Editorial de octubre de 2014

Editorial de octubre de 2014

octubre 2014Reconozco que me ha costado ponerme a escribir estas lineas después de varias semanas de viaje fuera de España. En mi disculpa aduciré que a la vuelta me he encontrado con tantas cosas a las que atender que apenas he tenido un rato para sentarme y hacer lo que habitualmente hago cada mes, escribir unas reflexiones orientadas hacia la salud y conectadas temporalmente con el momento que vivimos.

Obviamente, en estos últimos días, el asunto prioritario sobre la salud en nuestro país es el tema del Ébola.

He leído muchas cosas y escuchado opiniones diversas. Algunas de ellas acertadas, otras no tanto, incluso algunas otras que a mi juicio parecían rayar en lo mezquino, pues ante una situación de tal importancia, trataban de sacar beneficio partidista del asunto, cuando lo requerido en estos momentos es, sobre todo, una visión técnica del mismo, que además contemple la faceta humana de la situación, y la aplicación de criterios actuales de salud pública.

Supongo que la mayoría de dichas opiniones fueron escritas por militantes o simpatizantes de uno u otro bando. Esto es sólo una suposición.

¿Superaremos algún día en España eso de las izquierdas y las derechas?

Aquí, si mete la pata uno de tu partido te haces el tonto y te vas silbando, simulando como que no has visto nada, pero si el que se equivoca es del otro bando, entonces a darle leña esgrimiendo una indignación, a veces impostada, pero que de tanto repetirla llega incluso a ser creida.

A mi, personalmente, me da igual que quien se equivoque sea de un partido o de otro, más bien desearía que ambos acertaran. Sería lo mejor para todos.

También me gustaría que fuésemos capaces de pedir responsabilidades, tanto cuando son de los nuestros como cuando no lo son.
Por desgracia, eso todavía no sucede, pero mantengo la esperanza de que algún día lleguemos a ello, aunque es bastante probable que yo no lo vea.

Dicho esto, por lo que he leído hasta ahora, me da la impresión de que hay cosas que no se han hecho bien, y sería bueno que, llegado el momento, se pidiesen las responsabilidades correspondientes. Creo que alguna dimisión no estaría mal. Pero aquí no se dimite ni cuando te pillan con las manos en el dinero que no es tuyo.

El hecho de que en estos últimos días se haya contagiado también una enfermera en Texas, no ha de ser un eximente para no revisar lo que se ha hecho mal, pero sí ha de ser una alerta para que, en colaboración con expertos de otros países, se rediseñen los protocolos de actuación hasta conseguir que estos lleguen a ser los más seguro posible.

Por otro lado, creo que las voces que se han levantado escandalizadas porque se repatriaron a los misioneros me parecen fuera de lugar. Pienso que tal vez se hubiesen escandalizado menos si los repatriados hubiesen sido, por ejemplo, un periodista, un cooperante o un funcionario del cuerpo consular, incluso cualquier ciudadano que pasaba por allí. Pero he escuchado opiniones tales que pudiera parecer que ser misionero en África es poco menos que un delito.

Sin entrar a valorar la tarea humanitaria que esas personas venían desarrollando desde muchos años atrás, ahora es cuando nos hemos enterado que estaban allí, opino que ser misionero no ha ha de ser un handicap para que tu gobierno trate de prestarte los cuidados que prestaría igualmente a cualquier otro ciudadano en condiciones similares. Me gustaría creer que si algún día, yo o alguien de mi familia, nos encontramos en una situación complicada en un lejano país, mi gobierno (del partido que sea) procurará atenderme como ciudadano español y hará por mi todo lo humanamente posible.

Tengo la esperanza, también, de que algún día en este país los cargos de importancia sean ocupados por personas con perfiles profesionales acordes con las exigencias que el desempeño de su tarea les impone. De momento no es así. A veces la asignación de los cargos parece que viniese de la mano del grupo “amiguetes sin fronteras”.

En el caso del Ministerio de Sanidad, hemos tenido la desgracia de que, salvo la excepción de la ministra Ana Pastor, médico, Master en Salud Pública y Master Gestión Sanitaria, y con experiencia en el ámbito de la gestión sanitaria en varios cargos en Galicia, las últimas ministras, y cito dos del PP y dos del PSOE, (Celia Villalobos, Trinidad Jimenez, Leyre Pajin, Ana Mato), accedieron al cargo con la misma experiencia sanitaria que la que tengo yo en el noble arte del rejoneo, es decir ninguna. Y así se cubrieron de gloria.

Te piden un curriculum para trabajar de dependiente pero puedes llegar a Presidente de Diputación, Director General o Ministro sin la más mínima experiencia de nada. Con estar bien situado en el partido en el momento justo, es suficiente.

No es el de Sanidad un ministerio que debiera ser tomado a la ligera, ni adjudicado por el cupo de género, o porque alguien controla los votos de un cierto sector del partido, ni como devolución de  antiguos favores.

Algún día, espero, los ministerios, el de Sanidad y los demás, se adjudicarán a personas capaces, me da igual de qué partido, así como también del ministro para abajo (Directores Generales, Secretarios, Subsecretarios, etc.), se lleguen a adjudicar a personas con el perfil técnico adecuado. Seguro que entonces la cosa nos irá mejor.

Al hilo del Ébola, hay un aspecto que no me gustaría dejar de lado y es reflexionar sobre el modo en que pueden estar viviendo este proceso, tanto la auxiliar española, como la americana, como todas aquellas personas que se encuentran en observación por si estuviesen contagiadas. ¿Cómo lo viviríamos nosotros si estuviésemos en su lugar?

Hay gente que se ha ensañado con la auxiliar, diciendo que si mentía, que si ocultó datos al médico de familia, etc. No sé exactamente lo que pasó, sólo lo conozco por la prensa, pero sí sé que me importa bastante aquello que hay más allá de las noticias, más allá de las declaraciones  partidistas de los políticos, y más allá de los titulares de prensa. Me importan las personas, sus miedos, sus angustias y la de sus familias…

Quiero pensar que Teresa y los demás saldrán adelante, sobre todo porque me parece que sería el desenlace más justo para aquellas personas que se arriesgan diariamente para cuidar a otros.

Algunos dirán que es su trabajo y cobran por ello. Y es verdad, pero en todo trabajo asistencial hay algo que no se incluye en el sueldo, tal vez porque sea difícil de cuantificar y sobre todo difícil de pagar con dinero. Me refiero a la dedicación, a la entrega y a la actitud de servicio que se da en ciertas profesiones de riesgo.

En estos momentos me acuerdo de los héroes de Fukushima, aquellos que entraban diariamente al reactor sabiendo lo que les esperaría luego, y que posiblemente estén casi olvidados por muchos. Me acuerdo también de los sanitarios que actualmente se encuentran en África ayudando y cuidando a los pacientes de esta epidemia de Ébola, a pesar del grave riesgo para sus vidas. Quiero tener presente a otras tantas profesiones que diariamente exponen sus vidas para ayudar a otros (no quisiera olvidarme de ninguna y doy por incluidos aquí a todos).

Obviamente, hay algo que no está en el sueldo, aunque haya gente que no lo entienda.

Desde aquí, mi admiración y mi respeto a todos ellos.

¡Feliz octubre!

 

Editorial de septiembre de 2014

Editorial de septiembre de 2014

editorial septiembre 2014-2015Comenzamos el mes de septiembre, al que bien podríamos denominar como el “mes de la vuelta”, porque tenemos la vuelta al cole, la vuelta al trabajo, la vuelta a la rutina de los horarios después del habitual descontrol veraniego, etc.

Es posible que para algunos sea todavía el mes de vacaciones, pero lo normal es que en nuestro medio la gran mayoría de las personas disfrute del merecido descanso entre julio y agosto.

Septiembre es también el mes de los buenos propósitos, casi tanto como lo es el principio de cada año nuevo.

Uno se plantea que ha de adelgazar esos kilos que se suelen acumular debido a la dieta veraniega de más cervecitas y tintos de verano, acompañados de las tapitas correspondientes. Nos planteamos, también, comenzar o retomar el gimnasio, matricularnos en algunas clases, como por ejemplo, clases de idiomas, de informática, de bailes de salón, de yoga, etc.

Para la mayoría de las personas que conozco, septiembre, es también una especie de mes organizativo, es decir, un mes en el que solemos funcionar como si continuásemos manteniendo el esquema estudiantil de pensar en cursos académicos.

Así, echando mano de lo anterior, voy a tratar de exponer mis propios proyectos para este nuevo curso 2014-2015, en lo que se refiere a  los diversos talleres y grupos que imparto semanalmente.

Desde hace más de veinticinco años, vengo trabajando con distintos grupos sobre aspectos relacionados con el crecimiento y desarrollo humano. En los últimos diez años, dicho trabajo se ha concretado en los grupos de Sofrodynamia® y de Entrenamiento Gyalpo.

Durante este tiempo, numerosos alumnos de diferentes edades, culturas y profesiones han trabajado con entusiasmo en estas disciplinas. Algunos de ellos han continuado recibiendo enseñanzas ininterrumpidamente desde entonces hasta nuestros días, demostrando con ello un alto nivel de compromiso y de entrega en lo que a su propio desarrollo personal se refiere.

Quiero reconocer públicamente que, estos alumnos, han significado para mi un gran estímulo al que he recurrido en no pocas ocasiones, sobre todo cuando el cansancio o los problemas de la vida diaria, hacían mella en mí.

Así que, además del afecto generado por el propio trabajo en común durante todos estos años, se suma mi agradecimiento por su fidelidad y su constancia.

He de confesar que, por diversas circunstancias, este último curso ha sido especialmente duro para mi, de tal modo que, al finalizar los grupos allá por el mes de junio, me planteaba serias dudas acerca de su continuidad a partir de septiembre. Me parecía que esto podría someterme a un esfuerzo físico y mental que podría superar mis capacidades.

Sin embargo, los días de asueto y descanso del mes de agosto han servido para recuperar fuerzas, para descansar y replantearme el nuevo curso con nuevas energías. El hecho de dormir más de lo que es en mi habitual, con siestas incluidas, ha conllevado una estupenda recuperación que espero completar, más aun si cabe, tras unos días de vacaciones en Asia a partir del 13 de septiembre.

Así que, cuando vuelva, a principios de octubre, espero poder retomar de nuevo mi trabajo con más brío e ilusión.

En lo que a los grupos de Sofrodynamia® se refiere, este año tendremos algunas novedades que comentaré brevemente.

En el Nivel Inicial he aprovechado estas vacaciones para finalizar algo que tenía pensado hace tiempo, renovar totalmente el temario, así como algunos nuevos enfoques para la dinámica de la clase. Esto hará posible que todos aquellos antiguos alumnos que deseen actualizarse o ponerse al día, puedan hacerlo de forma sencilla y novedosa.

En Sofrodynamia® concebimos el trabajo de desarrollo humano como un proceso continuo y permanente de entrenamiento de nuestra propia consciencia. Recordemos que en algunos aspectos, la mente se parece un poco al músculo, en lo que a entrenamiento se refiere, de tal manera que aquellas capacidades que no se entrenan o no se ejercitan, acabarán por disminuir y perderán el tono necesario.

Es por eso que los Niveles de Profundización y Actualización, cumplen un cometido fundamental: aportar a los alumnos que lo deseen la posibilidad de seguir avanzando en el apasionante viaje de su propio crecimiento personal.

En Profundización, nos espera un interesante curso en el que seguir indagando sofrodynámicamente sobre aquellos aspectos que nos hacen más resilientes, es decir más fuertes y resistentes, más capaces de superar el estrés y la adversidad cuando esta aparece.

Me he sentido especialmente satisfecho por el compromiso y trabajo de este grupo durante el curso anterior y espero que los antiguos miembros, así como aquellos nuevos que puedan incorporarse, sigan haciendo gala de dicha entrega y de ese estupendo nivel de trabajo que han acreditado el curso pasado.

Qué decir de los miembros del grupo de Actualización, esa especie de irreductibles que, a pesar de las inclemencias climáticas o las que a cada uno personalmente les depara su vida, se mantienen, año tras año, fieles a su cita de los miércoles.

Es para mi un placer y un orgullo compartir este espacio de crecimiento interior con un grupo en el que no sólo doy, sino que también recibo. Este grupo de los miércoles constituye para mi uno de los principales estímulos de transformación y crecimiento personal dentro de mi propio camino evolutivo.

He de resaltar que es un grupo especialmente acogedor y amigo de los disfrutes, de tal manera que, además de la seriedad propia del trabajo, son frecuentes los momentos de celebración y de distensión en este colectivo. Tengo la certeza de que los nuevos miembros, que los habrá, podrán integrarse en él sin la más mínima dificultad.

Este nuevo curso continuaremos cada miércoles con nuestro increíble reto de profundizar en los aspectos transpersonales del ser, eso sí, con los pies en la tierra, es decir, desde el enraizamiento en nuestro modelo sofrodynámico.

Dedicaremos un tiempo prudencial a explorar algunos aspectos de la sanación emocional desde el punto de vista transpersonal, una especie de “aprender a sanar heridas” que confío interese a cuantos decidan embarcarse en esta aventura de desarrollo humano.

Por otro lado, los grupos de Entrenamiento Gyalpo, presentarán también alguna novedad. A través del cuerpo, el movimiento, la respiración, etc., y, aplicando los principios sofrodynámicos, utilizamos nuestro cuerpo para armonizar nuestra existencia un poco más.

Dicho cambio consistirá en introducir algunas sesiones de Qi Gong para la salud, alternando junto a otras de ejercicios de Gyalpo, tanto conocidos como nuevos. Espero que esto permita cubrir con creces el interés de la mayoría de los alumnos.

Un nuevo curso es al mismo tiempo un reto y una oportunidad. Espero que todo el trabajo de preparación, así como el que se desarrollará en su momentos, nos sirva a todos para continuar creciendo y madurando, para continuar disfrutando del placer de aprender, así como del intercambio afectivo propio de estos grupos de entrenamiento, ya que en todo momento funcionan como auténticos grupos nutricios, tanto para mi como para cada uno de sus componentes.

Mantengo, pues, la esperanza de que en este nuevo curso, gracias al esfuerzo de todos, podamos compartir un tiempo y un espacio que nos haga un poco más felices y un poco más humanos.

¡Feliz septiembre!

Editorial de agosto de 2014

Editorial de agosto de 2014

editorial de agosto de 2014Comenzamos agosto, el mes que posiblemente sea el de mayor número de personas disfrutando de las vacaciones, aunque para otros constituya el final de las mismas. En este mes se produce el consabido trasiego entre los que se van de vacaciones y los que retornan al trabajo después de haberlas disfrutado.

Parece que en estas fechas todo va a otro ritmo, muchas empresas, excepto las del sector del turismo, cierran o se encuentran con la mitad de personal y, en muchas ocasiones, cualquier nuevo proyecto que nos planteamos es demorado hasta septiembre.

Suelen decir los periodistas que los meses de verano, por lo general, acostumbran ser parcos en noticias destacadas, pues todo se ralentiza por las vacaciones, y han de recurrir a buscar dichas noticias del modo que sea. El verano representa una especie de pausa informativa para los medios de comunicación habitual.

Sin embargo, este pasado mes de julio, la cosa no ha sido así. Diríamos que se ha comportado como una especie de excepción veraniega, ya que entre los aviones que se han estrellado o que han sido derribados, como el caso de Ucrania, los distintos avatares en la política española (siempre llenos de maletines y dineros en Suiza, la segunda patria de todo político que se precie), los problemas sanitarios en África debidos a la expansión epidémica del virus del Ébola o el sangrante conflicto entre israelíes y palestinos, se ha despedido un mes de julio especialmente prolífico, informativamente hablando.

Esperamos que el mes de agosto que ahora comenzamos, traiga la tan anhelada paz y el fin del sufrimiento de tantas víctimas inocentes en los conflictos que todavía acontecen en estos momentos.

Desconozco cuál es el mejor modo de conseguirla. Posiblemente no baste solo con las buenas intenciones. Y aunque los entresijos de la política internacional de alto nivel quedan muy lejos del ciudadano de a pie, resulta difícil permanecer ajenos e impasibles ante una tragedia humanitaria de tal magnitud, que desde hace décadas afecta a dicha zona, y cuya solución definitiva parece no vislumbrarse por ahora.

A nivel de nuestro reducido ámbito de acción, algunos pensamos que para colaborar a la paz mundial, además de manifestar nuestra opinión, nuestra denuncia o nuestra disconformidad con la situación actual, es necesario trabajar por la paz interior en cada uno de nosotros.

Por la paz en nuestra mente, por la paz en nuestras relaciones, en nuestro trabajo, en nuestro barrio… Como si pudiésemos generar una especie de onda sutil de amor y compasión que irradiase hacia el exterior para impregnar todas nuestras acciones y nuestros ambientes.

Así que, una posible propuesta para tener presente durante este mes de agosto que comienza ahora, podría ser, ¿cómo aprender a cultivar la paz en nosotros mismos y en nuestro medio?

Esta práctica se encuentra muy relacionada con la salud, entendiendo ésta como “el verdadero arte de vivir en armonía”.

Podríamos comenzar por construir la paz en nosotros atendiendo a la paz en nuestro cuerpo, en nuestras palabras y en nuestra mente.

Buscar el modo de cuidar y honrar a nuestro cuerpo, aportándole lo que le conviene y evitando hacer aquello que le perjudica.

Armonizar nuestra respiración como herramienta imprescindible para que se genere en nosotros un estado de calma y de claridad mental, que no sólo nos proporcionará bienestar, sino que contribuirá a pacificar los lugares en los que nos encontremos.

Propiciar pensamientos pacíficos dedicando tiempo a reflexiones y lecturas que resulten inspiradoras.

Procurar alejar las emociones perturbadoras y “dar vacaciones” a nuestros miedos, odios y rencores.

¿Por qué no saldar definitivamente la deuda emocional que mantenemos con nosotros mismos (con nuestro pasado) y con los demás?

Poner atención para que nuestro lenguaje sea un “lenguaje de paz”, alejando las palabras ofensivas o hirientes y propiciando un modo de expresión acogedor y curativo. Sabemos que las palabras tiene el poder de herir o de sanar, ¿por qué no cultivar un lenguaje sanador?

Todo lo anterior podría traducirse en una actitud y unos actos muchos más acogedores y pacíficos, con la inevitable repercusión que tendría esto en el ámbito de nuestro pequeño microcosmos.

Como dice Lama Gangchen “paz con todos, todos con paz”.

El periodo vacacional ofrece  la potencialidad de servirnos como una especie de pausa recuperativa. Dicha pausa puede ser utilizada para volver, luego, a nuestros trabajos muchos más saludables que cuando nos fuimos, y para hacer, también, que nuestra vida se muestre como una inspiradora metáfora actuacional de aquella paz que tanto decimos anhelar.

¡Ojalá que este mes de agosto resulte próspero y pacífico para todos!

¡Feliz agosto!

Editorial de Julio de 2014

Editorial de Julio de 2014

EDITORIAL JULIO 2014Comienza el mes de julio y con ello las vacaciones para una gran parte de la población española. Sin embargo muchos no podrán irse todavía, bien porque siguen trabajando o bien porque habrán encontrado, justo en estos días, el trabajo que durante los meses anteriores les había resultado esquivo.

Tanto unos como otros están de suerte. Los primeros porque tienen trabajo y ahora descansan, los segundos, justo por lo contrario, porque posiblemente estarían cansados de no trabajar y ahora lo hacen. Espero que a estos últimos les acompañe la suerte y puedan continuar su actividad, con estos o con otros trabajos, más allá de la estación veraniega.

Ahora, cuando apenas comenzamos el mes de julio, escucho algunas algunas noticias que atiendo con interés, sobre todo la del descenso del paro y el aumento del número de afiliaciones a la seguridad social que, aunque se le puedan hacer ciertas críticas razonables y se le puedan poner reparos respecto a la temporalidad y precariedad del empleo creado, no deja de ser una buena noticia.

Soy de la opinión que una de las mejores aportaciones que podríamos hacer a la sociedad  cada uno de nosotros es la de tratar de crear puestos de trabajo para otras personas, en la medida de nuestras posibilidades. Aunque vivimos bajo un régimen que, en general, a pesar de la propaganda, pone más dificultades que facilidades para ello.

En estos días todo parece prepararse ya para una de las etapas de mayor movimiento vacacional del año, tanto en lo que se refiere al turismo nacional como extranjero.

Según puede leerse en la prensa en estos días, las expectativas en el sector turístico para los meses próximos permite augurar unos buenos resultados en lo que al número de visitantes y ocupación hotelera se refiere, con las previsibles consecuencias positivas que se derivan de este hecho en un país como el nuestro que depende tanto de esta actividad.

Viajar y visitar otros lugares suele ser una de las actividades más frecuentes en estas fechas. Muchas personas me han comentando en estos últimos días sus planes de salir fuera de España o de viajar a algunos sitios concretos de nuestro país buscando relax, gastronomía, paisajes, cultura o unas temperaturas más llevaderas.

Hace un tiempo, la oferta turística de la que disponíamos era bastante más limitada que ahora. Apenas podías elegir entre ir a la playa a lo largo de toda la extensa franja litoral de la que disfrutamos, o bien hacer lo que se llamaba “turismo de interior”, en el que se buscaba el bucólico encanto de una casa rural o el de un pueblo en el que el principal atractivo era la tranquilidad o el paisaje. Y poco más.

Hoy día se han diversificado tanto las opciones turísticas que a veces resulta difícil decidir qué hacer.

A las opciones tradicionales anteriormente mencionadas se le han sumado otras muchas. Se han puesto de moda diversos tipos de turismo, como por el ejemplo el turismo de salud. Los usuarios de este tipo de turismo buscan alojamientos en centros especializados  y hoteles con Spas donde se ofertan diferentes curas depurativas, antiestrés, etc., con una amplia gama de posibilidades. Lugares con aguas termales, masajes, ayunos, dietas higienistas o prácticas corporales con instructores cualificados, han ido proliferando por toda nuestra geografía.

Otra manera de pasar las vacaciones para muchas personas consiste en hacer algún tipo de cursos, retiros, encuentros o talleres intensivos de más o menos duración, en los que se ofertan actividades como el yoga, la meditación, el Qi Gong o distintas materias de toda índole, en un amplio abanico de técnicas de autoconocimiento y desarrollo humano.

En otra línea totalmente diferente a la anterior encontramos a los partidarios del “enoturismo”, es decir, de las rutas en las que se oferta el conocimiento y disfrute de todo lo referente a la cultura del vino. Por lo general, el público visita diversas bodegas, realizan degustaciones y catas de los vinos del lugar acompañados del apropiado maridaje con distintas propuestas culinarias. Cada día aumenta el número de personas que disfrutan de este tipo de actividades.

Parecido a lo anterior son las rutas gastronómicas. Aquí es la comida y el producto local de calidad el principal atractivo turístico, aunque nunca faltan los buenos vinos o licores típicos de la zona para completar una oferta atractiva.

También los museos, catedrales y edificios emblemáticos de los distintos territorios tienen su público. Quienes disfrutan contemplando obras de arte no necesitarán salir de España para quedar totalmente satisfechos.

Finalmente, no podría olvidarme de las familias con niños que optan por los parques temáticos, o bien por las ofertas de “todo incluido” en las que unos monitores suelen encargarse de entretener al público infantil, mientras que los exhaustos padres descansan en la tumbona de la piscina acompañados de un refrescante mojito, exhibiendo en su muñeca la colorida pulsera que les identifica como uno de los usuarios de “al buffet hasta reventar”.

Y qué me dicen de los cruceros. Te garantizan entre 2 a 4 kilos de más a la vuelta.

Resumiendo, hay tantas formas de veranear que seguro que se me ha pasado alguna.

Aunque no crean que me he olvidado del veraneo de quienes, por una causa o por otra, no se mueven de su residencia habitual.

Porque hay a quienes no les gusta viajar y también existen otras muchas personas cuya economía no les da para estos extras.

Sea como fuere, tanto unos como otros, buscan la mejor manera de pasar los rigores del calor veraniego sin necesidad de realizar largos desplazamientos, ni gastar ningún dinero extra.

Recordemos que el verano resulta ser un tiempo propicio para hacer algunas cosas que no podemos realizar en otros momentos del año porque habitualmente vamos tan ajustados de tiempo que nos quedan en el tintero muchas cosas que nos gustaría llevar a cabo, como por ejemplo leer, escuchar música, atender nuestros jovis, revisar nuestras colecciones, cuidar un poco más el jardín, tocar algún instrumento, hacer algo más de deporte, etc..

Tengo un amigo que, desde hace muchos años, cada mes de vacaciones se va junto con su mujer y sus hijos, a una casa en la playa acompañado de otras parejas también con sus hijos. Un día le pregunté, – ¿qué haces en esos días?-, a lo que me contesto con un gesto facial tremendamente expresivo, -“Na”- me dijo, -¿tú sabes lo que es “na”?, pues eso-.

Entendí que era un modo fantástico para disfrutar unas vacaciones, si es que durante el resto del año has estado viviendo la marabunta de prisas y obligaciones en la que muchas veces nos vemos enredados.

Así que, tanto si eres de los que has decidido hacer algo, como si, al igual que mi amigo, eres de los que has elegido hacer “na”, te deseo que lo disfrutes y vuelvas con fuerzas renovadas.

Porque las vacaciones, tanto si las tomas en julio como en agosto, son unos momentos especiales para cargar pilas, reponerse y, sobre todo, disfrutar del modo que hayas elegido.

 

¡Feliz julio!

 

 

 

Editorial de junio 2014

Editorial de junio 2014

editorial de junioNos encontramos a las puertas del verano y resulta francamente extraño comenzar con lluvia los primeros días de un mes como junio.

Pero así ha sido. Cada vez el tiempo está más raro, aunque recordemos que los antiguos decían aquello de que “hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo”. ¡Por algo sería!

Supongo que estas lluvias no sean más que una cosa esporádica y a partir de ahora, previsiblemente, las temperaturas tenderán a aumentar, como es normal en esta época del año. No obstante, con aquello del cambio climático cada vez resulta más difícil realizar predicciones certeras acerca del tiempo y de las temperaturas.

Para algunas familias estos días de junio son una fechas emocionalmente intensas, pues muchos alumnos acaban el bachiller y se gradúan en sus respectivos colegios o institutos. Y casi sin solución de continuidad, comenzarán su preparación para los exámenes de selectividad que tendrán lugar a mediados de mes (más o menos).

A partir de ahí se incrementa la incertidumbre de si entrarán o no en la carrera que quieren realizar o en la facultad en la que desean estudiar.

En mis tiempos todo esto era bastante más fácil. Al menos no lo recuerdo con ese estrés con el que se vive ahora.

Cuando finalicé COU, fui al Instituto, me dieron las notas y ya está. Ni fiesta, ni ceremonia de graduación, ni nada de nada. Después te examinabas de selectividad y tenías menos nervios para elegir ya que, por un lado no había nota de corte, así que entrabas donde solicitabas, y, por otro lado, había menos carreras para elegir, así que la elección planteaba menos dificultades que ahora.

Además, la mayoría de los alumnos solían estudiar en su ciudad de origen, a menos que no existiese allí la carrera elegida o que la familia tuviese una buena posición económica y enviase a sus hijos a alguna prestigiosa facultad nacional o foránea.

Ahora, cuando hablo con chavales de segundo de bachiller siempre les pregunto, y qué quieres hacer. Hay de todo, quien lo tiene muy claro y quienes a pocos días de tener que rellenar su solicitud aún no saben qué carrera elegir.

Alguno me ha preguntado acerca de que le aconsejaba yo, por aquello de que los conocía desde pequeños. Mi respuesta es siempre la misma, “elige aquello por lo que sientas pasión”.

Porque estoy totalmente convencido de que la pasión es un ingrediente fundamental del éxito y de la felicidad, ya que aquellas personas que disfrutan con lo que hacen, más tarde o más temprano son exitosas y viven más felices.

Claro está que tendría que aclarar un poco qué es lo que entiendo yo por éxito, porque mi comprensión no es la habitual.

Para la mayoría de las personas, ser exitosos en la vida significa triunfar con un buen puesto de trabajo y, como dicen ahora los chavales jóvenes, “estar forraos a los treinta y cinco o cuarenta”.

Es posible que muchos de los que consiguen lo anterior se sientan afortunados y exitosos. Yo no tengo nada en contra de ello. Más bien tengo algunas preguntas y ciertos matices.

Desde mi punto de vista el éxito no lo mide el nivel socioeconómico alcanzado, aunque esto pueda ser importante, sino más bien el nivel de satisfacción personal que encuentras con lo que haces.

El éxito, según entiendo, tampoco tiene que ver con la fama alcanzada, sino con la coherencia interna con la que vivas y con la experiencia de estar viviendo una vida significativa para ti y para quienes te rodean.

Si además de esto, “estás forrao”, pues mejor. Pero si para conseguir más dinero has de traicionar tus ideales, enterrar tus sueños o vivir de un modo que no quisieras, pues entonces habrías de replanteártelo, a menos que quieras vivir “exitosamente infeliz”.

Porque, posiblemente, al final de nuestros días no pensemos en cuanto dinero hemos ganado o en cuantas medallas nos colgaron, sino que habremos de enfrentarnos desnudos y sin equipaje al más implacable de los jueces, nuestra propia consciencia, para dar buena cuenta de sí realmente vivimos con amor y con honor. Entonces sabremos, sin lugar a dudas, si fuimos exitosos o no.

Personalmente estoy convencido de que es difícil sentirse exitoso si no te honras a ti mismo. Y nos honramos cuando seguimos nuestras profundas convicciones, nuestros sueños e ideales, en lugar de renunciar a ellos por un puesto más seguro o por un sueldo más alto.

Tal vez para conseguir lo anterior debamos de aprender a correr algún riesgo, cosa que parece poco popular hoy día. Y también tener presente que quizás pasemos por momentos difíciles y que nos hagan dudar de si realmente mereció la pena el esfuerzo realizado y los sacrificios vividos.

En esos momentos, la esperanza, la disciplina, la perseverancia y otras muchas cualidades mentales vendrán en nuestra ayuda para confirmar que quien sigue su voz interior y lucha honestamente, con convicción, por seguir su propio camino, más tarde o más temprano, conseguirá el éxito que tanto ansía.

Por todo ello, cuando, como dije antes, me preguntan acerca de que les aconsejaría estudiar, siempre les digo “sigue tu pasión, trabaja en lo que te guste y en lo que te sientas realzado”.

Algunos ponen cara rara y me dicen, “es que me han dicho que lo que yo quiero hacer tiene pocas salidas”. Entonces les respondo, “para alguien que ama su trabajo, se apasiona con ello y enfoca su energía en hacerlo lo mejor posible, la salida siempre aparece”.

Pero has de tener presente que este no es el camino de los mediocres, sino de los guerreros.

Así que la pregunta crucial no es qué carrera has de elegir, sino si estás dispuesto a luchar por tus sueños, es decir, si quieres ser un guerrero.

Porque cuando respondas a esas preguntas, el camino se abrirá claro y nítido frente a tus ojos.

Cambiando de tema, en otro orden de cosas, recordar que este año el Solsticio de Verano caerá el 21 de junio, momento en el que debido a la posición del sol el día alcanzará su máximo de duración y la noche el mínimo, marcando el comienzo del verano.

Las fiestas solares de San Juan, con su simbología de fuego y las numerosas tradiciones y rituales en los diferentes puntos de nuestro país, nos recuerdan cada año la importancia de la purificación y de la renovación. La importancia, también, de eliminar, en este caso a través de las hogueras, lo viejo y lo caduco, para dejar espacio a lo nuevo que ha de venir.

Comenzamos un tiempo, pues, para aprender a soltar lastre y a aligerar peso, así como para volver a renovar nuestras ilusiones y proyectos.

Aprovechemos la energía de este mes para aprender a brillar como la luz del sol y poder así, iluminar nuestro camino y hacer posible que también que dicha luz ilumine a quienes nos rodean.

¡Feliz Junio!

Editorial mayo 2014

Editorial mayo 2014

editorial mayo 2014¡Por fin estamos en mayo!

Y digo por fin, porque para mi es uno de los meses que más me gustan, por sus aromas florales, por sus colores alegres, por la luminosidad de sus cielos y por la posibilidad de poder disfrutar de temperaturas que nos permiten un agradable contacto con la naturaleza, sin pasar por los extremos del calor del verano ni por los fríos del invierno.

De todos modos, cada mes tiene su propio encanto, al menos para mi que me gusta disfrutar de lo que cada fecha del calendario me propone. Quiero decir con esto que no encuentro un mes que me resulte detestable o que no me guste en absoluto, aunque es verdad que tengo mis favoritos.

En el mes de mayo, tanto en España como en otros países, cada año celebramos en estas fechas el Día de la Madre. Aquí, en nuestro país, se encuentra situado el primer domingo de mayo, pero existen otros países que lo celebran en otro día del mes, incluso en otros meses.

Para los cristianos, mayo, ha venido siendo tradicionalmente el mes de la Virgen María. Un momento del año en el que abundan los actos y celebraciones de exaltación mariana, así como diversas actividades litúrgicas y ofrendas a la Virgen. Seguro que los que rondan mi edad, más o menos, han cantado alguna vez aquello de “Venid y vamos todos con flores a María…”

A propósito de estas cosas, muchas veces he escuchado aquello de que el Día de la Madre, al igual que San Valentin, el Día del Padre, etc. son inventos de los grandes almacenes, El Corte Inglés a la cabeza, para incitar a la población a comprar y a gastar, toda una conspiración del perverso capitalismo para obtener suculentos beneficios a costa del dinero de los trabajadores.

Sin embargo, recuerdo que de pequeño, aun cuando no conocía ni la existencia del Corte Inglés ni sabía lo que eran grandes almacenes, y ni siquiera tenía en casa un aparato de televisión que me influenciase con los anuncios, ni tampoco recuerdo haber sufrido los ataques propagandísticos y la nociva influencia de los ámbitos de poder capitalista para incitarme al consumo, disfrutaba de ese día haciéndole algún regalillo a mi madre. Ya veis, ¡cosas de niños!

Por supuesto, algo modesto, algo a la medida de las posibilidades de un niño en una familia con limitación de recursos. No era nada grandioso, pero lo suficiente para suscitar en ella una sonrisa y vivir esos momentos con alegría.

Y lo hacía, simplemente, porque era mi madre y la quería, sin más. Me gustaba verla sonreír, y punto. Nada que ver con las oscuras conspiraciones vaticanas, ni con las veladas tramas del capitalismo internacional.

Me alegré mucho cuando descubrí que la celebración de este día se remontaba a la época griega, es decir, mucho antes de la aparición de los susodichos almacenes. En estas fechas se rendían honores a Rea, madre de los dioses, Zeus (de los cielos), Poseidon (de los mares) y Hades (del inframundo), ¡ahí es nada!

Posteriormente, con el advenimiento del cristianismo sucedió, como en tantas otras fechas del calendario, que las celebraciones paganas se cristianizaron con la Virgen o los Santos, pero en el fondo seguían siendo momentos de celebración popular cuyas raíces se perdían en la noche de los tiempos. Un modo de religar lo mundano con lo sagrado, lo material con lo espiritual a través de un ritual concretado en el ensalzamiento de una diosa, de un dios o de un santo, como exponente arquetípico de una determinada virtud o cualidad.

Así, de la celebración en este mes de las fiestas de la Diosa Rea se pasó al mes de la Virgen María, la Madre Universal, y por analogía  se extendió a las madres en general.

Es bueno recordar, sobre todo para mis amigos progres, que en nuestra cultura occidental fueron destacadas activistas feministas las que durante el siglo XIX trabajaron por celebrar un día en el que, además de honrar a las madres, se ensalzaran los derechos de las mujeres y se realizara un llamamiento para la paz y al desarme, como fue el caso de la célebre abolicionista y activista Julia Ward Howe, quien luchó toda su vida por esta idea.

Así que, según parece, el Día de la Madre es bastante más antiguo y más rico en valores que lo que la mayoría de la gente cree.

Sea como fuere, y aunque a mis amigos progres sigan sin gustarle este día, tal vez porque prefieren mantenerse fieles a un ideario basado en máximas y soflamas que repiten y repiten en la creencia de que su continua repetición las transforma en ciertas, cuando en realidad, la mayor parte de las veces, además de ser erróneas o carecer de fundamento, se convierten en proclamas irreductibles a la argumentación lógica.

Así que seguirán pensando que el Día de La Madre es un invento reciente del Corte Inglés, en contubernio con el capitalismo salvaje y la Iglesia reaccionaria.

A mi, la verdad, me da igual lo que piensen, ya que me sigue motivando celebrar un día al año en el que se conjugan cosas tan fundamentales para los seres humanos como son el reconocimiento de la labor de las mujeres en el ámbito familiar, su relación con una cultura de paz y, por supuesto, honrar al tipo de amor más desinteresado que existe, que es el de las madres. Y en un terreno algo más esotérico, celebrar la importancia del arquetipo de la “Diosa Madre”, representado en el cuidado a la Madre Tierra, la cuál es la base del sustento de todos los seres que la habitan.

Y aunque, como dije antes, mayo es un mes bastante agradable por lo general, sin embargo para algunas personas es un mes bastante temido.

Sobre todo para quienes padecen alergias polínicas, ya que suele ser el mes más crítico para estas afecciones. Pero no sólo las alergias suelen agravarse en esta época. Sabemos también que pueden producirse brotes de ciertas patologías cutáneas, así como digestivas, circulatorias y  también mentales.

Cuando comienza este tiempo en el que el sol empieza a despertar de su letargo invernal, es conveniente advertir a quienes toman ciertos tipos de medicamentos que deberían cuidar su exposición al mismo, ya que, al incrementarse la intensidad de la radiación solar pueden producirse algunas reacciones fototóxicas o fotoalérgicas (reacción en la piel debido a la interacción del sol con un medicamento).

A pesar de lo dicho anteriormente, también esta época del año puede ser beneficiosa para otro tipo de enfermedades, como por ejemplo el acné y la psoriasis, las cuales suelen mejorar cuando se toma el sol de manera moderada y prudente.

También es típico en la primavera la aparición de la llamada Astenia Primaveral e incluso la aparición de algunos cuadros de tipo depresivo.

La psiquiatría actual reconoce la existencia de un Trastorno Afectivo Estacional que consiste en alteraciones del estado de ánimo que sufren los sujetos de manera recurrente en ciertas épocas del año, sobre todo en otoño y en invierno. Es típico de lugares con pocas horas de radiación solar. Se manifiesta como un cuadro depresivo que aparece relacionado, no con los acontecimientos vitales externos, sino con las fechas del calendario. Sin embargo, aunque lo normal es que aparezca en otoño-invierno, hay personas, aunque menos, que también lo padecen en la época de primavera o incluso en verano.

Desde el punto de vista occidental no sabemos por qué sucede esto, aunque muchos apuntan a un trastorno en la regulación de la Melatonina, pero desde el punto de vista de la Medicina Tradicional China, es posible encontrar explicaciones coherentes según la Teoría de las Cinco Transformaciones.

En cualquier caso, para ayudar a las personas, con éste o con otro tipo de trastorno afectivo, es importante evitar que se aíslen. Lo ideal es que se mantengan en contacto con las personas queridas y relevantes de su entorno. También puede ser especialmente útil la pertenencia a ciertos grupos en los que se comparten intereses comunes y se establecen lazos emocionales que sirven como soporte y apoyo.

La práctica deportiva y el contacto con la naturaleza pueden ser también dos herramientas significativas para ayudar a quienes padecen trastornos del estado de ánimo.

Obviamente,  para el mantenimiento y la recuperación de la salud, un estilo de vida apropiado, en lo que se refiere al sueño y alimentación, será necesario tanto en este proceso en particular como en cualquier otro en general.

Y para finalizar, insistir en que mayo es un mes radiante, lleno de posibilidades para disfrutar de la vida, de la naturaleza y de las buenas compañías.

Procuremos, pues, acoger los aspectos positivos que el mes de mayo nos plantea y al mismo tiempo intentemos, también, disfrutar de todas aquellas oportunidades que la estación nos ofrece.

 

¡Feliz Mayo!

Editorial de abril de 2014

Editorial de abril de 2014

primaveraCasi en un abrir y cerrar de ojos nos hemos plantado en el cuarto mes del año. Llega abril como cualificado heraldo de la reciente primavera que, tímidamente introducida por marzo, va mostrando su esplendor cada día mejor.

Me gusta mucho la primavera, ya lo he dicho bastantes veces, pero habrán de perdonarme porque parece como si no me cansase de repetirlo, quizás porque me siento un poco en deuda con ella.

Opino que nos aporta muchas más cosas positivas que negativas y, sin embargo, no siempre sale bien parada en lo que a opiniones de otras personas se refiere.

De algún modo, me veo en la obligación de tratar de compensar la mala fama que otras personas le atribuyen a esta estación, haciéndola responsable de sus males y dolencias. Y no es que les falten razones para ello, como por ejemplo a los alérgicos o también a quienes padecen ciertos tipos de enfermedades cutáneas, digestivas o circulatorias, que temen que al llegar estos momentos su calidad de vida se vea mermada.

Obviamente, es normal que quienes sufren estos percances no se encuentren demasiado contentos por la llegada de la primavera, ya que, entre otras cosas, posiblemente necesiten recurrir a más medicación para controlar sus síntomas.

Pero más allá de estos achaques, primavera, al menos para  mi, es algo mucho más mágico y grandioso. Primavera es sinónimo de vida y de eclosión de la naturaleza que lucha por perpetuarse.

Por eso, cuando digo que me gusta la primavera, no me refiero solamente a lo climatológico con sus agradables y suaves temperaturas, sino también a la luminosidad de sus amaneceres y atardeceres, a la vistosidad de sus colores y a la fragancia de los diversos aromas que inundan el ambiente y que podemos percibir por doquier, porque tanto vale el perfume que nos aporta una humilde maceta en nuestro hogar como las cálidas y complejas mixturas florales que podemos percibir paseando por un elaborado y vistoso jardín de gran extensión.

Algunas personas aprovechan estas fechas para realizar excursiones que les permitan contemplar la belleza de las exuberantes floraciones de determinadas plantas. Es fácil en nuestras tierras disfrutar de la blancura y el embriagador perfume de los azahares, de los intensos contrastes con el verde de los campos salpicados por el color rojo de las amapolas, de los aromáticos jacintos o del esplendor majestuoso de las glicinias con su copiosa floración, amen de otras muchas flores.

Inspirados por la belleza de estos momentos, han alcanzado cierta fama algunas rutas para ver  floraciones especiales, como la de los rododendros en el Parque Natural de los Alcornocales o, la muy consolidada ya, ruta de los cerezos en flor del Valle del Jerte, todo un festival de luz y color para los sentidos.

No puedo negar que me encanta presenciar la mágica transformación por la que un pequeño brote, como si se desperezara después de un largo sueño, se abre al mundo dando lugar a una hermosa, nueva y efímera flor. Tal vez mañana ya no esté, el viento o la lluvia puede haberla hecho desaparecer, pero mientras dura, ¿por qué no disfrutar de su cautivadora belleza?

La primavera es también una época propicia para el apareamiento de muchas especies, así como para de la siembra de diversas semillas, una vez la tierra se ha visto libre de los fríos y los hielos del invierno. Las aves incuban sus huevos, las abejas ponen los suyos aprovechando la bonanza de las temperaturas que nos promete esta nueva estación.

¿Cómo es posible que no sintamos esta manifestación de la vida en nuestro interior?

La primavera para mi es más que una estación, es una especie de gran metáfora de la vida. Porque hablar de primavera es hablar también de renovación, de cambio, de surgimiento y de transformación.

Lo primaveral huele a fresco, a nuevo, a limpio. Decir que algo es primaveral es como destacar su inocencia, su candidez y su pureza.

Y no me refiero sólo a lo que captan los sentidos, de luz y color, sino que para mi, la primavera, posee una especie de dimensión simbólica que se encuentra mucho más allá de lo meramente sensorial.

Atribuimos la cualidad de la “primavera” a aquellas situaciones en las que surge algo nuevo y esperanzador, porque parece como si la primavera fuese una especie de encarnación en la tierra del “espíritu de la renovación”.

Tal vez debiéramos plantearnos el modo en el que podríamos llegar a encarnar dicho espíritu en nuestra vida, es decir, cómo experimentar una verdadera “renovación” en lo cotidiano.

No cabe duda que aprendiendo a desprendernos de todos aquellos lastres del pasado que frenan nuestro desarrollo, nos impiden avanzar y, además, en la mayoría de los casos no tendríamos por qué seguir llevándolos.

Por tanto, vivir según el espíritu de la primavera es como permitirse dar un sí incondicional a la vida.

Desde este punto de vista. Podríamos llamar a la primavera la estación del despertar, porque constituye el fin del del sueño invernal para abrirnos a una  nueva luz naciente.

¡Cuanto tiene que ver esto con el camino del ser humano hacia el desarrollo!

Cada año siento en mi interior la llegada de la energía renovadora de a primavera. Es como una fuerza que va creciendo en intensidad y vigor a cada día que pasa. Una energía que se encuentra en íntima conexión con los cambios que suceden en la naturaleza exterior.

Tal vez por eso, en primavera, me siento más despierto, más lúcido y creativo, surgen en mi nuevos proyectos y se renuevan ilusiones hacia el futuro.

Durante un tiempo pensé que esto era común a todo el mundo, pero los años me han hecho desistir de esta hipótesis. Me he dado cuenta de que cada persona sintoniza mejor con la energía de una determinada estación, aunque, por desgracia, los hay que no sintonizan con ninguna.

De entre todas las grandes metáforas que la primavera nos plantea, si tuviese que destacar alguna, yo elegiría la de la resurrección.

La primavera representa el triunfo de la vida sobre la muerte, y qué mejor que la resurrección puede simbolizar esto.

En nuestra cultura, justo en estos momentos, celebramos la Semana Santa, celebración lunar que coincide con la primera luna llena después del equinoccio de primavera.

Para todo el mundo católico, la celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo es la celebración central de su fe.

Pero quienes no son católicos podrían también servirse de las enseñanzas que dicha conmemoración nos aporta, ya que en su esencia contiene una rotunda afirmación de la vida, de la esperanza y del amor, supremas vencedoras de todo dolor, de todo sufrimiento y de toda clase de muerte.

Pero entender este mensaje sólo está al alcance de quienes, libres de los prejuicios, son capaces de mirar más allá de lo aparente para descubrir la riqueza simbólica que la vida en cada instante nos aporta en forma de regalo de sabiduría.

¡Quien tenga ojos que vea, y quien tenga oídos que oiga!

¿Qué sucedería en nuestra vida si nos permitiésemos florecer como una nueva primavera surgida del corazón para expresar al mundo todo nuestro oculto esplendor?

 

¡Feliz abril!

Editorial de marzo 2014

Editorial de marzo 2014

marzo-2014Con bastante frecuencia me acude a la mente aquello que me contaron en mi adolescencia, cuando por entonces estudiaba filosofía en el bachiller, acerca del famoso filósofo griego Heráclito de Éfeso, también llamado El Oscuro, así como lo concerniente a su Filosofía del Devenir. 

Dicho filósofo afirmaba aquello de que “nadie puede bañarse dos veces en el  mismo río”, “todo pasa, nada permanece”. ¡Qué razón tenía el griego!

Casi por el mismo tiempo que Heráclito, en otra parte del mundo, en los recónditos parajes del norte de la India, otro famoso personaje, Sidharta Gautama, el Buda, predicaba su doctrina de la Impermanencia.

Claro que ni el enigmático de Heráclito, ni tampoco el buenazo de Buda, conocieron a nuestros políticos actuales. Porque de haberlos conocido, sus doctrinas hubiesen quedado en entredicho. Tal vez ni se habrían atrevido a formularlas. Ya que a pesar de las evidencias sobre el devenir de las cosas y de la impermanencia de los fenómenos, hay algo que, según parece, permanece inmutable en el universo en general y en nuestras vidas en particular, la ineptitud y la mediocridad de la clase política que nos rodea, ya sea por babor o por estribor.

Pero salvando esta excepción, se podría afirmar que todo lo demás que existe en el mundo lo hace de modo impermanente.

Un día sucede a otro día, un mes a otro mes, un año a otro año, y aunque experimentamos un universo cíclico de estaciones anuales, ninguna es igual a la anterior…“todo pasa, nada permanece”.

Y no sólo porque cada minuto es distinto al que minuto le precedió, sino porque también nosotros somos distintos y percibimos la realidad con matices diferentes.

Por eso nunca leerás dos veces el mismo libro, ni tampoco encontrarás al mismo amigo del que te despediste, porque a la vuelta, tú ya no serás el mismo y tu amigo tampoco.

Pero a nuestra mente común no le gusta demasiado esta experiencia de impermanencia, tal vez por ello tienda a querer hacer estables e inmutables lo que por naturaleza no lo es.

En ese juego entre esencias y apariencias generamos mucha confusión y no poco sufrimiento.

Pero a lo largo de cientos de años hemos recibido enseñanzas para ayudarnos a transcender los errores de nuestra mente. Así, los maestros de todos los tiempos se esforzaron en enseñarnos a vivir el momento presente como único e irrepetible. Nos han transmitieron diversos métodos para hacer de cada instante una verdadera experiencia de eternidad, así como para enseñarnos a vivir la seguridad y la estabilidad en un mundo que no es ni seguro ni estable y para que, entre otras muchas cosas, aprendamos a experimentar el amor desinteresado por todo lo creado mediante la práctica del no aferramiento.

Así que cuando volteamos una nueva página del calendario para inaugurar un recién nacido mes, en este caso marzo, se nos propone con ello una maravillosa oportunidad para tomar consciencia de ese “devenir de las cosas”.

Obviamente, ante el paso del tiempo que marcan los meses del calendario, uno se lo puede tomar de muchas maneras. Podemos vivirlo como un mes menos que nos queda de vida o como un mes más que tenemos la fortuna de haber vivido. Ambas cosas son ciertas, pero el hecho de verlo de una u otra manera puede marcar la diferencia en nuestro interior.

Cada instante es, pues, una oportunidad para el crecimiento y para el aprendizaje y, en el caso del presente mes de marzo, para hacer más énfasis en el cambio y la impermanencia, ya que no sólo cambiamos de mes sino también de estación del año.

Parece que en algunos momentos de estos pasados días el aire se hubiese vuelto más cálido y suave, al tiempo que transportaba ciertos aromas florales de forma sutil, preludio de una próxima y espero que agradable primavera, aunque todavía durante unos día arrastraremos los últimos coletazos de un invierno que se despide y lucha por no abandonarnos.

En estos días se puede percibir un evidente cambio de energía en la naturaleza, propio de los momentos que preceden a la primavera. Pero sólo si abres tus sentidos y te dejas inundar por dicha energía podrás experimentarla y entenderás perfectamente de qué estoy hablando.

Es posible percibirla como una energía alegre, cantarina diría yo, que tiende a la risa y a la expansión, preludio de la eclosión vital ha de llegar.

En la entrada de mi casa floreció ya hace unos días el Jazmín de Invierno. Al traspasar la puerta de entrada me recibe con el regalo de su aroma y su belleza cada vez que vuelvo al hogar.

Marzo, como los demás meses del año, también nos proponen algunas fechas dignas de mención. Para mi, las más significativas son el día 8 de marzo, Día Mundial de la Mujer Trabajadora, el 19 de marzo Día del Padre y el 22 de marzo Día Mundial del Agua.

La primera de ella, el Día Mundial de la Mujer Trabajadora, considero que es una fecha especialmente importante para tener presente el papel de la mujer en nuestra sociedad y su aportación a lo largo de la historia. Es como una especie de momento “fuerte” para incentivarnos a seguir trabajando en los distintos ámbitos sociales por esa igualdad de derechos a la que todos aspiramos.

La segunda, la del Día del Padre, además del aspecto genérico en el que tratamos de recordar y agradecer la importancia y el esfuerzo de lo que significa para los hijos la figura paterna, en mi caso existe un interés personal especial, confieso que algo interesado, que surge de la esperanza de recibir algunos regalitos especiales por parte de mi familia. Hasta ahora siempre me han agasajado más que de sobra, y espero con ilusión que este año también suceda.

Hay algunas voces que se alzan en contra del Día del Padre, del de la Madre, de San Valentin… y siempre con la misma cantinela…”ha sido un invento de los Centros Comerciales, en especial del Corte Inglés, para vender cosas”.

Yo creo que no es cierto eso, pero si lo fuera, me da igual. Porque no es necesario comprar nada para regalar o para agradecer. Pero, además, en un mundo como en el que vivimos, en el que abunda el egoísmo y la falta de agradecimiento, celebrar el amor o la gratitud hacia quienes nos dieron la vida, es algo que no deberíamos dejar pasar bajo ningún concepto, aunque sea el Corte Inglés, Bill Gates o Periquillo de los Palotes, quienes lo propusieran.

Recuerdo de mi infancia, y de eso hace ya muchos años, que mi madre me dejaba un regalito, normalmente modesto, no había para más, un masaje para después del afeitado, una colonia o similar, para que se la entregase a mi padre en esos días. Él lo recibía con ilusión y fingía esa especie de sorpresa que un niño siempre agradecía.

Pienso que el día del Padre, de no haberlo inventado alguna empresa comercial lo hubiese hecho mi madre, ya que fue siempre un ejemplo de agradecimiento para todos los que estuvimos a su lado.

Y como yo viví su ejemplo, creo que si el día del Padre, o de la Madre, no hubiesen estado en el calendario, hubiese buscado alguna oportunidad en cualquier otra fecha para celebrarlo.

Además, si hay partidarios de organizar celebraciones tan peculiares como la del pasado 4 de febrero, “Día del Orgullo Zombie”, ¿cómo no va a haber un Día del Padre?, ¡qué menos!

Respecto a la celebración del Día Mundial del Agua, es bueno que recordemos, al menos un día al año, la importancia de un bien tan preciado, necesario y limitado como es el agua. La intención de las Naciones Unidas al promover dicho día fue la de ayudarnos a tomar consciencia de la importancia de la conservación y la buena gestión de nuestros recursos hídricos.

Dada la importancia que tiene el agua para la vida en el planeta, considero que cualquier actividad que nos ayude a promover actitudes ecológicas al respecto han de ser bienvenidas.

Un avanzado en estos aspectos ha sido el alcalde de mi ciudad, Málaga, quien hace unas semanas se hizo famoso en la prensa por su derroche de austeridad al afirmar, mediante un experimento riguroso y contrastado, que gastaba once litros de agua a la hora de ducharse.

Y yo, que soy más o menos de su misma altura, me he quedado anonadado porque he de confesar que gasto unos cuantos litros más. No he tenido el impulso científico de medirlo, pero seguro que muchos más. Esto me ha producido una cierta turbación y no poco desasosiego interior, de tal modo que me he propuesto seguir los pasos de mi edil.

Animado por el ejemplo del máximo representante ciudadano, me he puesto manos a la obra a la hora de ahorrar el líquido elemento, y en estos momentos me encuentro practicando el lavado de manos y cara con el contenido de agua de un dedal, aunque he de reconocer que me quedo algo pegajosillo y he de recurrir después a las toallitas perfumadas para mejorar mi acicale y salir a la calle con cierta dignidad en el aseo. No obstante, no dudo en mejorar y transformar dicha práctica en todo un logro medioambiental.

Además de lo anterior, y como muestra del impulso que ha supuesto para mi el ejemplo del alcalde, me he propuesto, también, para este verano, practicar buceo ya no en la piscina, ni en la playa, sino en el cubo de fregar, eso sí, apartando previamente el palo de la fregona para evitar accidentes mayores. Pienso que las piernas me quedarán colgado del borde borde del cubo, y tal vez un podo doblado el cuello, pero no ha de ser esto impedimento alguno para frenar mi ansia de superación ecológica.

Caso de que lo consiga, me pondré en contacto con el departamento oportuno de mi ayuntamiento para que tomen nota y, por los medios más apropiados, estimulen a los ciudadanos y ciudadanas a ese ahorro hídrico tan beneficioso para todos y todas.

Y es que, lo que es algo importante y necesario, como es la gestión de los recursos en general y del agua en particular, evitando los despilfarros innecesarios, cuando lo coge un político entre sus manos, se puede tornar en algo grotesco y caricaturesco.

¡Qué estos asuntos mundanos no turben en nuestro corazón, ni tampoco la entrada de la ya próxima primavera!

 

Feliz marzo

 

EDITORIAL DE MARZO DE 2014

 

Con bastante frecuencia me acude a la mente aquello que me contaron en mi adolescencia, cuando por entonces estudiaba filosofía en el bachiller, acerca del famoso filósofo griego Heráclito de Éfeso, también llamado El Oscuro, así como lo concerniente a su Filosofía del Devenir.

Dicho filósofo afirmaba aquello de que “nadie puede bañarse dos veces en el  mismo río”, “todo pasa, nada permanece”. ¡Qué razón tenía el griego!

Casi por el mismo tiempo que Heráclito, en otra parte del mundo, en los recónditos parajes del norte de la India, otro famoso personaje, Sidharta Gautama, el Buda, predicaba su doctrina de la Impermanencia.

Claro que ni el enigmático de Heráclito, ni tampoco el buenazo de Buda, conocieron a nuestros políticos actuales. Porque de haberlos conocido, sus doctrinas hubiesen quedado en entredicho. Tal vez ni se habrían atrevido a formularlas. Ya que a pesar de las evidencias sobre el devenir de las cosas y de la impermanencia de los fenómenos, hay algo que, según parece, permanece inmutable en el universo en general y en nuestras vidas en particular, la ineptitud y la mediocridad de la clase política que nos rodea, ya sea por babor o por estribor.

Pero salvando esta excepción, se podría afirmar que todo lo demás que existe en el mundo lo hace de modo impermanente.

Un día sucede a otro día, un mes a otro mes, un año a otro año, y aunque experimentamos un universo cíclico de estaciones anuales, ninguna es igual a la anterior…“todo pasa, nada permanece”.

Y no sólo porque cada minuto es distinto al que minuto le precedió, sino porque también nosotros somos distintos y percibimos la realidad con matices diferentes.

Por eso nunca leerás dos veces el mismo libro, ni tampoco encontrarás al mismo amigo del que te despediste, porque a la vuelta, tú ya no serás el mismo y tu amigo tampoco.

Pero a nuestra mente común no le gusta demasiado esta experiencia de impermanencia, tal vez por ello tienda a querer hacer estables e inmutables lo que por naturaleza no lo es.

En ese juego entre esencias y apariencias generamos mucha confusión y no poco sufrimiento.

Pero a lo largo de cientos de años hemos recibido enseñanzas para ayudarnos a transcender los errores de nuestra mente. Así, los maestros de todos los tiempos se esforzaron en enseñarnos a vivir el momento presente como único e irrepetible. Nos han transmitieron diversos métodos para hacer de cada instante una verdadera experiencia de eternidad, así como para enseñarnos a vivir la seguridad y la estabilidad en un mundo que no es ni seguro ni estable y para que, entre otras muchas cosas, aprendamos a experimentar el amor desinteresado por todo lo creado mediante la práctica del no aferramiento.

Así que cuando volteamos una nueva página del calendario para inaugurar un recién nacido mes, en este caso marzo, se nos propone con ello una maravillosa oportunidad para tomar consciencia de ese “devenir de las cosas”.

Obviamente, ante el paso del tiempo que marcan los meses del calendario, uno se lo puede tomar de muchas maneras. Podemos vivirlo como un mes menos que nos queda de vida o como un mes más que tenemos la fortuna de haber vivido. Ambas cosas son ciertas, pero el hecho de verlo de una u otra manera puede marcar la diferencia en nuestro interior.

Cada instante es, pues, una oportunidad para el crecimiento y para el aprendizaje y, en el caso del presente mes de marzo, para hacer más énfasis en el cambio y la impermanencia, ya que no sólo cambiamos de mes sino también de estación del año.

Parece que en algunos momentos de estos pasados días el aire se hubiese vuelto más cálido y suave, al tiempo que transportaba ciertos aromas florales de forma sutil, preludio de una próxima y espero que agradable primavera, aunque todavía durante unos día arrastraremos los últimos coletazos de un invierno que se despide y lucha por no abandonarnos.

En estos días se puede percibir un evidente cambio de energía en la naturaleza, propio de los momentos que preceden a la primavera. Pero sólo si abres tus sentidos y te dejas inundar por dicha energía podrás experimentarla y entenderás perfectamente de qué estoy hablando.

Es posible percibirla como una energía alegre, cantarina diría yo, que tiende a la risa y a la expansión, preludio de la eclosión vital ha de llegar.

En la entrada de mi casa floreció ya hace unos días el Jazmín de Invierno. Al traspasar la puerta de entrada me recibe con el regalo de su aroma y su belleza cada vez que vuelvo al hogar.

Marzo, como los demás meses del año, también nos proponen algunas fechas dignas de mención. Para mi, las más significativas son el día 8 de marzo, Día Mundial de la Mujer Trabajadora, el 19 de marzo Día del Padre y el 22 de marzo Día Mundial del Agua.

La primera de ella, el Día Mundial de la Mujer Trabajadora, considero que es una fecha especialmente importante para tener presente el papel de la mujer en nuestra sociedad y su aportación a lo largo de la historia. Es como una especie de momento “fuerte” para incentivarnos a seguir trabajando en los distintos ámbitos sociales por esa igualdad de derechos a la que todos aspiramos.

La segunda, la del Día del Padre, además del aspecto genérico en el que tratamos de recordar y agradecer la importancia y el esfuerzo de lo que significa para los hijos la figura paterna, en mi caso existe un interés personal especial, confieso que algo interesado, que surge de la esperanza de recibir algunos regalitos especiales por parte de mi familia. Hasta ahora siempre me han agasajado más que de sobra, y espero con ilusión que este año también suceda.

Hay algunas voces que se alzan en contra del Día del Padre, del de la Madre, de San Valentin… y siempre con la misma cantinela…”ha sido un invento de los Centros Comerciales, en especial del Corte Inglés, para vender cosas”.

Yo creo que no es cierto eso, pero si lo fuera, me da igual. Porque no es necesario comprar nada para regalar o para agradecer. Pero, además, en un mundo como en el que vivimos, en el que abunda el egoísmo y la falta de agradecimiento, celebrar el amor o la gratitud hacia quienes nos dieron la vida, es algo que no deberíamos dejar pasar bajo ningún concepto, aunque sea el Corte Inglés, Bill Gates o Periquillo de los Palotes, quienes lo propusieran.

Recuerdo de mi infancia, y de eso hace ya muchos años, que mi madre me dejaba un regalito, normalmente modesto, no había para más, un masaje para después del afeitado, una colonia o similar, para que se la entregase a mi padre en esos días. Él lo recibía con ilusión y fingía esa especie de sorpresa que un niño siempre agradecía.

Pienso que el día del Padre, de no haberlo inventado alguna empresa comercial lo hubiese hecho mi madre, ya que fue siempre un ejemplo de agradecimiento para todos los que estuvimos a su lado.

Y como yo viví su ejemplo, creo que si el día del Padre, o de la Madre, no hubiesen estado en el calendario, hubiese buscado alguna oportunidad en cualquier otra fecha para celebrarlo.

Además, si hay partidarios de organizar celebraciones tan peculiares como la del pasado 4 de febrero, “Día del Orgullo Zombie”, ¿cómo no va a haber un Día del Padre?, ¡qué menos!

Respecto a la celebración del Día Mundial del Agua, es bueno que recordemos, al menos un día al año, la importancia de un bien tan preciado, necesario y limitado como es el agua. La intención de las Naciones Unidas al promover dicho día fue la de ayudarnos a tomar consciencia de la importancia de la conservación y la buena gestión de nuestros recursos hídricos.

Dada la importancia que tiene el agua para la vida en el planeta, considero que cualquier actividad que nos ayude a promover actitudes ecológicas al respecto han de ser bienvenidas.

Un avanzado en estos aspectos ha sido el alcalde de mi ciudad, Málaga, quien hace unas semanas se hizo famoso en la prensa por su derroche de austeridad al afirmar, mediante un experimento riguroso y contrastado, que gastaba once litros de agua a la hora de ducharse.

Y yo, que soy más o menos de su misma altura, me he quedado anonadado porque he de confesar que gasto unos cuantos litros más. No he tenido el impulso científico de medirlo, pero seguro que muchos más. Esto me ha producido una cierta turbación y no poco desasosiego interior, de tal modo que me he propuesto seguir los pasos de mi edil.

Animado por el ejemplo del máximo representante ciudadano, me he puesto manos a la obra a la hora de ahorrar el líquido elemento, y en estos momentos me encuentro practicando el lavado de manos y cara con el contenido de agua de un dedal, aunque he de reconocer que me quedo algo pegajosillo y he de recurrir después a las toallitas perfumadas para mejorar mi acicale y salir a la calle con cierta dignidad en el aseo. No obstante, no dudo en mejorar y transformar dicha práctica en todo un logro medioambiental.

Además de lo anterior, y como muestra del impulso que ha supuesto para mi el ejemplo del alcalde, me he propuesto, también, para este verano, practicar buceo ya no en la piscina, ni en la playa, sino en el cubo de fregar, eso sí, apartando previamente el palo de la fregona para evitar accidentes mayores. Pienso que las piernas me quedarán colgado del borde borde del cubo, y tal vez un podo doblado el cuello, pero no ha de ser esto impedimento alguno para frenar mi ansia de superación ecológica.

Caso de que lo consiga, me pondré en contacto con el departamento oportuno de mi ayuntamiento para que tomen nota y, por los medios más apropiados, estimulen a los ciudadanos y ciudadanas a ese ahorro hídrico tan beneficioso para todos y todas.

Y es que, lo que es algo importante y necesario, como es la gestión de los recursos en general y del agua en particular, evitando los despilfarros innecesarios, cuando lo coge un político entre sus manos, se puede tornar en algo grotesco y caricaturesco.

¡Qué estos asuntos mundanos no turben en nuestro corazón, ni tampoco la entrada de la ya próxima primavera!

 

Feliz marzo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Editorial de febrero 2014

Editorial de febrero 2014

Editoral febrero-14Dejamos atrás un mes, enero, que además de frío, nieve, lluvia y cuadros catarrales y gripales, nos ha traído también algunos datos esperanzadores sobre una supuesta recuperación de la economía.

La prima de riesgo se estabiliza a la baja, el último trimestre del año se cierra en positivo, el turismo alcanza niveles históricos, los datos de la Encuesta de Población Activa parecen marcar un cambio de tendencia, incluso se escuchan voces que nos hablan del comienzo de la salida de la crisis.

Sin embargo, hay algo que no me cuadra. Porque con todos esos buenos datos, que lo son, los trabajadores siguen ganando menos, pagando más impuestos, nos suben la electricidad, el agua y no sé cuántas cosas más… y entonces me pregunto ¿recuperación para quién?

¡Ah, sí!, no me acordaba que hace poco el señor Botín les comunicó a sus accionistas del Banco de Santander que había duplicado sus beneficios en el 2013 (año éste de crisis por cierto, ¿pero de crisis para quién?). El montante asciende a unos 4.370 milloncillos de euros de nada. ¡La de cosas que se podrían arreglar sólo con esos “beneficios de más”!

En fin, ya saben ustedes que tengo pocos conocimientos de economía y por eso tal vez no llegue a comprender ciertas cosas muy profundas, pero hasta donde mi mente alcanza, la cosa queda como sigue: cuando falta dinero pagamos nosotros, pero cuando sobra se lo llevan otros.

En este punto me viene a la memoria unas coplas de Baguala que cantaba el mítico grupo Quilapayún, que más o menos decía así en una de sus estrofas:

 

Si no protesto me explotan

y si protesto voy preso,

pa’ los de abajo la caja

y pa’ los de arriba el queso.

 

Claro que eso se lo oíamos cantar allá por los años setenta. Y cuando lo escuchábamos pensábamos entonces que esa especie de “canción protesta” se refería a Chile de Pinochet, a la Argentina de Videla o a la España de Franco. Lo que no podíamos imaginar por entonces es que estas estrofas, cuarenta años después, y de más de treinta y cinco años de democracia, pudieran seguir siendo vigentes en la España actual.

Pero ahora toca centrarse en reflexionar sobre aquello que nos traerá el nuevo mes que comienza, febrero.

Conocido como “el loco” por sus inesperados y bruscos cambios de tiempo, unas veces hace honor a su nombre y otras en cambio no, y transcurre como una especie de preludio de la primavera. A ver como se presenta este año.

A nivel sanitario, los medios de comunicación han insistido en un posible repunte respecto al número de casos de cuadros gripales en este mes, alertando o, mejor dicho, alarmando, sobre los efectos de la misma.

Sin embargo, cuando recurrimos a los datos epidemiológicos oficiales y los comparamos con las estadísticas anuales, nos encontramos que la incidencia es menor o igual a la de años anteriores. Entonces, ¿a qué viene tanta alarma se preguntará alguno?  Pues eso mismo me pregunto yo.

¿Acaso normalmente salen cada día en las portadas de prensa o en las noticias de radio y televisión las personas que mueren o están en la UCI por un accidente vascular cerebral o por cualquier otra enfermedad?, la respuesta es sencilla, ¡no! Entonces, ¿por qué sale en la primera página de los periódicos y abriendo los informativos nacionales, esos mismos datos referidos a la gripe? Esto no hace mas que generar miedo y alarma en la población.

Pues posiblemente por una sencilla razón. Porque hay una vacuna que vender y muchas dosis osemtalvir (Tamiflu®) almacenadas que habrá que gastar, ¿no?, las cuales se compraron cuando lo de la tomadura de pelo de la famosa pandemia de Gripe A del 2010.

Con esto no estoy quitando importancia a la posible gravedad de muchos cuadros, ni tampoco negando la aparición de casos mortales. Lo único que digo es que son los mismos que en cualquier otro año normal, como afirmaba en una entrevista al diario Sur la Jefa de Salud de la Delegación Provincial de Málaga. Y repito, entonces ¿a qué tanta alarma?

Tengo una hipótesis. La patente del osemtalvir (Tamiflu®), producto que se recomienda para tratar la gripe A, le caduca al laboratorio Roche en el 2016. Eso quiere decir que a partir de esa fecha otros laboratorios podrían fabricarlo, abaratar el precio y competir en el mercado en la venta de ese producto, medicamento, por cierto, de más que dudosa eficacia.

Por tanto, de aquí a esa fecha, es decir, este año y los dos que vienen, intuyo que nos van a intentar asustar  por todos los medios para que se consuma más. Porque ya se sabe, una buena dosis de miedo hacia una enfermedad es un fantástico medio para incrementar la venta de ciertos productos.

Creo que además de protegerse de las enfermedades tendríamos que plantearnos promocionar la salud. Parece lo mismo pero no lo es.

Desde mi punto de vista, es muy importante cuidar la alimentación incrementando la cantidad de frutas, verduras y alimentos ricos en productos antioxidantes. Realizar ejercicio físico moderado, cuidar nuestros ciclos de descanso y mantener una actitud mental positiva. Éstas son herramientas especialmente útiles para mantener un buen nivel de salud.

En los momentos de mayor incidencia de patologías virales es bastante aconsejable tomar ciertos productos que incrementan la eficacia de nuestro sistema inmunitario frente a ellos.

Existen productos de alta calidad para ayudarnos a mantener una buena salud en el ámbito de la fitoterapia, de los oligoelementos, de la micoterapia y también conocidos medicamentos homeopáticos que han mostrado su eficacia en miles de pacientes en la prevención y el tratamiento de cuadros virales.

Por tanto, tenemos más herramientas de las que a veces pensamos para mejorar nuestras defensas y mantener un buen estado de salud.

Un conocido estudio demostró que el miedo bloquea el sistema inmunitario. A unos estudiantes se les proyectó una película de risa, mientras que a otros les pusieron una de miedo. Después se midieron los niveles de IgA, que es la inmunoglobulina que se encuentra en las secreciones y las mucosas, y que nos protegen contra las agresiones que padecemos por vía respiratoria o digestiva, antes de que penetren a la sangre. Los que vieron la película de risa incrementaron sus niveles, mientras que quienes vieron la de miedo lo disminuyeron.

Por tanto, no deberíamos olvidar el hecho comprobado de que el miedo debilita nuestras defensas y nos hacen más susceptibles de padecer ciertas patologías, mientras que reír y disfrutar de la vida nos hace más resistentes.

Así, quienes pretendan cuidar su salud un poco más habrán de procurar alejar de sus mentes el miedo y procurarse actividades, lecturas y compañías con las que disfrutar.

Feliz Febrero

Editorial enero 2014

Editorial enero 2014

2014Comenzamos el 2014 con cierta expectación y, sobre todo, con el deseo de que las estimaciones que sobre él se han hecho públicas en los distintos medios de comunicación, de verdad se parezcan luego a la auténtica realidad. ¡Ya veremos!

Y es que nos han dicho muchas veces que éste será el año del fin de la crisis, el año de la recuperación, el de la creación de empleo… y no sé de cuantas cosas más. Pero como quienes lo han dicho tienen una palabra más falsa que un billete de diecisiete euros, tal vez por eso, a los ciudadanos, siempre nos queda una duda más que razonable al respecto.

No obstante, espero y deseo que esta vez los acontecimientos venideros se parezcan a las predicciones realizadas, y que el 2014 signifique todo un cambio de tendencia que marque la salida de unos años llenos de dificultades, sobre todo de tipo económico.

Por otro lado, a parte de las estimaciones económicas, los aficionados a las predicciones astrológicas se encuentran de enhorabuena, ya que hablan de un año marcado por el tránsito de Plutón, el cuál será el responsable, según ellos, de cambios profundos, de renovación y de importantes modificaciones a distintos niveles. Plutón desata energías transformadoras y es el encargado de acabar con lo viejo para hacer surgir lo nuevo.

Además de lo anterior, los amantes de la numerología también se encuentran de suerte, ya que 2014 representa al número 7, (2+0+1+4=7), siendo éste, el siete, un número considerado místico y auspicioso. Se le relaciona con la consciencia, con la espiritualidad y con la sabiduría. Representa la Héptada.

En el terreno esotérico se habla de la Héptada, con un amplio y profundo significado a distintos niveles. Según el Génesis, Dios creó el mundo en siete días; tenemos siete chakras principales; hay siete días en la semana; los ciclos lunares son múltiplos de siete; etc.

Si nos asomamos a la ancestral sabiduría del Tarot, el Arcano número siete, representa el Carro de Osiris, lo cual se relaciona con el éxito, la victoria, la verdad, la justicia, etc.

Hago estas distintas consideraciones no porque sea partidario de ellas, sino para indicar que desde distintos puntos de vista nos vaticinan que el 2014 podrá ser un buen año.

Sabemos que existen diferentes maneras de acercarse a la realidad, y según parece todas ellas tienen, más o menos, la misma posibilidad de acertar sobre el futuro que nos depara 2014 que los muy calculados y estudiados datos económicos elaborados por nuestros sesudos políticos y los avezados economistas bajo su dirección. Pero existe una notable diferencia: al contribuyente nos sale más barato consultar la bola de cristal de la “bruja piruja” para saber qué pasará este año, que el enorme pastizal que se llevarán (si no se han llevado ya) nuestras luminarias políticas y los “augures” económicos que les asesoran.

Sea como fuere, lo cierto es que ya ha comenzado el 2014 y hay quienes dicen que cada nuevo año es como una especie de página en blanco en la que es posible escribir cualquier tipo de nueva historia. De ser verdad tendríamos un gran número de oportunidades para vivir la vida que anhelamos. El refranero popular nos dice “año nuevo, vida  nueva”, proponiéndonos la opción de que el nuevo año que comienza sea el inicio, también, de una “nueva vida”.

Y en cierto modo, pienso que es verdad, que cada nuevo año es una nueva oportunidad, pero habría que decir que no sólo para cada año, sino también para cada día y para cada instante, ya que todo momento es único e irrepetible y en él, de un modo consciente o no consciente, elegimos vivir nuestra propia vida o nos dejamos arrastrar por las circunstancias que nos rodean.

Qué sucede, pues, para que en lugar de ser los protagonistas de nuestra propia historia, en lugar de llevar las riendas de nuestro propio destino, acabemos viviendo una existencia que no nos agrada ni nos satisface.

Pienso que son muchos los factores implicados, y profundizar en ellos nos llevaría a escribir un libro y no unos cuantos párrafos como es mi intención, pero si tuviese que destacar uno de entre todos ellos, yo me decantaría por hablar acerca de la fuerza de la inercia.

Por eso, cada año nuevo realmente representa una nueva oportunidad, a condición de que seamos capaces de vencer la inercia que nos impulsa y nos dirige, muchas veces, hacia donde no queremos.

¡Ojalá que cada año nuevo llegue a ser verdaderamente una nueva oportunidad!

Pero qué sucede con esa inercia plasmada en la fuerza de las costumbres y en la tendencia a mantener los automatismos en nuestras vidas. Pues que cuando dichas inercias funcionan nuestra vida se asemeja a un tronco a la deriva sobre la corriente de un río, de tal manera que acabamos llegando a destinos no deseados y a vivir una vida que no queríamos.

Tal vez por eso sea que, año tras año, repetimos los mismos patrones y los viejos comportamientos, y sólo de vez en cuando aparece la chispa necesaria para realizar los cambios que necesitamos para hacer que nuestra vida sea verdaderamente significativa.

Así que, más que decir que el nuevo año se parece a una página en blanco para escribir sobre ella, habría que admitir que el año nuevo se asemeja más a una semilla, es decir, a algo que encierra dentro de sí la potencialidad de llegar a generar frutos, siempre que seamos capaces de superar las mencionadas inercias y los ancestrales automatismos.

Surge entonces la cuestión de si existe o no un modo eficaz de llevarlo a cabo, o no.

Pues parece que sí. Que la clave de todo ello reside, como siempre, en la consciencia humana.

Es decir, en la cantidad de consciencia que seamos capaces de introducir en nuestras vidas y en el aspecto discriminativo de la misma, ya que éste es el factor determinante para realizar los cambios necesarios para pasar de una vida rutinaria a una experiencia única y creativa de la misma. A esto lo llamamos, “darse cuenta”.

Pero el “darse cuenta” es el primer paso para vencer las inercias, no el único, ni el suficiente, pero sí el primero e imprescindible.

Una vez que nos damos cuenta de ello, se nos plantea una nueva cuestión, ¿seguir haciendo lo mismo o introducir un patrón nuevo de conducta, con todo lo que ello implica?

Como siempre, la respuesta adecuada no está tan clara como pudiera parecer, sino que dependerá de hacia dónde quieres dirigirte, es decir, de cuál es tu propósito en la vida o de qué dirección has elegido seguir.

Así que para este nuevo año, si has decidido que sea un año de cambios significativos en tu vida, habrás de desarrollar la inquebrantable determinación de hacer que tu consciencia, clara y nítida, asuma las riendas de tus decisiones y, además, enfoques tu poder personal y tu energía para conquistar aquellas metas que de verdad te has propuesto.

¡Feliz enero y Feliz 2014!