capacidad para estar conectados con el momento presente.

En referencia a esto último, sabemos que no es posible disfrutar de la vida si estamos anclados en el pasado o angustiados por el futuro, así que lo mejor será dejar que procures que tu pasado no te persiga angustiosamente y que tampoco el futuro te obsesione en demasía.

Algunos estudios han demostrado que existe una correlación positiva entre  quienes son capaces de disfrutar de la vida y la percepción de recibir  apoyo social. Los “grupos nutricios” son un buen ámbito para aprender a disfrutar mejor.

Otros estudios han demostrado que las personas con una mejor capacidad para disfrutar en su juventud tienen una mayor longevidad. Es algo así como que el disfrute te mantiene joven.

Tampoco debemos olvidar que el cuerpo también participa a la hora de generar la sensación de disfrute. Para ello se necesita de una determinada actitud corporal, ya que nuestro cerebro no puede acceder a la experiencia de felicidad cuando nuestro cuerpo dice lo contrario. Hemos de procurar, pues, la congruencia corporal apropiada para percibir las sensaciones de placer mucho más nítidamente.

A nivel neurológico sabemos que cuando disfrutamos de las cosas aumenta la dopamina cerebral, mientras que en situaciones de estrés o depresión, disminuye dicha substancia.

También sabemos que cuando nos encontramos a gusto y sonreímos, se produce un aumento las endorfinas, de la dopamina y una disminución el cortisol. Este perfil hormonal se traduce en un aumento del bienestar y una disminución del estrés.

Parece pues importante aprender a disfrutar de lo cotidiano, porque no sólo produce un bienestar mental sino que es algo muy valioso para nuestra salud propia y para el mejor funcionamiento colectivo.

 

Consejos para la curación

Consejos para la curación

consejos para la curaciónHace más de treinta años que me dedico al campo de la salud y la curación. Desde mi punto de vista, salud y desarrollo humano son dos aspectos no diferenciables, ya que lo digno de sanar no es sólo el cuerpo físico, que lo es, sino sobre todo el Ser Humano completo, es decir, Cuerpo, Psique y Espacio Interior.

A lo largo de todo este tiempo he ido matizando y puliendo mi comprensión acerca del binomio salud-enfermedad, y al ser éste un proceso dinámico, no descarto que nuevas comprensiones puedan seguir emergiendo en un futuro.

De momento, me gustaría enumerar a modo de consejos para la salud, algunos de los aspectos que he experimentado y constatado. Son consejos que funcionan y sobre los que he venido trabajando a lo largo de estos años.

Espero que puedan ser de utilidad para algunos de los lectores.

Así que, si estás dispuesto a participar activamente en tu proceso de curación, deberías tener en cuenta los siguientes aspectos:

 

  • Aprende a escuchar los mensajes de tu cuerpo. La sabiduría corporal nos orienta sobre aquello que hemos de atender y aquello otro que hemos de modificar.
  • Trata de conocerte, aceptarte, respetarte y amarte. Estos cuatro aspectos son la base de una sana autoestima y del proceso de curación.
  • Permítete respirar libre y fluidamente, como si todo tú fueses respiración, porque tu respiración sabe lo que tiene que hacer.
  • Procura equilibrar tus ritmos, sobre todo la vigilia y el sueño.
  • Hazte amigo de tu parte no consciente. No está ahí para fastidiarte sino para que te descubras en todo tu esplendor.
  • Ante los acontecimientos dolorosos sitúate en la “Postura del Observador”. Crea distancia entre quien observa y el objeto observado, porque sólo así podrás gestionar la situación sin quedar prisionero de las emociones perturbadoras.
  • Recuerda que tu enfermedad también es parte de ti, por tanto, no te enfades con ella porque es como enfadarse consigo mismo. Más bien, trata de comprender cuál es su enseñanza.
  • Enfoca tu energía hacia los procesos de cambio y aprendizaje, procurando sentirte “cómodo en la incomodidad” que supone todo cambio.
  • Aléjate de la culpa, al tiempo que te acercas a la autorresponsabilidad
  • Desarrolla tu autoestima a la vez que te permites aprender de los demás como si fuesen tus más valiosos maestros.
  • Trata de desarrollar el sentido de la gratuidad y del agradecimiento porque ellos te aportarán grandes beneficios.
  • Procura distanciarte del rencor y del resentimiento hacia los demás y hacia ti mismo y desarrolla para todos, tú incluido, el hábito del perdón.
  • Acostúmbrate a fomentar los estados creativos de tu mente así como los estados en los que te percibes pleno de recursos.

 

  • Introduce el sentido lúdico de la vida en todas tus actividades y procura practicar la “sonrisa interior”.
  • No te culpes cuando el error aparece, sino que intenta aprender a disfrutar de todo el aprendizaje que cada error aporta a cambio de que lo afrontemos desde un marco de aprendizaje.
  • Es necesario que aprendas a soltar el lastre de tu pasado. No es posible avanzar en la curación si caminamos con “exceso de equipaje”.
  • Ten siempre presente tus metas y aspiraciones más altas, porque estás llamado a expresar todo tu potencial.
  • Trata de conectar con la alegría que sustenta la vida y que se expresa a nuestro alrededor. Acompásate, pues, con la vida.
  • Cuida tu Mandala, ese Espacio Sagrado en el que se desenvuelve tu existenciaY finalmente recuerda, ¡eres el responsable de tu propia salud!
Herederos del pasado, constructores del futuro

Herederos del pasado, constructores del futuro

Herederos del pasado contstructores del futuroLa mente común se consuela pensando que el resultado de lo que vive depende de la suerte, mala o buena, que se haya tenido en la vida, y también de las acciones u omisiones por parte de los demás que nos hayan beneficiado o perjudicado.

Para algunos, lo anterior, parece algo muy lógico pero en el fondo no revela más que la incapacidad para hacer frente a cualquier posible responsabilidad en el manejo de su propia vida.

Si embargo, cuando alguien decide recorrer la Senda del Despertar, y a través de su esfuerzo llegamos a profundizar un poco más en el propio autoconocimiento, una de las cosas que observaremos es que,sin lugar a dudas, nuestra vida presente es una consecuencia de nuestras acciones del pasado así como de las expectativas que proyectamos hacia nuestro futuro. Es decir, somos herederos de nuestro pasado y constructores de nuestro futuro.

Aunque es cierto que controlamos pocas cosas en el mundo y que la mayor parte de las veces suceden acontecimientos imprevistos sobre los que no podemos operar, nadie debería arrebatarnos la capacidad de decidir sobre nuestras propias respuestas ante cada situación, ni tampoco sobre el modo en el que queremos transitar nuestro camino.

Aceptar la responsabilidad que cada cual tenemos en nuestra vida en lo que se refiere a las elecciones que asumimos, no es algo que haya de ser valorado como fácil o difícil, sino como una necesidad imprescindible para todo aquel que se involucre en un proceso de desarrollo humano.

A propósito de la importancia de nuestras acciones y sus consecuencias, me gustaría relatar una antigua historia que me resultó especialmente inspiradora cuando la escuché por primera vez.

Esa historia dice así:

 

“Cierto día llegó un peregrino hasta el templo del Jokhang, uno de los más antiguos y respetados templos de Lhasa. 

Una vez allí, penetró hasta el interior donde tras hacer las pertinentes postraciones frente a la imagen del Jowo, una estatua muy venerada de Buda, se situó frente a ella, adoptó una postura respetuosa con sus manos unidas en el mudra de la plegaria, y en forma de oración comenzó a hablarle devotamente, diciendo:

-Oh, venerable Budha Sakyamuni, he llegado a entender que tú y yo somos iguales en esencia. 

También me he dado cuenta de que compartimos la misma naturaleza, y he descubierto que poseo en mí tu misma semilla para el despertar. 

He recordado, además, que hace miles de años, en otra vida, estuvimos juntos, pero tú decidiste esforzarte y hoy estás ahí, en cambio yo decidí no hacerlo y hoy me encuentro aquí.

Por tanto, en estos momentos, simplemente, estoy viviendo el resultado de mis acciones del pasado.”

Cada uno habrá de sacar sus propias comprensiones acerca de esta historia.

Para mi significa algo muy obvio. Y es que te encuentres como te encuentres, siempre podrás elegir entre dos opciones, quejarte de tu presente o asumir tu propia responsabilidad al respecto, así como la necesidad de esforzarte por construir un futuro mejor.

La buena noticia es que siempre es posible mejorar, y que dicha elección depende sólo de nosotros.

No dejes las riendas de tu vida en manos del azar o de los propósitos de terceras personas, y procura descubrir la gran cantidad de recursos y posibilidades que residen en tu interior.

Para ello habrás de pararte, respirar, tomar consciencia de quien eres realmente y  aceptar el reto que supone trabajar en la Senda del Despertar. Entonces, en esos momentos, habrás comenzado el camino de la transformación hacia una vida mejor.

 

El árbol como metáfora

El árbol como metáfora

arbol como metaforaUn símbolo se caracteriza por remitirnos a distintos tipos de significaciones y realidades más allá de su mera apariencia externa.

Una de las figuras simbólicas más antiguas y potentes que existe en nuestro medio cultural es la del árbol. Esta imagen ha sido utilizada desde tiempos inmemoriales para representar aspectos especialmente profundos de nuestra vida, lo cual, en definitiva, como se dijo al principio, es la función de todo símbolo.

Son muchas las culturas que sustentan la creencia de que el mundo fue formado a partir de un eje central, un árbol sagrado que sostenía los cielos.  Así, es posible encontrar relatos míticos de diferentes árboles sagrados, como el caso de Yggdrasil, el árbol sagrado de los germanos septentrionales; o también la ceiba, el de los mayas; o la encina para los celtas, etc.

En muchas y diferentes civilizaciones ha habido árboles que han sido venerados como sagrados, como por ejemplo en algunos lugares de Asia se rinde culto respetuoso al árbol del Bodhi, bajo el cual Buda alcanzó la iluminación.

Los árboles parecen encontrarse fuera del tiempo, y su larga vida les confiere una especial energía y majestuosidad. La imagen del árbol, pues, nos transmite solidez y estabilidad. Un árbol puede darnos frutos, leña, sombra… También puede acoger a las criaturas proporcionándoles cobijo y protección. Sostiene y aguanta a la propia tierra impidiendo la erosión, de tal manera que, un árbol, es algo muy beneficioso para el lugar en el que se asienta.

Si aceptamos esta imagen del árbol como una rica metáfora para la vida, nos daremos cuenta de que es posible describir nuestra propia naturaleza como si de un árbol se tratara, ya que se puede representar con bastante acierto no sólo los aspectos corporales o físicos,  sino también los aspectos psicológicos y espirituales del ser humano.

El árbol dirige sus raíces hacia la tierra y eleva sus ramas hacia el cielo, lo cual constituye una adecuada metáfora del mismo ser humano, un ser situado entre los dos mundos, el terrenal y el celeste.

Si nos fijamos en el aspecto corporal, los pies vendrían a ser como las raíces que nos sustentan y sobre las que se levanta el resto del edificio, nuestra corporalidad. Pero también, podríamos decir que las raíces del ser humano, a otro nivel más profundo, se encuentran ubicadas en nuestro Espacio Interior, en nuestro Mundo Interior, en ese núcleo del Ser que constituye la esencia profunda que nutre nuestro modo de estar en el mundo.

Siguiendo el paralelismo, diríamos que el tronco simboliza el cuerpo, y de él saldrán las ramas, nuestros brazos capaces de actuar y modificar el mundo. Un ser humano en posición vertical y con los brazos extendidos hacia el cielo, parece reclamar el encuentro con el universo y con los otros seres humanos, la búsqueda de la grupeidad y de la trascendencia a la vez.

Finalmente, diríamos que los frutos del árbol son comparables a nuestras acciones concretas en el mundo, aquellas transformaciones de nuestro medio que derivarán de la calidad o no de nuestros propios actos. Tal vez en este punto sea conveniente recordar que los frutos del árbol no son sólo para sí, sino que están destinados a beneficiar a otros muchos seres, de la misma forma que nuestras acciones debieran dejar tras de sí un mundo mejor que el que encontramos.

Así que, si hemos comprendido bien la metáfora del árbol, sería bueno preguntarse en algún momento qué significa eso de que una vida sea apropiadamente fructífera.

¿Estamos dando los frutos que hemos venido a dar y que nuestro mundo necesita de nosotros?

Me gustaría finalizar con una cita  de B.S. Rajneesh que leí hace tiempo y que creo que encaja en todo lo comentado anteriormente:

“Si una vida pudiese ser como ese árbol, extendiendo ampliamente sus ramas de modo que todos pudiesen guarecerse bajo su sombra, entonces podríamos comprender lo que es el amor. No hay escrituras, mapas o diccionarios para el amor”. 

 

Embellecer el Espacio Interior

Embellecer el Espacio Interior

Embellecer el Espacio InteriorVivimos en un mundo en el que la belleza juega un papel importante. No cabe duda que la imagen que damos a los demás cuenta mucho, incluso de ello puede depender el acceso a ciertos puestos de trabajo, ya que existen ocupaciones en las que una determinada apariencia física va a ser determinante.

También observamos un aumento de las actividades profesionales que promueven los cuidados corporales, tales como los salones de belleza, los anuncios de ciertos productos en televisión o los centros de Medicina Estética, entre otros.

Desde el punto de vista médico-quirúrgico, se ha constatado en los últimos tiempos un incremento notable del número de operaciones a las que muchas personas se someten con el fin de mejorar su aspecto exterior.

Hay una evidente preocupación por mantener “la carrocería” en buen estado, lo cual está muy bien, pero me cabe la duda de si también nos ocupamos con el mismo afán de otros factores menos visibles de nuestro ser.

En algunos aspectos parece que sí, ya que, de algún modo, se ha incorporado también a nuestra cultura actual una importante tendencia a cuidar mejor la alimentación, así como a llevar a cabo una serie de prácticas saludables, tales como el deporte, el yoga o la meditación, las cuales ayudan a mantener en forma el cuerpo y la mente.

Ciertamente, parece que hoy día nos cuidamos más que antaño.

A pesar de ello, me sigue quedando la duda de si también cuidamos lo suficiente algunos aspectos más sutiles del ser, como por ejemplo el Espacio Interior.

Se dice que la verdadera belleza surge del interior y se manifiesta en el mundo a través de nuestras acciones. Por tanto, si consideramos que es importante mejorar nuestro entorno, parece que no sólo es deberíamos cuidar bien nuestro cuerpo, sino que también deberíamos aprender a embellecer nuestro Espacio Interior.

Embellecer el Espacio Interior no es sólo una labor de maquillaje, en el sentido de aplicar productos para ocultar ciertos defectos, sino de potenciarlo en todo su esplendor, ya que de un Espacio Interior bello surgirá una acción positiva en el mundo que permitirá armonizar y mejorar nuestro entorno.

Entonces, ¿de qué forma podríamos hacer este embellecimiento interior del que hablo?

Lo primero sería explicar que el Espacio Interior viene a ser como el contenedor en el que se expresan los fenómenos de la consciencia, es decir, los contenidos.

Es, pues, un espacio de consciencia, o lo que es lo mismo, nuestra más pura esencia. Lo que cada uno de nosotros somos no son nuestros contenidos mentales (pensamientos, emociones, etc.) sino ese espacio de consciencia. Por eso, al cuidarlo apropiadamente, es como si cuidásemos nuestra esencia más primordial y profunda.

Pero, si observamos a una persona normal, en un día normal, ¿cuánto tiempo crees que dedica a cuidar la higiene y la belleza de su mundo interior?

Entonces, ¿por qué nos extraña, a veces, estar guapos por fuera pero con un aspecto interior tan poco agraciado?

A cualquier persona normal no le extraña lavarse los dientes o las manos varias veces al día, tantas veces como sea necesario, pero cuando nos contaminamos con pensamientos, idea, emociones… ¿qué hacemos con esta suciedad?

Pues si queremos mantenernos bellos internamente, lo que deberíamos hacer es dedicar tiempo y esfuerzo para eliminar las contaminaciones mentales que nos afligen, y al mismo tiempo aplicarse en desarrollar el verdadero potencial que todos llevamos dentro.

Por tanto, si queremos brillar como seres humanos, es necesario, pues, saber embellecer nuestro Espacio Interior, convertirnos en unos grandes esteticistas de nuestro mundo interno, lo cual quiere decir que habremos de asumir la responsabilidad de trabajar en ello, evitando las excusas que nos mantienen anclados en nuestros hábitos limitantes y nuestras emociones perturbadoras.

Del mismo modo que las personas aprenden a cuidarse externamente, es posible aprender a hacer lo propio con el mundo interior.

Ser capaz de establecer pausas en nuestro habitual ritmo frenético, conectar con la respiración consciente y con nuestro Centro Vital, permitir que la consciencia habite el cuerpo, así como cultivar el desapego sobre las fluctuaciones mentales, son algunos de los aspectos que debiéramos aprender a desarrollar para poder así “embellecer nuestro Espacio Interior” y convertirnos en seres luminosos por dentro y por fuera.