Sanar la vida es un proceso ligado al autoconocimiento y al desarrollo humano mediante el cual trascendemos nuestros sufrimientos habituales y somos capaces de vivir una vida más plena y pacífica.
A pesar de lo atractivo de la propuesta y de los beneficios que pueden alcanzarse con ella, no todas las personas están dispuestas a recorrer dicho camino, ya que conlleva necesariamente ciertas cualidades como el valor, la responsabilidad y el sacrificio, capacidades, estas, no demasiado populares en un mundo como el que vivimos. Sigue leyendo
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Aprender a disfrutar de los pequeños momentos
A la hora de proponer ciertos consejos o estrategias sobre algún tema de envergadura, parece ser que tratar de elaborar un listado con la pretensión de que sea completo, se antoja una tarea bastante comprometida, incluso poco factible, ya que, por mucho que lo intentemos, suele quedar la impresión de que algo falta.
Máxime cuando dicho listado se refiere a un tema tan amplio y profundo como es el de aprender a disfrutar de la vida y de los pequeños momentos.
A pesar de lo anterior, voy a a atreverme a enumerar algunas estrategias sobre el tema anteriormente citado, sabiendo que lo que sigue no sólo no es en modo alguno un listado exhaustivo sobre el tema, sino un conjunto de ideas para ayudarnos a recordar, en caso de que lo hayamos olvidado, o para poner más énfasis, si es que ya lo tenemos presente, sobre algunos elementos que nos pueden ayudar a mejorar la capacidad para disfrutar los pequeños momentos de la vida diaria.
Dichas estrategias, y algunas otras más, las solemos trabajar en los grupos de Sofrodynamia® como medio de ayudar a los alumnos a llevar una vida más placentera, es decir, cargada de disfrute y de emociones positivas.
1.- Recuerda que cada momento es único e irrepetible y, por tanto, especialmente valioso. Tú también eres único e irrepetible. Toma consciencia de tu incalculable valor y vive conforme a lo que ello significa.
2.- Cultiva tu pasión. Una pasión es algo que surge del interior, algo que nos moviliza hacia una acción y que, cuando la cultivamos, nos permite disfrutar gozosamente de hacerlo.
3.- Desarrolla la generosidad, puesto que ser generoso y solidario aumenta la capacidad de disfrutar más de la vida. Se ha demostrado que ciertas sensaciones de armonía y paz se incrementan con los actos altruistas.
4.- Aprender a reencuadrar los acontecimientos vitales, especialmente aquellos que no salen como teníamos previsto. Tomarlos como un aprendizaje en lugar de como un fracaso nos permite disfrutar de las cosas, incluso cuando los resultados no son los esperados.
5.- No corras tras metas erróneas. Las metas erróneas te harán sufrir, por tanto, cada cierto tiempo revisa si estás siguiendo el camino que has elegido para alcanzar tus propósitos de felicidad y de desarrollo.
6.- Aprender a buscar los aspectos potenciadores de cada acontecimiento. En cada uno de ellos, incluso en los más oscuros, es posible descubrir un poco de luz.
7.- Para poder disfrutar de la vida es necesario saber disfrutar, también, de nuestra soledad. Aprender a estar solos es uno de los mejores modos de aprender a estar con los demás, sin adicciones ni apegos.
8.- Identifica tus habilidades y talentos, sobre todo aquellos que aún no has sacado a la luz. Procura descubrirlos y disfruta del placer de cultivarlos y compartirlos con otras personas.
9.- Aprende a dar gracias por todo lo que tienes, pues un corazón agradecido es un corazón feliz.
10.- Procura descubrir en cada momento y en cada situación la alegría y la bondad que sustenta la vida. Observa tu respiración y recuerda que sigues vivo.
¿Quién cuida al cuidador?
Cualquier trabajo que realicemos puede llevarnos a un tipo de cansancio que podríamos asumir como normal, pero en el caso de las personas que se dedican a tareas en las que se establece una relación terapéutica o una relación de ayuda hacia otros, la sobrecarga emocional que se recibe es mucho mayor de lo habitual, porque en dicho ámbito nos encontramos sometidos al continuo influjo de las emociones, tanto personales como ajenas, que habremos de tener en cuenta si queremos mantenernos saludablemente.
Hace mucho tiempo que sabemos que aquellas personas que se dedican a cuidar de otras, bien profesional o familiarmente, sufren un excesivo desgaste mental y corporal, habiéndose constatado que existe un mayor riesgo de padecer la llamada “fatiga por compasión”.
Ultimamente se han publicado interesantes estudios acerca de los efectos físicos y psicológicos que aparecen en dichos cuidadores, así como una serie de estrategias eficaces para su detección y su tratamiento.
Sería, pues, interesante plantearse una curiosa pregunta, ¿quién cuida al cuidador?
Sabemos que el contagio emocional puede ser uno de los precursores del llamado “Síndrome Burnout”, o lo que es lo mismo, sentirse “quemados en el trabajo”, lo que nos lleva a padecer todas las secuelas propias de un cuadro de estrés crónico. No debemos olvidar que, en cierto sentido, las emociones son tan contagiosas como los virus.
En el caso de las personas que tienen bajo su responsabilidad el cuidado de otros, se ven sometidos a un intercambio emocional que puede llevarles a pagar un alto precio, si no ponen remedio. En estos casos se produce una especie de “empatía inconsciente”, mediante la cual, sin que nos demos cuenta, absorbemos las tensiones emocionales de otras personas.
Pero además del nivel puramente emocional, también se ha constatado que podemos vernos influenciados por la llamada “empatía somática”, responsable de que aparezcan en el cuerpo diversas dolencias, como si fuese una especie de “contagio” de los síntomas de otra persona.
El hecho de que nos guste nuestro trabajo no significa que no estemos asumiendo un cierto riesgo. Según describen distintos autores especializados en el tema, como por ejemplo Rothschild, con frecuencia las consecuencias negativas del trabajo terapéutico son inconscientes, y podría ser denominada como “fatiga por compasión” o “trauma vicario”.
Por eso, si estamos atentos, en nuestra relación de terapia podemos observar en nosotros mismos una serie de cambios corporales, respiratorios, pensamientos espontáneos, recuerdos, imágenes mentales, etc. durante la interacción con otras personas.
Hace tiempo que se describió en psicoterapia el “fenómeno de contratransferencia”, definido por Freud como “el influjo que el paciente ejerce sobre el terapeuta acerca de su sentir inconsciente”.
Hoy día, el descubrimiento y posterior estudio de las “neuronas en espejo” explica algunos aspectos de este fenómeno.
Los nuevos descubrimientos de las neurociencias nos dicen que cada emoción se encuentra vinculada a un patrón muscular o gestual propio de cada persona. Se ha demostrado que las emociones pueden ser creadas desde la vía somática mediante la reproducción de contracciones musculares asociadas a dicha emoción.
De manera no consciente tendemos a imitar gestos, posturas, patrones musculares, sentimientos, los cuales se asocian a activaciones del SNV que serán las responsables de los trastornos por estrés.
Para salir indemnes de estos fenómenos, la mayor parte de las veces no consciente, necesitamos identificarlos con la mayor nitidez posible.
¿Pero cómo hacer esto si, como antes se mencionó, suelen ser procesos inconscientes?
Pues bien, es aquí donde entra en juego nuestras capacidades personales para saber reconocer y saber discriminar los cambios sutiles que se producen en nuestro cuerpo y en nuestra mente.
Para ello, la toma de consciencia del patrón respiratorio y de nuestro patrón muscular, según se enseña en Sofrodynamia®, resultan especialmente importantes, sobre todo a la hora de identificar los pequeños cambios que indican una modificación de nuestro fondo emocional.
Existen ciertos investigadores (Forester-2001) que demuestran que lo que hemos descrito anteriormente, es decir, la toma de consciencia corporal, es la clave fundamental para poder evitar el “trauma vicario”.
Una vez nos damos cuenta de que se dan ciertos cambios corporales, respiratorios, etc., necesitamos aplicar el “sentido común” y los principios del autocuidado de una manera temprana, ya que esperar hasta padecer una crisis para iniciar un tratamiento, dificultaría mucho la recuperación.
Entendemos como autocuidado aquellas actividades o conductas que los individuos realizan para el mantenimiento de su propia salud y bienestar. Es algo que la persona ha de hacer para sí misma, aunque de forma indirecta también tendrá repercusiones sobre los demás.
Por tanto, para cuidar al cuidador, podemos hacer lo siguiente.
Lo primero es asumir que cada uno de nosotros somos los auténticos responsables de nuestra propia salud. Es importante, por tanto, aceptar el hecho de que somos nosotros quienes hemos de ser nuestros principales “cuidadores”.
Para ayudar a las personas que quieren practicar el autocuidado, desde el punto de vista de la Sofrodynamia®, necesitamos una serie de conocimientos pero, sobre todo, necesitamos ser capaces de dominar varias herramientas prácticas:
1) Desarrollar los principios del autocuidado, mediante la implantación de un modelo mental saludable.
2) La mejora de la toma de consciencia de la corporalidad y su correspondiente armonización.
3) La práctica de un correcto patrón respiratorio.
4) El manejo de las estrategias de gestión del estrés
Aprender a cuidarse mejor es, pues, uno de los objetivos fundamentales de nuestro adiestramiento sofrodynámico, el cual ha demostrado una importante capacidad para mejorar la salud física y emocional de quienes lo practican.
10 Estrategias sofrodynámicas para incrementar el bienestar
Hoy día, los científicos del comportamiento humano hablan cada vez más de la felicidad como objeto de sus estudios. Hasta hace no mucho tiempo parecía que dicho asunto era un tema del que se ocupaban solamente la filosofía o la religión, sin embargo, ahora, las modernas investigaciones van aportando un nuevo e interesante punto de vista al respecto, mostrándonos cómo podemos incrementar los estados de felicidad mediante ciertos tipos de estrategias.
En Sofrodynamia®, normalmente, preferimos hablar de bienestar en lugar de felicidad, aunque a veces utilizamos también este término, pero nos parece un poco más abstracto y lejano. Desde el punto de vista sofrodynámico, definimos bienestar como “Un estado armónico y pacífico de la persona que se fundamenta en los siguientes pilares: Autosatisfacción, autoconocimiento, autogestión y desarrollo del potencial”.
Una de las principales finalidades del entrenamiento sofrodynámico consiste, pues, en incrementar el bienestar en las personas, lo cual es semejante a procurar que sean más felices. Para realizar esto, partimos de dos premisas:
1) Que la alegría o el sufrimiento son estados de la mente.
2) Que los estados mentales son construidos y pueden ser modificados y desarrollados.
De aquí se deduce quienes deseen generar estados mentales relacionados con el bienestar y la felicidad, deberán aprender a utilizar su mente de una manera lo suficientemente apropiada como para poder generarlos.
Se han desarrollado diversas investigaciones que confirman la posibilidad de incrementar los niveles de felicidad y el bienestar personal siguiendo programas específicos para ello, pero en este proceso, se ha comprobado que no se trata de cuanta cantidad de información somos capaces de conseguir en un tiempo determinado, sino de cómo somos capaces de gestionarla para que llegue a ser práctica, eficaz y eficiente.
Indudablemente, para que todo esto funcione, hace falta un método que nos aporte un modo sistemático de trabajar sin riesgos de perdernos en nuestra búsqueda.
El método sofrodynámico nos propone una serie de estrategias contrastadas y útiles para desarrollar el bienestar, las cuales habremos de aplicar adaptándolas al estado inicial del sujeto, al entorno en el que se encuentra y a los fines que quiere conseguir.
Las principales estrategias sofrodynámicas para incrementar el bienestar son:
1.- COMENZAR DESARROLLANDO UNA MOTIVACIÓN ADECUADA a) Salir del sufrimiento, b) Desarrollo personal, c) Deseo de liberación de todos
Dicha motivación podrá ser de tres niveles diferentes:
2.- LA RESPIRACIÓN CONSCIENTE
Considerada en Sofrodynamia® como la “Gran Herramienta” debido a los innumerables beneficios que reporta.
3.- NUTRIR EL CUERPO
a) Dietética convencional, b) Movimiento, c) Nutrir los sentidos (en el que participa también la psique), d) Atender a la dimensión energética.
4.- NUTRIR LA PSIQUE
a) Propiciar Pensamientos nutricios, b) Cultivar emociones potenciadoras, c) Grupos y actividades nutricias, d) Caricias mentales, e) Implicarse en actividades gratificantes.
5.- NUTRIR EL ESPACIO INTERIOR
a) Silencio, b) Mente meditativa, c) Ejercicios energéticos.
6.- APRENDER A SOLTAR LASTRES DEL PASADO
Pagar las “deudas existenciales”, b) Aprender a perdonarse y perdonar (el odio, el rencor, cortar con nuestra historia de dolor).
7.- CONEXIÓN CON EL SER INTERIOR
a) Apertura de consciencia, b) Vacío creativo
8.- MODELO FUNCIONAL (CREENCIAS, VALORES)
a) Cuestionar nuestro modelo, b) Instalar creencias funcionales.
9.- DISEÑO DE OBJETIVOS
Saber a dónde queremos ir
10.- DESARROLLAR NUESTRAS CUALIDADES
Aprender a desarrollar nuestro potencial al tiempo que disfrutamos de la vida.
Cinco posturas ante el sufrimiento
Tratar de clasificar a las personas en función de sus características físicas, psicológicas o reaccionales, se ha venido utilizando a lo largo del tiempo por diversos autores con la intención de comprender, o explicar mejor, algunos aspectos de los seres humanos y también para buscar posibles soluciones eficaces, en función de las características de cada tipo.
Como la mayoría de las cosas, esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes, ya que todo intento de clasificación respecto a una realidad tan compleja como el ser humano, resulta bastante complicado de llevar a cabo de una forma que resulte completa, precisa y clara.
A pesar de las limitaciones que puedan aparecer en todo intento clasificatorio, existe una que suelo utilizar en algunos grupos de Sofrodynamia®, porque me resulta especialmente útil, sobre todo en lo que se refiere a la toma de consciencia de nuestra situación actual.
El planteamiento es el siguiente, vamos a tratar de establecer diferentes grupos de personas en función de su actitud ante el sufrimiento y las posibles soluciones relacionadas con el proceso de desarrollo.
Desde este punto de vista, diferenciamos varios tipos distintos y, en función de en qué grupo te encuadras, tu manera de estar en el mundo será también distinta.
LOS CINCO TIPOS DE SERES EN FUNCIÓN DEL SUFRIMIENTO:
- Las personas que pueden seguir sufriendo porque todavía son capaces de aguantar más, es decir, en el momento actual no están suficientemente hartos de sufrir. Obviamente, no hacen nada para salir de donde se encuentran. Su estrategia común suele ser la excusa.
- Las personas que no quieren sufrir más pero que no están dispuestas a cambiar. Ellos pretenden que cambien los demás. Son prolíficos en las quejas y reproches, y su planteamiento es que ellos sufren porque otros le hacen sufrir, por tanto, son los otros los que han de cambiar.
- Las personas que quieren cambiar pero no quieren asumir el coste del proceso, ni tampoco realizar el esfuerzo que ello conlleva. Se encuentran atrapados por las inercias o los automatismos. En ocasiones carecen del valor necesario para afrontar nuevos retos. Suelen ser partidarios del “más vale lo malo conocido…”
- Los que pueden asumir el coste pero ahora no tienen tiempo para hacerlo. Están muy liados con sus cosas, ya comenzarán otro día. Estas personas buscan sólo un alivio inmediato para seguir funcionando en el torbellino de sus actividades diarias, pensando, ilusamente, que un día lejano tendrán tiempo para mejorar.
- Los que no quieren sufrir más y además quieren cambiar, también son capaces de asumir el coste de dicho proceso y comprenden que han de comenzar ya. Estos son los auténticos buscadores, aquellos que han renunciado radicalmente a sufrir. Aquellos que se ponen en marcha para transformar su vida y que, además, son capaces de mejorar el ambiente que les rodea. Son ellos los que, más temprano que tarde, obtendrán el fruto a su esfuerzo.
¿En qué grupo te encuadras? Piénsalo bien antes de responder.
Desarrollar el potencial, un camino a la curación
Me encanta volver a escuchar de vez en cuando un texto de Facundo Cabral que se titula ”Usted no está deprimido, está distraído”. El autor expone una visión especialmente positiva de lo que somos los seres humanos y de toda la belleza que nos rodea, y de como la depresión es un estado que aparece porque nos distraemos de toda esa verdadera realidad y nos enfocamos en otros asuntos. Suelo aconsejar a muchas personas que lo escuchen. El video es posible hallarlo en internet.
Y me gusta recordar dicho texto para que no se me olvide lo que en él se dice, sobre todo cuando me encuentro inmerso en la vorágine de cada día, en esos momentos en los que corremos el riesgo de desconectarnos de nuestro interior y en los que perdemos de vista algo especialmente importante, saber quienes somos realmente. Sigue leyendo
Tres consejos para desarrollar el potencial
Seguro que muchas personas, cuando hayan leído el título habrán pensado: “¿sólo tres consejos? ¡Vaya!, los decálogos están de moda. Sería mucho mejor que nos dieran diez consejos, o tal vez doce… ¡por qué no!”
Pues la verdad es que podían ser muchos más, porque el tema de desarrollar nuestro potencial es tan amplio que, puestos a dar consejos, el número tres nos parecerá escaso.
En mi defensa diré que los tres que voy a dar son tan sumamente importantes que, si los sigues, los demás vendrán por añadidura.
Ahí va el primero.
1.- Descubre tu pasión y síguela.
Pocas cosas hay tan importante como guardar fidelidad a nuestro propio camino. Y somos fieles cuando seguimos aquello que amamos, aquello que nos hace únicos y diferentes, aquello donde podemos brillar y aportar al mundo nuestro granito de arena.
Y hacemos eso cuando descubrimos y seguimos nuestra pasión.
¿Que qué es una pasión? Pues si eres capaz de darte cuenta de cuales son tus cualidades, tus talentos y, además, descubre que cuando conectas con alguno de ellos disfrutas de manera especial, podría decirse que te estás aproximando mucho a tu pasión.
Nuestra pasión, por tanto, se parece a una suma de cualidad + disfrute.
Preguntarse que cómo sabrás que es tu pasión, tiene una respuesta tan obvia como si te preguntases “¿cómo sabré que no tengo hambre? o ¿de que modo sabré que estoy contento?
¡Lo sabes y punto!
2.- Fomenta aquellas cosas que sean inspiradoras.
Busca aquello que te inspira en la vida, aquello que te hace ser mejor y que te conecta con los aspectos más elevados de tu existencia.
Y, sobre todo, no olvides que tenemos el compromiso de tratar de servir de inspiración a otras personas.
Por tanto, cultivar todo aquello que nos inspira al tiempo que tratamos de ser inspirador para otros será una tarea especialmente importante que no deberíamos obviar.
3.- Cultiva la creatividad.
Seguro que ya hay muchas cosas que estás haciendo bien. Pero, ¿podrías hacerlas mejor?, o también ¿podría hacerlas igual de bien siguiendo otro camino?
Explorar nuevas rutas es la tarea del buscador. Transitar por nuestro propio camino suele ser más comprometido, creativo y arriesgado que hacerlo por donde todo el mundo.
Qué puedes equivocarte, ¡pues posiblemente!
Pero, recuerda que el camino de la creatividad está esperando a quien osa traspasar los límites habituales y confortables de lo ya conocido.
Nunca el temeroso llegó a ser creativo.
Y, tal vez, el mayor acto creativo sea redescubrirte a ti mismo en todo tu esplendor, para llegar a lucir tan brillante como puedas.
Ser creativo es atreverse a cantar tu propia canción.
Espero que después de leer estos tres puntos no te siga pareciendo que habría que haber puesto muchos más, porque en este trío se encierran parte de los grandes retos a los que deberíamos dar respuestas en nuestra vida.
Elementos sofrodynámicos de la motivación
Hay personas que se quejan de su falta de voluntad como, por ejemplo, para hacer una dieta o para estudiar una asignatura tediosa. Sin embargo, esas mismas personas son capaces de aguantar una larga cola, a veces de días, para escuchar un concierto o para que les firme un autógrafo un personaje famoso. ¿De verdad que no tienen fuerza de voluntad?
En cambio yo, que me tengo por voluntarioso, sería incapaz de hacer tales proezas. Es más, se me ponen los pelos de punta sólo de pensar en tener que hacer ese tipo de colas. Y es que además de tener voluntad es necesario tener motivación.
Cuando la motivación es suficientemente fuerte, somos capaces de superar los obstáculos e inconvenientes que aparecen en la vida, pero si carecemos de ella, cualquier pequeña dificultad nos parecerá un mundo. Una motivación apropiada es capaz de transformar en posible aquello que parecía imposible.
Decimos, pues, que la motivación es aquella potente energía que nos impulsa hacia la realización de los actos, por muy difíciles que estos puedan parecer. Por eso, cuando te plantees algo, no te preguntes si es fácil o es difícil, sino si te merece la pena o no realizar el esfuerzo que requiere. La respuesta dependerá de la fuerza de tu motivación.
Cuando aplicamos la motivación al desarrollo humano, podemos decir que es la energía que nos estimula a conseguir los más altos fines de la existencia, a pesar de los obstáculos del camino, porque a nivel emocional y mental, la motivación apropiada, nos permite aceptar la realización del esfuerzo necesario para conseguir una meta deseada.
A propósito de la motivación, conviene recordar, también, que es ella quien cualifica el acto. Eso quiere decir que, según la motivación que generemos, así será el acto realizado. Dos personas pueden hacer aparentemente lo mismo, pero si sus motivaciones son distintas, también lo será el acto en sí, así como sus resultados.
Hay que distinguir entre la motivación externa, la que proviene del exterior, y la motivación interna, la que nace a partir de nuestras profundas convicciones. Un ejemplo de motivación externa pueden ser los incentivos que determinadas empresas dan a sus trabajadores por conseguir ciertos objetivos, mientras que la motivación interna nace desde lo más hondo de nuestro ser y no depende de estímulos exteriores.
También podemos diferenciar la motivación según su nivel. Puede haber motivaciones de bajo nivel, aquellas que miran sólo el beneficio propio, y de alto nivel, cuando nuestra motivación surge de un corazón altruista que procura, en primer término, beneficiar a los demás.
No olvidemos, tampoco, que la motivación es un proceso dinámico, que puede aumentar o decrecer. Se puede cultivar y es posible incrementarla a través de la firme conexión con nuestros propósitos. Para ello, desde el punto de vista de la Sofrodynamia®, entendemos que el proceso motivacional está compuesto por distintos elementos que se pueden desarrollar.
Los más importantes son los siguientes.
a) Centramiento = Conectar con tu Centro Vital
Conectar con tu Centro Vital es lo que te lleva a descubrir y seguir tu pasión. La pasión es una cualidad que hoy día se relaciona con la felicidad.
De alguna manera también tiene que ver con la capacidad para luchar y perseguir nuestros sueños, para no dejar que pasen o se marchiten.
Para la persona que sigue su pasión la vida tiene un significado muy especial, porque seguir tu pasión es lo que te hace único, te conecta con la excelencia, es decir, con tratar de hacer las cosas de la mejor manera posible y con la mejor calidad, porque sólo ponemos pasión en aquello que amamos.
También tiene mucho que ver con el entusiasmo, y esto es lo que, muchas veces, marcará la diferencia entre ser exitoso o fracasar
Vivir con pasión es como dar un sí incondicional a la vida
b) El correcto Alineamiento (buscar nuestro propósito)
¿Qué es un propósito?
Un propósito es a la vez una intención de hacer algo y también es un objetivo
Para que un propósito se transforme en objetivo realizable es necesario una buena dosis de compromiso, es decir, ser capaz de desarrollar “el firme propósito” sin lugar a dudas.
Para poder alcanzar nuestros objetivos, lo primero a tener en cuenta es que han de estar bien formulados, porque un propósito bien formulado no debe depender de la voluntad de terceras personas. Además, para formular bien nuestros objetivos hemos de tener en cuenta nuestro nivel de competencia en el asunto.
También hemos de tener en cuenta la correspondencia entre los recursos disponibles y el nivel de exigencia de los objetivos que formulamos. A esto se le llama en Sofrodynamia®, el Principio de la Congruencia. Es algo así como preguntarse, ¿estoy dispuesto a realizar el esfuerzo que requiere alcanzar mi objetivo?
c) Estar bien enraizados (nutrir nuestra motivación)
Recuerda que vendrán tiempos difíciles, pero que estos no han venido para quedarse en tu vida, sino para pasar, para que aprendas y para hacerte más fuerte. Esto sólo podrás hacerlo si tu motivación se encuentra fuertemente enraizada en lo más profundo de tu ser.
De la misma forma que cuidamos una llama para que no se extinga o un jardín para que florezca, también hemos de aprender a cuidar y mimar nuestras motivaciones.
¿Cómo “nutrir” nuestras motivaciones?
Esto puede hacerse si acudimos a las enseñanzas de alto nivel, es decir, a aquellas que nos conectan con los aspectos más esenciales y elevados de nuestro ser y nos aportan la comprensión y el estímulo necesario para luchar por nuestras metas elevadas.
d) Fidelidad a nuestras convicciones
No hemos venido aquí para cumplir los proyectos de otros, sino para llevar a cabo los nuestros propios.
Para la persona que opta por el desarrollo humano, la fidelidad a este compromiso ha de presidir el resto de su vida. Esto hará que nuestra motivación sea fuerte, indestructible como un diamante.
No tenemos que darle cuentas a nadie, pero sí que hemos de responder ante nuestra propia consciencia, porque somos los responsables de nuestro propio proceso de desarrollo.
Nadie puede dormir en tu lugar para quitarte el sueño, ni beber por ti para quitarte la sed. Tampoco puede desarrollarse en tu lugar. Lo que tu no hagas, en este aspecto, se quedará sin hacer.
Valor y coraje
Aspirar a desarrollar tus potencialidades mediante la práctica y el entrenamiento de la mente no puede decirse que sea un camino fácil ni cómodo, pero sí se puede afirmar con total rotundidad que es una elección que merece la pena. Sobre todo si aspiras a ser feliz.
Dicha elección está abierta a cualquier persona, pero sólo los espíritus más valientes y luchadores son los que generan la determinación necesaria para aceptar los compromisos que todo trabajo de desarrollo humano lleva consigo.
Hay un par de cualidades especialmente importantes para quienes eligen este camino, el valor y el coraje.
Decimos que una persona es valerosa cuando es capaz de enfrentarse a las situaciones arriesgadas o difíciles que la vida nos trae cada día, mientras que utilizamos el término coraje para referirnos a la determinación con la que se enfrenta a un peligro o una dificultad.
Hemos de tener presente que la valentía y el coraje son cualidades que tienen la virtud de transformar a personas corrientes en seres extraordinarios, capaces de las más importantes proezas.
Pero tener valor es distinto a no tener miedo. Porque quien no tiene miedo puede llegar a ser un temerario y eso, a veces, entorpece más que ayuda.
El miedo es una emoción básica que cumple una función muy importante para la conservación de la vida en diferentes especies. Si aprendemos su utilidad, podremos sacarle el partido necesario sin sufrir las limitaciones que con frecuencia aparecen en quienes lo padecen. Hacerse amigo de nuestros miedos es una de las vías para incrementar el valor y el coraje.
Porque un valiente es aquel que hace lo que debe hacer a pesar de que tenga miedo y, a veces, tiemble.
Tener valor y coraje se relaciona con la capacidad que poseemos los seres humanos para correr riesgos, es decir, para salir más allá de nuestra zona de comodidad y confort, y para abrirnos a la posibilidad de experimentar nuevas situaciones vitales.
Esta actitud ha sido el motor que ha hecho posible muchos de los logros de los seres humanos a lo largo del camino evolutivo. Si no hubiésemos traspasados nuestros límites de seguridad, todavía permaneceríamos en las cavernas. Por tanto, ser capaz de correr riesgos es fundamental para nuestro desarrollo como individuo y como especie.
También es importante aprender a confiar en nuestras propias posibilidades, es decir, afirmar “yo soy capaz”, y a partir de ahí generar el coraje necesario para dar respuestas a nuestros retos vitales.
Quien posee el valor y coraje necesario es quien asume la responsabilidad de sus actos y no huye cuando hay que dar la cara. Esto tiene mucho que ver con lo que llamamos tener fuerza de ánimo. Te has preguntado alguna vez de dónde surge tu fuerza de ánimo. Es algo interesante que debieras explorar.
Hay quienes creen que el antídoto del miedo es el valor, pero eso no es cierto.El antídoto del miedo no es el valor, ya que puedes ser valiente y tener miedo. El verdadero antídoto del miedo es el amor, porque allí donde hay amor no hay espacio para el miedo.
¿Cómo harás para incrementar el valor y el amor en tu vida?
Importancia de la disciplina
Hay veces que hemos de realizar alguna tarea pero parece como si nuestra mente nos dijese lo contrario. Nos susurra sutilmente que no nos apetece demasiado hacer lo que sea en ese momento, y entonces buscamos alguna excusa lo suficientemente buena como para demorarlo o no hacerlo.
Las excusas son razonamientos cuya finalidad consiste en aquietar nuestra consciencia, por eso han de ser lo suficientemente plausibles como para que nosotros mismos nos las lleguemos a creer. Esto es bastante frecuente, y para muchas personas incluso les parece normal. Se dicen a sí mismos “¿por qué hacer algo que no me apetece?”
Pero para aquellos que hayan elegido realizar un trabajo personal en el sentido del desarrollo humano, este modelo no resulta válido. No funciona, porque evitar hacer lo que debemos o demorarlo, no suele ser una buena solución. Tampoco nos ayuda a alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto.
Entonces, qué hacer cuando el cansancio, la pereza o cualquier otro estado emocional o mental nos invitan a no hacer lo que deberíamos.
Pues para solucionar esto echamos mano de la disciplina.
En ciertos círculos parece como que no tiene demasiada buena fama, tal vez porque lo confundan con autoritarismo o con la disciplina externa de ciertas organizaciones o sectas. Además, en una sociedad donde se preconiza “lo rápido, “lo fácil”, “hágalo sin esfuerzo”, etc. ¿qué valor tendría ser disciplinado?
Hay que aclarar que cuando hablamos de desarrollo personal, la disciplina a la que hacemos referencia es una disciplina interna, y la podríamos definir como aquella capacidad que nos permite mantener la coherencia necesaria para cumplir con nuestras propias reglas, según nuestras propias elecciones y convicciones.
Por tanto, más que a unas normas externas me estoy refiriendo a la autodisciplina como capacidad de nuestra consciencia para gestionar mejor nuestros actos. Tener autodisciplina es como hacerse “discípulo de uno mismo”. Tú eliges qué cumplir y generas el compromiso de hacerlo.
También podríamos decir que disciplina es la capacidad que nos permite llevar a cabo aquellas cosas que son necesarias para obtener nuestras metas, aunque no nos guste demasiado el esfuerzo que hemos de realizar.
Por tanto, la disciplina, hace posible realizar una acción independientemente de nuestro estado emocional (hacer lo que tienes que hacer, tanto si te apetece como si no). Es una herramienta que nos ayuda a superar los estados emocionales de apatía, indiferencia, tristeza, hastío, etc. Nos saca de la inmovilidad, la pasividad o el bloqueo mental. Por tanto, es bastante más importante de lo que muchos piensan.
Algunas personas la confunden con la fuerza de voluntad, y la verdad es que se encuentran íntimamente relacionadas. Pero para diferenciarlas, podría decirse que, si bien la disciplina nos permite cumplir con nuestras normas internas, la voluntad aporta la fuerza que nos posibilita hacerlo. Dicho con un ejemplo, la voluntad es comparable al motor de un coche, mientras que la disciplina es como el volante. Una da la energía para el movimiento, la otra la dirección.
Desde el punto de vista sofrodynámico, cuando aplicamos la disciplina, debemos considerarlo como un esfuerzo positivo orientado hacia nuestras metas, en lugar de una negación o una renuncia a algo.
También entendemos que está muy relacionada con la firmeza, es decir con la capacidad para mantenerse estables realizando un acto para conseguir un propósito.
Cuando la recompensa es inmediata no suele hacer falta ser muy disciplinados, pero cuando la recompensa es diferida necesitaremos echar mano a nuestra autodisciplina para conseguir lo que nos proponemos.
Como otras tantas capacidades de nuestra consciencia, la disciplina, puede incrementarse mediante el entrenamiento. En cierta medida se parece a un músculo que si no se ejercita se atrofia y si se entrena se fortalece.
Desarrollar la disciplina posee múltiples ventajas, ya que es una de las herramientas claves para alcanzar el éxito. También nos enseña a atender a nuestros compromisos y a focalizar el esfuerzo.
Pero la disciplina ha de encontrarse alejada de la excesiva exigencia o del autocastigo. Es un error exigirse demasiado cuando no se está preparado para ello. Eso sólo genera infelicidad y frustración. Por eso, además de ser disciplinados, hemos de echar mano a nuestro corazón benevolente para tratarnos a nosotros mismos con la amabilidad y el respeto que merecemos.
Por tanto, recuerda siempre que ser disciplinados no está reñido con la ternura ni con la amabilidad hacia tu propia persona.
